༄𓂀𝚃𝚑𝚎 𝙽𝚒𝚐𝚑𝚝 𝚆𝚎 𝙼𝚎𝚝𓂀༄

~☆Capítulo Diez☆~

☆Esta vez saldré☆

Entre la obscuridad en la que estaba atrapada podía oír a dos personas discutir. Oía como peleaban de que forma curarle las heridas y como no hacerlo. Sintió el olor a alcohol inundar sus pulmones y eso le trajo recuerdos amargos de su pasado.

Recordó estar corriendo entre los pasillos de aquel laboratorio, sus brazos sangraba a causa de las aujas que sacó con asco de su cuerpo. Recordó como le gritaban de que debía estar allí, que ese era el trato.

"-¿Qué me darás a cambio por el niño?- Pregunto aquel hombre que tanto dolor trajo a su especie.

-Cambio al niño por mi- Exclamó haciendo oídos sordos a los gritos de Tayden -Una mutante que controla los huesos de sus adversarios es mejor que un simple niño-"

Aquel trato la mantenía encadenada por mucho tiempo en aquel lugar. Aguantó torturas inimaginables, experimentos con su propia sangre y todo eso en vano. Su sobrino no había sido liberado aquel día.

Debió imaginarlo. Un mutante con la capacidad de hacer que una persona normal se convierta en otro mutante. Debió imaginar que el poder de Tayden era más poderoso que el de ella, debió imaginarlo.

Tayden poseía la mutación perfecta para acelerar la genética de todo ser vivo en la tierra. Una gota de sangre del niño en el sistema de un mutante hacia que el gen-x de esta persona se intensificara. Pondré un ejemplo de lo poderosa y peligrosa que era su sangre, el Profesor Xevier, si el hombre toma una gota sola de esa sangre sin diluir hacia lo que Crebro. Hacia que el Profesor tuviera su mutación al cien por ciento. Algo genial para mutaciones simples, algo peligroso para todos aquellos que ya tenían un gran porcentaje de su gen-x activado. Por eso su sobrino era codiciado entre los científicos, podían explorar hasta que punto podía llegar el cuerpo y mente del ser humano. Lo intentaron, lo hicieron y fracasaron.

Cada experimento hecho fue un fracaso, el cuerpo humano no resistía altas dosis del gen-x, cada que se hacia, el propio cuerpo se destruía. Y ahí entra Rhea. Con una mutación capaz de crear vida con solo un puñado de calcio, capaz de hacer el cuerpo humano más resistente a aquella evolución. Ella junto a su sobrino podían crear la nueva hera del ser humano.

Con engaños ella cayó en la trampa, creyó de que su sobrino estaba a salvo de esos mal nacidos, lejos de las aujas, de los laboratorios y más importante, de la corrupción humana.

Estuvo allí por seis meses sometida a experimentos que llevaban su cuerpo hacia el borde de la muerte. Que grata la sorpresa de los científicos al darse cuenta de que una gota de sangre de Tay, era suficiente para que la joven pudiera explotar todo su potencial.

Lo científicos no debieron hablar sobre el niño, no debieron ni pensarlo, porque eso les llevó a la destrucción total de lo que creían que era su salvación.

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Rhea despertó con la vista nublada, se sentía para la mierda. El estómago lo sentía como sí se le hubieran sacado, mezclado con ácido y vuelto a poner a su cuerpo. Cuando se quizo levantar para ver donde se encontraba oyó dos sillas siendo arrastradas.

-Quédate quieta tía- Su niño apareció en su campo de visión -¡Marc!- Exclamó al ver como ella no le hacía caso.

El hombre corrió hacia la familia para ver a Rhea siendo retenida en la camilla militar que estaba recostada.

-Si te sigues moviendo te volveré a dar otro golpe para que vuelvas a dormir- Amenazó.

-¿Steven?- El hombre soltó un bufido por oír el nombre de su alter -¿Donde estamos?-