II. 𝐋𝐎𝐒 𝐀𝐍̃𝐎𝐒 𝐌𝐀́𝐒 𝐃𝐔𝐑𝐎𝐒

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Hoy la playa estaba lindísima: el agua estaba fresca, ni muy caliente ni muy helada, no había medusas ni algas, estaba bien clara, o sea que se podía ver los peces, y no estaba muy profundo. Se parecía a las playas de Maldivas más o menos, jaja. Me duché un rato y luego fui a caminar por la playa; amo caminar, porque así me siento tranquila y puedo apreciar mi alrededor. Es algo que siempre hago cuando voy a la playa, y también recolecto caracoles si es que veo, para poder hacer manualidades con ellos luego. Amo hacer manualidades. Estoy muy ligada al arte desde chiquita. Por cierto, hablando de la playa, menos mal que Kansai no pudo ir por el trabajo, ya que él siempre que me ve "en la orilla", me dice que debería ir a lo hondo porque parezco una bebita, pero a ver, primero que nada: no estoy sentada en la orilla, yo entro un poco sin ir muy a lo hondo, porque no sé nadar y no me gusta tener el agua a la altura del cuello, y segundo: cualquier persona grande puede bañarse en la orilla si quiere, los sectores del agua no definen tu edad, total, la playa es para bañarse sin importar dónde, ¿no? Ah, pero a Kansai le fascina molestarme con que soy una bebita, ¡y eso que tiene casi treinta años! ¡El bebé es él, no yo!

En fin, ya que me acabo de bañar y ponerme ropa cómoda, les voy a contar sobre Kansai.

Él es mi hermano mayor, mientras yo acabo de cumplir los diecisiete, él tiene veintinueve. Tiene el cabello negro como mi papá, la piel un poco más tostada y los ojos oscuros como yo. Antes de que empezara la secundaria, éramos como los típicos hermanos: a veces peleábamos, pero nos amábamos. Recuerdo que en su trabajo de ese entonces, que era en una óptica, al menos una vez a la semana me traía una bolsa de gomitas de un local de gomitas que estaba al lado de su trabajo. Tiempos felices... Ahora lo veo como un tormento...

Lo que pasó prácticamente fue que él quiere que yo sea una "adolescente normal", que salga con amigos, que aprenda a cocinar y a limpiar (lo admito: apenas sé hacer sándwiches y calentarme cosas en el microondas, pero no sé usar el horno, por ejemplo, y tampoco limpiar), y me parece bien, pero lo que no me parece bien es la forma en la que me trata: me dice que soy una bebé, que aprenda a ser fuerte, que deje de lloriquear por todo, que sea mejor persona... A ver, "adulto", en primer lugar, que me grites y me hagas sentir mal no me hará más fuerte, esto no es como Dragon Ball Z. A nadie le hace bien que le griten, en algunas personas puedes despertar un instinto violento, pero en otros les puedes hacer desear el suicidio...

Yo nunca lo intenté, ojo, pero las ganas de morirme no me faltaban.

La razón por la que yo nunca aprendí a hacer nada de esas cosas que dije que no puedo hacer, es que estaba muy deprimida por la vida que llevaba, en el colegio y con Himiko, de quien hablaré ahora, pero primero quiero concluir lo de Kansai diciendo que estos años no ha hecho más que hacerme sentir una basura de persona, todo para que me hiciera fuerte, pero pasó todo lo contrario, me hice muy vulnerable. Y hay algo que me duele decir en voz alta, incluso me dan ganas de llorar, pero no me queda de otra:

No lo considero un hermano, sino un demonio que me destrozó la vida.

En el fondo-fondo lo amo, pero en mi estado actual no lo podría demostrar debido al resentimiento y bronca que le tengo. 

Ahora pasemos a hablar de Himiko, mi amiga de toda la vida, pero que estos últimos años también me destrozó la vida. 

Himiko es más alta que yo, es morena, de cabello negro por la cintura, ojos como los míos, y algo que siempre le envidiaré son las piernas largas que tenía, ¡parecía una modelo! Era bonita, pero era una hija de puta, todo lo que hizo no tiene ni tendrá perdón.

Ella siempre fue la típica mandona del grupo. Cuando éramos niñas nos reuníamos con las niñas del barrio, y ahora ya no queda ninguna; todas se mudaron. Yo decía que no podía ser peor que eso, pero estaba muy equivocada...

Desde que entró a la secundaria, no dejaba el celular de lado, vivía sacándose fotos en mi casa, inclusive a veces me sacaba fotos a mí, y eso me sacaba de quicio. Otra cosa que me hacía hervir la sangre era que siempre quería gastar mi dinero en comprar porquerías del kiosco. Entiendo que ella tenía una situación económica (y familiar) mucho peor que la mía, pero no por eso tenía por qué gastar mi dinero, y además me eso me lo robaba...

Sí, me robaba dinero.

Y quiero aclarar algo en relación a mis padres. Cuando les decía que Himiko me robaba dinero, me decían que tenía que esconder la billetera y dejar de ser tan regalada. Y yo así: "¡¿P-perdón?!". ¡¿Yo qué culpa tenía de que la tipa esa viniera a quitarme cosas MÍAS?! Que tenga mi billetera a unos pasos no le daba el derecho de quitarme plata. Mis padres literalmente dejaban entrar a una ladrona a nuestra casa, y me echaban la culpa a mí de que hiciera eso.

Voy a resumir el problema de mis padres: ellos me acusaban de ser muy sensible, de tomarle importancia a boludeces, de que yo tenía la culpa de todo... Lo peor de todo es que cuando se enojan son muy aterradores, por eso nunca me atrevo a encararlos, por más que yo tenga la razón. Odio las discusiones porque siempre las pierdo por mi cobardía. Kansai se burla de mí porque a mi edad le tengo miedo a mis padres. ¡Un tarado! Se piensa que a los dieciocho soy una adulta responsable de sí misma. ¡Mentira! Sí tengo que ser responsable de mí, pero los dieciocho es tan sólo un número. La edad es la cronología en el tiempo. Los dieciocho son exactamente iguales a los diecisiete. Las cosas no son como las dicta la sociedad putrefacta en la que vivimos.

Esos sí que fueron los años más duros de la vida. Uno deja la primaria y se enfrenta a montones de cambios en su vida, y pierde todo lo que tenía cuando era niño para toparse con cosas mucho peores. Pero bueno, ¿qué se le va a hacer? Sufrir es parte de la vida. Si no sufro, no es normal, jaja...

─¡Abiii, la cena!

─¡Ya voy!

Apenas termine de cenar voy a ver ese video de YouTube.

𝗘𝗠𝗣𝗘𝗭𝗔𝗥 𝗗𝗘 𝗖𝗘𝗥𝗢 ❱ Capitán Tsubasa ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora