En esta vida, el tiempo esta lleno de cosas impredecibles, un robo, ganar un concurso, la soledad, un beso de alguien y hasta un abrazo de tu enemigo.
Adán había vivido solo desde muy temprana edad y a veces, lo único que esperaba, era la muerte, tan temida y adorada a la vez, algunos la esperan con ansias y otros deciden escapar de ella. Gente cómo Adán la esperaba pacientemente.
Como perro viejo, sabía que cuando esta estuviera por llegar iba a sentirla en los huesos, como una superstición o un flagelo. Sin negarse ni esforzarse a espantarla, la recibiría cuándo llegase.
Había sido un mensajero toda su vida haciendo llegar a las familias sus cartas correspondientes, siempre trabajo en la calle, hiciera frío u calor, Adán salía con su bolso a trabajar y en su bici recorría la ciudad. Siempre fue solitario, no por qué detestara a la gente, si no que parecía estar destinado a tan sólo vivir una vida de singularidad.
Hasta que la vida le entregó un regalo.
-¿Quién es a esta hora?- Adán se colocó sus gafas y aplaudió dos veces, encendiendo las luces de su pequeña y humilde casa.
El timbre sonaba sin parar en una melodía intermitente, apuró sus pasos hacía la puerta y al abrirla no se encontró con más que una brisa helada que envolvía a la ciudad en aquella temporada de frío. Miró hacía los costados y se encontró tan sólo con la completa soledad que solía habitar el barrio en aquellas horas.
-Seguramente otro adolescente haciendo bromas- Murmuró molesto. Estuvo a punto de dar un paso hacía atrás para cerrar la puerta pero algo lo tomó del pantalón
Bajó su mirada y se encontró con un niño, de corto cabello marrón y ojos asustadizos.
Adán, que su cabello ya blanco estaba y sus rodillas tronaban al arrodillarse, se agachó a la altura del pequeño y preguntó.
-¿Dónde están tus padres, pequeño?
El niño negó.
-Mi madre tomó un tren pero eso fue cuando el sol seguía allí- El pequeño apuntó al horizonte, refiriéndose a que el sol aún estaba en el cielo y por la posición a la que apuntaba, había sido en la mañana.
Adán frunció sus labios.
-Ven, estoy terminando de cocinar una rica sopa- Le tendió la mano al niño y este dudo si tomarla, la veía y lo miraba a él. Luego de unos minutos, negó.
-Quiero ir con mamá, ayúdeme a encontrar a mi mamá.
El señor suspiró.
-Voy a ayudarte, te lo prometo pero mira- Apuntó al cielo, imitando al niño. -Allí está el cielo oscuro, en la mañana cuándo vuelva a salir el sol y se posé allí, buscaremos a tu madre, lo prometo.
Lagrimeó, empuñando sus manitas. Se lanzó sobre el señor y refugió su rostro en su pecho. El niño buscaba un lugar seguro dónde descansar y Adán no tuvo ningún problema en entregárselo.
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LOVE IS LIKE A DAISY | Jinsu
Science Fiction"Seokjin tenía entre sus manos una margarita, la primer flor que veía en años, quizás que había existido en décadas... Y la había arrancado para él." Preso en un mundo distorsionado por el modernismo futurista y la tecnología integrada en cada aspec...