Chrischel: La hija del Sultán. Parte 11

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*Rachel*

El corcel blanco que cabalgo trota suave y elegantemente entre las filas de soldados perfectamente alineados en un yermo de la campiña inglesa.

El sudor perla sus frentes, el miedo y el temor se capta en el aire.

<Y siendo sinceros ¿Quien no temeria por su vida?>

Después del azote durante siglos de los vikingos el pueblo inglés vive con el temor de ser avasallado nuevamente y la fama de carniceros que precede al ejército del Zar no ayuda mucho a la hora de centrarse.

Espoleo con gentileza el costado de la llegua y apura un poco el paso, los soldados se ponen en un firme rígido cuando paso frente a ellos y más de uno debe de haberse orinado encima al ver a Xena con la cota de mallas echa a medida que no se me despega de al lado.

El rugido de la pantera es un ferviente aviso de la contienda que se aproxima y buen detalle que le suma más a mi imagen de comandante en jefe.

Me aproximo a la parte delantera de la formación donde esperan por mi los altos mandos que me acompañan, todos vestidos para la lucha, inclusive la duquesa Regina que a sus setenta años de edad viste una armadura plateada como la luna con el lobo de la casa Morgan dibujado en el metal mientras el pelo corto y teñido por las canas le resalta la elegancia que nunca abandona.

—Casi me vuelvo más vieja mientras esperaba por ti—me saluda la abuela de mi esposo.

—Buenos días para ti también, duquesa—le respondo.

Parker se acerca a mi y me actualiza de los últimos por menores, el plan se encuentra en marcha y todos los hombres están en sus posiciones, todo puede ir bien o extremadamente mal, lo cierto es que del campo de batalla solo un bando sale con vida <y planeo que sea el mío>

Los nobles se dispersan a sus respectivas posiciones y me quedo en el lugar en la compañía de Regina que después de un amplio debate cedió quedarse en la retaguardia escoltada por un equipo de élite.

—¿Sabes una cosa Regina?—indago—se que no te caigo muy bien pero puede que este sea nuestro último día y quería decirte que a pesar de que no eres santo de mi devoción eres una mujer digna de todo el respeto que te has ganado.

—¿Y eso a que viene?

—No sé—me sincero—puedes llamarlo el momento de sinceridad antes de morir—rio yo misma ante la ironía de mis palabras—pocas mujeres han tenido los ovarios de hacer lo que tú has hecho y salir victoriosas en el campo de batalla.

—Veo que me has estado estudiando.

—Es sabio conocer a aquellos que te apoyan como aquellos que se te oponen.

Asiente lentamente dándome la razón.

—¿Sabes cuál ha Sido el secreto de mi éxito Rachel?—pregunta.

Enfoco mi atención en ella.

—Todos los hombres se creen que las mujeres somos seres débiles que estamos por debajo de ellos y necesitan su protección, nos subestiman y creen que somos como esas hermosas sumisas que los esperan en la casa con la cama tendida y el plato de comida caliente en la mesa, y es por eso que nunca van a esperar ser superados por nosotras y ahí radica nuestra ventaja—aparta la mirada del frente y voltea a verme con una expresión de dureza que solo un grande como ella puede portar—porque nosotras no somos así, nosotras no nacimos para servir, nosotras nacimos para mandar.

Asiento.

—No te odio Rachel, nunca perdería mi tiempo o me rebajaría a eso, no sería digno de mí, y se reconocer cuando una mujer poderosa está frente a mí, tu eres poderosa, así que hazte cargo de este mal nacido y demuestra tu valía, que cuando se escuche tu nombre y el de la casa Morgan tiemblen de miedo y agachen la cabeza, porque menos no somos.

Fanfic_SADonde viven las historias. Descúbrelo ahora