Chrischel: La hija del Sultán. Parte 4

1.8K 238 25
                                    

*Rachel*

El filo del cuchillo roza su garganta al mismo tiempo que su nuez de Adán sube y baja como resultado de su respiración acelerada, mantengo firme la mano y le respondo la mirada con la misma ferocidad que desprenden sus ojos.

<Hay que estar muy loco para trepar al balcón de una sultana y espiarla mientras duerme>

O muy loco o muy confiado en sus habilidades.

—Respóndame señor Morgan—ejerzo más presión haciéndolo levantar el mentón—¿O es que acaso te comió la lengua el gato?—pregunto con sarcasmo ante su silencio.

Desliza la mirada a lo largo de mi cuerpo y caigo en cuenta de que me encuentro vestida con ropas que apenas cubren mis partes íntimas dejando al descubierto mis piernas y abdomen.

—Te respondería, pero mi mente está concentrada en cosas más importantes.

Masculla.

—¿Cómo morbosearme?

—Por ejemplo—afirma y no puedo creer que exista una persona capaz de tanto descaro.

—Yo que tú voy midiendo las palabras, una vez te advertí sobre el peligro de tu insolencia, sería un desperdicio mandar a matarte....

Con un veloz movimiento aparta la daga de su cuello y ante la maniobra agarro el otro cuchillo que reposaba junto a este debajo de mi almohada, pero soy lenta en la maniobra que lo abalanza sobre mi envolviendo mi cuerpo con el suyo a la vez que sujeta mis brazos y caemos de lleno sobre la cama.

Me aprieta contra su pecho cuando iniciamos el forcejeo y quedo paralizada al sentir la potente y dura erección que choca contra la parte baja de mi espalda dejándome inmóvil.

—Ten cuidado princesa—advierte—seria muy desafortunado que terminara ensartada por algún objeto esta noche.

La boca se me hace agua ante el roce de su cuerpo contra mi piel y aún sin verlo puedo sentir como su presencia y la lujuria que desata impregna todo el espacio a nuestro alrededor, amenazando con llevarme con ella.

No me gustan los hombres como él, pero desde el primer momento en que lo ví pude jurar que mis rodillas fallaron, y después no dejó de dar vueltas en mi cabeza ante la prepotencia que exhudaba ligada con la confianza típica de alguien que se cree mejor que el resto del mundo.

—Es un delito que un hombre entre a mis aposentos siendo la hija del Sultán.

Me retuerzo hasta quedar de frente a él, su aliento cálido besando y haciendo estragos en mi sistema.

—Yo no lo llamaría delito si se tratase del futuro esposo de la hija del Sultán-responde haciéndome reír.

—¿Acaso no estás tú demasiado confiado?, Los otros participantes no son estúpidos mindundis señor Duque.

Acerca su cara a la mía hasta que estamos demasiado cerca siquiera para poder respirar.

—Confio en mis instintos—responde—y por nada del mundo me dejaría quitar un premio como tú.

Su nariz roza la mía y el tener a tal montaña de perfección tan cerca manda mi cordura a volar haciendome pasar saliva a mil por minuto.

—Sería inapropiado hacer cualquier cosa, por el mínimo hecho de que aún no nos conocemos.

—¿Y como le explico yo eso a los demonios que me exigen que te haga mía desde el primer momento en que te ví?

—No me conoces-contradigo.

—Y tampoco lo necesito, estoy seguro que estás destinada a ser mía desde el momento en que naciste-levanta mi pelvis y pega aún más nuestros cuerpos-y estoy dispuesto a probar mi teoría.

Fanfic_SADonde viven las historias. Descúbrelo ahora