Capitulo 6

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El segundo mes también iba pasando sin percances, lo único que hacía vomitar a Remus, eran los aromas dulces y florales, por otro lado, los aromas como el cuero o la madera lo reconfortaban.

Justamente el aroma que tenía Sirius, aunque no solo él, también recordaba que el de Frank y otro chico del que no recordaba su nombre, tenían aromas así, el de Longbottom era a chocolate amargo con un toque picante y el del chico desconocido era de vino tinto y jengibre.

Ese día no se había podido concentrar en lo más mínimo en su trabajo, no porque Sirius estuviera haciendo demasiado ruido otra vez, sino porque su mente no dejaba de divagar en que quería un jersey del alfa; durante Hogwarts, el animago le había prestado una sudadera que compró en el Londres muggle y desde entonces había adquirido ese gusto culposo.

Harto de llevar horas dando vueltas por su oficina, fue a asegurarse de que Sirius estuviera hundido en negocios familiares y se escabulló a su habitación; tuvo que contenerse para no lanzarse a su cama y tomar una buena siesta.

Para no dejar rastro de su presencia, abrió ligeramente la ventana de su amigo y se dirigió a la puerta, al cerrarla, una voz interrumpió desde su espalda.

–Con el calor que hace, deberías tomar la amarilla, esa te dejará sudando– con un tinte divertido.

El omega se volteó con toda la vergüenza de haber sido descubierto, encontrándose al alfa viéndolo desde la pared contraria, –Estaba muriendo de estrés cuando noté que ibas a asomarte a mi oficina, creí que necesitabas algo, así que salí un momento y te vi entrar a mi cuarto– definitivamente Sirius quería reírse.

–Yo... solo... es que no he podido concentrarme en todo el día– respondió muy suave.

–¿Quieres que revise documentos en tu oficina mientras tu escribes?– preguntó y se acercó a tomarlo de la cadera, esa vergüenza de mirarse a los ojos aún permanecía levemente en Remus.

–No, tienes trabajo que hacer– respondió y desvió la mirada.

–Puedo hacer la parte de lectura hoy y mañana la de rellenar formatos–

–Aún así, no es necesario–

–¿Entonces planeas reemplazarme con esa sudadera los 7 meses que quedan?– preguntó mientras se acercaba al rostro de Remus, no iba a dejar que esa oportunidad se le fuera.

–¡Claro que no! Es solo que...– se comenzaba a quedar sin excusas.

–Entonces, dejemos esto aquí y pasemos el día juntos– Sirius interrumpió, aventó el jersey a su cama e irrumpió en la oficina del castaño, con el suficiente trabajo como para poder admirar al contrario de vez en cuando.


Un hijo y el 60% de la herenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora