༄𓂀𝚃𝚑𝚎 𝙽𝚒𝚐𝚑𝚝 𝚆𝚎 𝙼𝚎𝚝𓂀༄

~☆Capítulo Dos☆~

✯𝐓𝐢́𝐚 𝐲 𝐒𝐨𝐛𝐫𝐢𝐧𝐨✯

-¿Cuantas veces debo decirte que si disparas debes darle en las piernas?- Cuestionó Rhea con reproche.

-Unas diez veces más- Respondió inocente el niño, recibiendo como respuesta un golpe de su tía en la cabeza -Eso no era necesario-

-Si era necesario- Respondió con diversión.

Era de madrugada, y la peculiar familia caminaba por las calles de Londres con las maletas en busca de un hotel donde quedarse.

Las calles que se estaban llenando poco a poco de gente en busca de un café o corriendo a sus trabajos hacia que sea difícil pasar desapercibido el hecho de estar cubiertos de sangre ajena. Caminaron  entre callejones, calles obscuras evitando toda la gente posible. El frío de Londres hacia más difícil el camino y con el agotamiento de la misión decidieron tirar las maletas a un lado de un contenedor de basura para posteriormente dejarse caer entre la mugre.

Rhea estaba agotada, llevaban una semana de un lado a otro, con poco alimento en su sistema y pocas horas de sueño. Estaba agotada de ver a Tay con grandes ojeras, sin ropa en un estado aceptable y ver como siempre el niño terminaba con sangre ajena en sus ropas.

Y con un gran suspiro tomó una decisión, que muy probable su sobrino no querra acatar. Al igual que cada vez que dejo en la mesa la opción.

-Tay- Llamo la joven en un susurro.

-Mande- Respondió.

-Vamos a dejar la vida de mercenarios- Dijo segura- No quiero ningún reproche, ninguna queja, nada- Sentenció antes escuchar un reproche.

-Pero si me gusta esta vida- Se quejo de igual forma- Me encanta las aventuras que vivimos-

-Y por eso dejaremos esta vida atrás- Respondió sin verlo- Llevas en este mundo desde que naciste, tu último cumpleaños la pasamos en una misión que casi nos matan- "Como siempre" Pensó el niño- Tienes que tener una vida normal, ir a la escuela, tener amigos de tu edad... Sprite no cuenta- Dijo rápidamente.

-Me gusta nuestra vida- Susurro el niño- Aunque me gustaría ropa más decente-

Rhea soltó una carcajada ante lo dicho y con un silencioso acuerdo, se pusieron a buscar un nuevo hogar.

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Steven salto de su cama, llevándose consigo un buen golpe por culpa de la cadena que ataba su pierna.

Entre resoplidos e insultos hacia sí mismo comenzó su rutina diaria. Cambiarse, revisar la hora mientras hacía su café, volver a insultar y correr al trabajo.

Para su suerte llegó temprano, para su mala suerte, su jefa estaba de mal humor.

-Deja tus cosas y sigueme- Ese fue el saludo de su jefa, Donna.

No lo pensó dos veces y corrió a dejar sus cosas, ponerse su jafete con su nombre. No serviría de nada, siempre le decían Stivie.

-Aquí estoy Donna- Dijo Steven -¿Qué ocurre?-

-Ocurre que por primera y única vez en tu vida serás guía- Respondió- Hasta que llegue alguien para suplantarte, luego regresas a la tienda de regalos-