~☆Capítulo Tres☆~

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✯𝐇𝐨𝐥𝐚, 𝐎𝐭𝐫𝐚 𝐕𝐞𝐳✯

-¡Necesito tres carnes con salsa blanca!-  El grito de su jefe oyó por toda la cocina- ¡Para hoy gente!-

El sonido de sopas siendo revolvidas, carnes puestas sobre las parrillas bien calientes y los gritos de los chefs retumbaban por esa cocina. Rhea se encontraba en la sección de carnes, más específico, las rojas. Su frente ya estaba perlada de sudor por el calor del lugar, recién empezaba su turno y ya estaba a nada de tirar la toalla. Comenzó a trabajar en un restaurante que hacía comida típica de Latinoamerica, era divertido la forma que servían la comida, porque depende donde te sientes, depende que país te corresponde. Hermosa experiencia para los comensales. Horrible para los chefs. Tenían más de treinta platos en total, cada uno completamente distinto, y esa complejidad a la hora de cocinar hacia que pocos cocineros se quedarán más de dos semanas.

Vaya la sorpresa del dueño al ver como Rhea aun mantenía su puesto de trabajo por un mes completo. Era una chef de categoría, sin duda.

-¡¿Las malditas arepas donde están?!-

Al ser un lugar de comida latina la gran mayoría de los empleados hablaban suficiente español para entender cuando los apuraban. "Las malditas arepas van a quedar en un lugar que no encontrarás pero si sentirás" Rhea realmente odiaba a su jefe. Parecía que nunca había estado en una cocina en su vida y se notaba a la hora de que el tipo intentaba cortar una simple papa.

Rhea bufo y mezclo la carne picada con salsa, caldo, un par de verduras y dejo hecho el relleno de las empanadas. Continuó poniendo en la parrilla unos chorizos, entraña y chinchulines. Les dio unas pinceladas de chimichurri y continuo con otros platos. Así era todo el día. Cortar, preparar, saltear y emplatar.

A las 12:36 en punto se oyó la campana de la entrada, indicando que un nuevo comensal entró, aunque no era un adulto que iba a degustar platillos extraños para su inglés paladar, era solo un niño con una mochila del Capitán América tan colorida, que él niño deseaba tirarla en un charco de lodo, pisotearla y hacer que pasen quince camiones por encima, solo así, tal vez le gustara la mochila.

Rhea se limpio las manos y suspirando, tomó dos platos de pastas y se sentó con el niño.

-¿Cómo te fue?- Rhea vio a su sobrio bufar, mostrando su descontento.

-Una mierda- Tayden espetó con molestia -Esto es una mierda Tía- apoyó ambas manos en la mesa viendo con suplica a su tía- Quiero volver, son aburridos los de mi clase, tú estas más cansada de lo normal y aun vivimos en ese hotel de mierda-

Rhea empezó a comer sin ver al niño, ella sabía que Tay estaba harto de la rutina. Un mes atrás estaban huyendo luego de robar unas joyas griegas a un tipo. Un mes atrás tomó la decisión de tener una vida normal con el niño, pero este ya no quería saber nada, había empezado la escuela y por su edad debía empezar la primaria. Lo odiaba, la gran mayoría de sus compañeros con suerte sabían contar hasta cien. Rhea no estaba mejor, se la pasaba todo el día trabajando, en este horario tomaba un descanso de treinta minutos, comía con su sobrino y luego continuaba hasta altas horas de la noche, Tay se quedaba allí haciendo tarea o solo leyendo algún libro de historia que su tía le haya regalado. Luego volvían al hotel, que quedaba cerca del restaurante.

Tay bufo por el claro mensaje que le dio su tía y comenzó a comer. Debía admitir que el restaurante era maravilloso, pero luego veía las quemaduras en las manos de su tía y se le pasaba. Amaba a su tía, no le dio una crianza perfecta. Cuando otros padres le enseñan a sus hijos a como caminar con un año, su tía le empezó a enseñar el uso de ditintos cuchillos.

༄𓂀𝚃𝚑𝚎 𝙽𝚒𝚐𝚑𝚝 𝚆𝚎 𝙼𝚎𝚝𓂀༄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora