Capitulo 11

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El séptimo mes era demasiado agotador, Remus aún no entendía cómo había tenido tanta energía el mes pasado, su vientre era enorme y las patadas del bebé eran cada vez más frecuentes, en especial cuando Sirius se acercaba y lo acariciaba o besaba su vientre.

La primera patada se había presentado en el quinto mes pero en esos dos meses, sólo habían sido en contadas ocasiones; pero en ese instante; podía sentir como si el bebé jugara quidditch dentro de él.

Sirius había propinado una especie de llamada de atención al cachorro para que se dejara de mover tanto pero eso no surtía ningún efecto; solo cuando pasaba un rato pegado a él, hacía que se detuviera

El omega, cansado de dar vueltas y de intentar "razonar" con su criatura, decidió recurrir al alfa, se sentía indignado por el comportamiento de Altair, porque si, ya tenía nombre y sería un niño; mientras que Regulus y Severus tendrían una niña: Phoebe.

Tocó la puerta de su mejor amigo y después de unos segundos y gruñidos, Sirius abrió la puerta en un pantalón deportivo y sin camiseta, –¿Qué pasa?– preguntó adormilado.

–Altair no deja de moverse y no he podido dormir– respondió Remus cansado.

El pelinegro lo jalo hacia adentro y se acostó en la cama, dejando un espacio para que se acostara; el castaño esperaba que solo hiciera lo de siempre y volviera a dormir, así que eso era nuevo.

Con cautela se acostó y se pegó al contrario, consiguiendo que al fin su hijo dejara de moverse.

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Solo habían dormido una vez juntos y desde esa única vez, Altair le había agarrado el gusto y ahora no se quedaba quieto a menos de que ellos dos pasaran la noche en la misma cama.

No les molestaba pero si era una experiencia nueva; para comodidad de ambos, decidieron dormir en cucharita, Sirius abrazaba por la espalda a Remus y ponía una mano en su vientre mientras dormían.

El día había ido bien, al menos para ellos; Lily había iniciado en labor de parto y James no se había separado de ella en todo el día, los medimagos habían calculado que nacería el 1 de Agosto, cosa que había dejado algo más tranquilos a los 4.

Peter había dado aviso de que regresaría a conocer al pequeño Harry después de que se le pasara la tristeza de haber terminado con aquel alfa misterioso.

La noche estaba tan silenciosa que la voz de James en crisis y la luz de su patronus, los despertó de golpe; –¡Los medimagos se equivocaron, Lily está pariendo y no me dejan entrar! Dijeron que porque no pueden correr el riesgo de que me descontrole, que tonte... ¡ey, tu! ¿tienes noticias de mi esposa? (señor, preguntó eso hace menos de 5 minu... ntyrbtgef)– y terminó el mensaje.

–¿Crees que ese medimago este bien?– preguntó el castaño, con preocupación.

–Creo que tendré que irlo a averiguar– respondió el pelinegro con frustración, él aún tenía sueño, pero de ninguna manera dejaría a su hermano solo.

–¿Tendrás? Querrás decir, tendremos– corrigió Remus, parandose y dirigiendose a la puerta, para ir en busca de ropa.

–¿Qué? No vas a ir, sigue durmiendo, yo iré y te avisaré cuando nazca Harry– contradijo Sirius.

–¡Claro que iré! también son mis amigos y esto no está a discusión– estaba en cinta, no le faltaba una pierna.

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La mañana del 31 de julio había nacido Harry James Potter, Lily había quedado exhausta pero había llorado de felicidad y se había quedado profundamente dormida en menos de 10 minutos; los otros 3 también lloraron, en distinta cantidad pero lo hicieron.

Un hijo y el 60% de la herenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora