Chrischel: La hija del Sultán. Parte 6

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*Christopher*

Me desplazo de un lado a otro de la habitación, la ropa me asfixia y siento que las paredes me quieren aplastar, no me soporto ni a mi mismo, las ganas que tengo de follar desde que tuve a Rachel son tantas que siento que mis testículos están a punto de reventar si no me descargo pronto.

—¿Que pasa Christopher, algo que tenga que saber?—pregunta Alex que está sentado en frente a la mesa al lado de la ventana.

—Nada importante—respondo—repite lo que habías dicho.

Resopla exasperado y me valen tres quintales de mierda su enojo.

—No le estás poniendo atención a nada, te distraes fácilmente y eso te desenfoca, por tu culpa vamos a terminar todos muertos.

—Solo cállate la boca y di lo que te pregunté.

Aprieta el puño y golpea la mesa presa de la rabia y sin más me siento en el sillón del otro lado de la habitación mientras me sigue con los ojos ya que parece que va a soltar veneno si me acerco.

—Te dije que me llegó una carta hoy en la mañana desde Inglaterra.

—¿Y debería de importarme porque?

—La envía la Marquesa de Müller—dice tensándome en el acto—la carta dice que el rey ha expedido una orden de aprensión en nuestra contra y se nos exige presentarnos ante su presencia para demostrar nuestra inocencia o de lo contrario seremos declarados culpables y ejecutados.

Rio con una sonora carcajada ante las pendejadas de Antonio, solo a él se le ocurre que soy tan estúpido como para entregarme así porque sí.

—¿Y de que cargos se nos acusan?—indago.

—Alta traición a la corona y complot con fuerzas extranjeras para intentar derrocar a la casa real.

—Bueno, mentira no es—explayo una sonrisa mientras Alex me fulmina con la mirada—ay ya relájate, déjalo que continúe con sus estupideces que por mi parte cuando esté frente a las hordas del Sultán le voy a montar una cruzada que no va a tener piedra donde esconderse.

Asiente y vuelve a lo suyo revisando los documentos que tiene regados sobre la mesa, me recuesto sobre el lecho cerrando los ojos con el objetivo de aliviar un poco la tensión mediante el sueño<no hay nada más que hacer>

—¿Si sabes que lo que estás haciendo es peligroso verdad?—pregunta Alexander.

Abro con pereza uno de mis ojos y lo enfoco en el que sigue en su sitio.

—¿Que cosa?

—Follarte a la princesa.

—Ahhhh, eso—asiento—si, es verdad.

—¿Y con esa tranquilidad lo admites?, a veces me pregunto si en vez de tener un hijo lo que tuve fue un cavernícola que no sabe razonar.

Ataca y sigo en lo mío volviendo a cerrar los ojos que tapo con el brazo derecho para bloquear la luz.

—¿Que querías que hiciera?, Cuando la ví se me puso dura y no me pude aguantar.

—Esperarte al matrimonio por ejemplo—replica—tantas mujeres en el palacio y te lias con la más peligrosa.

—No voy a comer bazofia teniendo semejante monumento de mujer al alcance, lo siento por todo el mundo y si te molesta te lo tragas.

La puerta se abre dándole paso a Patrick que entra comiendo un rollo de Kebab como si fuera un cerdo y se queda en el centro del lugar.

—¿A qué te dedicas Lingüini?—exclama Alex—¿ a jugar por los pasillos?

—No señor, estaba averiguando quienes son los finalistas de la competencia.

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