PRÓLOGO-JACOB

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Main Port, Oregón. Tres años atrás.

―¿Jacob? ¿Me escuchas? Necesito que me respondas.

Parpadeé varias veces intentando enfocar mi vista en la mujer que tenía sobre mí, pero era difícil enfocar la mirada.

―Jacob, necesito que asientas si me estás entendiendo, ¿puedes asentir, por favor?

Traté de hacer lo que la mujer me pedía, pero mi cabeza se negaba a hacer lo que quería.

―¿Qué tal si parpadeas? Parpadea dos veces si me entiendes, Jacob.

Eso sí lo podía hacer.

Parpadeé dos veces o al menos lo hice una vez antes de que mis ojos se cerraran por completo.

―Esto no va a funcionar, ¿Jim? Llama a la doctora Ruso, hay que llevarlo a quirófano de inmediato, de lo contrario se va a desangrar.

¿Quirófano? ¿Qué demonios estaba pasando?

Volví a abrir los ojos usando la poca fuerza que quedaba en mí y noté que la mujer ya no me miraba. Su atención estaba puesta en algo al otro lado de mí.

Intenté levantar mi mano para llamar su atención, pero mi cuerpo no me respondía. No sentía mis extremidades.

¿Qué me estaba ocurriendo?

―Su ritmo cardíaco se está acelerando, Lila. Necesitamos moverlo o lo perderemos.

Oh, Dios.

Me estaba muriendo, pero... ¿Por qué me estaba muriendo? ¿Qué me había ocurrido para entrar en quirófano?

Una bruma espesa se había adueñado de mi mente y no me dejaba recordar nada.

―Bien, ¿qué tenemos?

―Es el paciente sacado del río, doctora Ruso. Presenta fractura en extremidad inferior izquierda y está en estado de shock.

―Bien, hay que detener la hemorragia, movámoslo ya.

Todo a mi alrededor comenzó a dar vueltas cuando colocaron una mascarilla en mi cara.

Pronto dejé de sentir frío.

Ya no sentía nada.

Si así se sentía morir, no estaba nada mal.

***

―Hijo.

Abrí mis ojos para encontrarme con la mirada azulada de mi padre.

―Gracias a Dios, Jacob.

―Estoy bien, papá ―murmuré, mi voz sonaba diferente por la falta de uso―. No tenías que dejar Portland para venir a verme.

―Mi único hijo casi muere, ¿y esperas que no venga a verte? ―espetó con voz ahogada producto de las emociones.

Pero a mí me daba igual.

Había perdido demasiado en la última semana como para importarme.

―¿Dónde está Laura? ―preguntó papá al ver que yo no hablaba.

No puedo creer que hayas sido tan egoísta al no pensar en mí al actuar de esta manera, Jacob. No puedo estar con alguien así.

Dudaba que se tratara sobre mi egoísmo a lo que se había referido mi ahora ex pareja cuatro días atrás.

Sabía que se trataba más sobre el hecho de estar furiosa porque su novio estaría en cama por tiempo indefinido y eso entorpecería su estúpido estilo de vida en la gran ciudad.

Dios sabía que nunca había sido egoísta con esa mujer, aunque yo no podía decir lo mismo de ella.

―De seguro está recogiendo sus cosas de mi casa―respondí indiferente.

Algo bueno había salido de todo esto. Ya Laura no tenía razón para vivir en mi apartamento en Portland mientras yo trabajaba en Main Port.

Había sabido desde un principio que esa relación no tenía futuro, pero había pensado que era perfecto ya que no tendría que lidiar con ella todos los días de mi vida. Razón del por qué no había comprado el anillo que ella por varios meses había insinuado que quería, aunque sí le había permitido hacer uso de mi vivienda en la ciudad.

Jamás dije que nos amáramos, simplemente éramos convenientes, hasta que entonces dejé de serlo. Supongo que ni el dinero podía comprar el interés de mi ex.

La boca de mi padre colgó abierta.

―¿Terminó contigo? ―dijo el con sorpresa― Hija de... ¿Luego de todo lo que pasaste?

―Terminó conmigo justo antes de mi segundo viaje al quirófano, papá ―suspiré. Mi vergüenza haciéndose presente una vez más al recordar el momento que Laura había roto conmigo sin llegar a preguntarme cómo estaba―. No me imagino cómo habría actuado el mundo al descubrir que su novio ahora sería un hombre incompleto.

―Jacob, hijo... ―papá se meció el pelo con frustración, señal que indicaba que estaba sin palabras.

―¿Dónde está mamá? ―pregunté decidiendo cambiar el tema.

―Está hablando con tu capitán ―explicó acercándose―. Hijo, ¿qué pasó? ¿Qué ocurrió para que terminaras...?

―Un rescate salió mal ―dije con voz neutra.

¿Por qué no podía seguir sin recordar? ¿Por qué ahora lo recordaba todo con brutal detalle?

Las consecuencias de mi error vivirían en mí para siempre.

―Ya sé lo que ocurrió en el rescate, Jacob. Me refiero a ti. Allí afuera hay veinte personas esperando para verte, Kane está a pocos pasos de abrir un hueco en la sala de espera, y tú les has negado el acceso por cuatro días. Esas personas son tus compañeros de trabajo, hijo. ¿Por qué haces esto?

Eran mis compañeros, papá ―apreté mis manos en puños―. Ya no pertenezco a la unidad.

―¿Pero qué estupideces estás diciendo? Siempre serás uno de ellos, Jacob, siempre. Sin importar que hayas perdido...

―Quiero estar solo ―le interrumpí sintiendo como mi corazón comenzaba a latir violentamente.

―Y una mierda que lo estarás ―escupió papá colérico―. ¿No quieres verlos? Bien. Les diré que se vayan. Pero no creas que vas a apartarnos a tu madre y a mí de tu lado tan fácilmente, Jacob Coleman.

Mi papá se dio la vuelta y salió de la habitación sin más.

¿Y yo? Yo me quedé tirado en esa cama, sólo y sin poder olvidar que mi vida jamás volvería a ser la misma.

Bien, aquí está una pequeña muestra de lo que será esta nueva historia. Nos vemos el lunes.

No olviden comentar si ven algo fuera de lugar,

Saludos, Vitto.

A FUEGO LENTO © ¡A La Venta En Amazon!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora