CAPÍTULO 15

187 35 3
                                    

-¿Quieres decir que tú me enviaste para recibir el dinero para la escuela? -acusé por encima de la sirena.

La profesora puso una expresión de sorpresa con los ojos muy abiertos, pero continuó apresurándome a través del campus oscuro.

-¿Cómo sabes sobre el dinero?

Apreté la bolsa de lona contra mi pecho para evitar que Nueve rebotara y se quejara más de lo que ya lo estaba haciendo.

-Te escuché a ti y al rector Sterling hablando de eso en su oficina.

Dejó escapar un suspiro frustrado.

-El dinero era la única forma en la que el rector Sterling te permitiría continuar con tu inscripción. Me aseguré de que recibieras tu invitación porque perteneces aquí. Lo que le dije a Sterling fue solo para su beneficio. Necesito tiempo para que puedas descubrir lo que realmente hay dentro de ti.

Mi mente se tambaleó con confusión. Todavía no tenía idea de por qué había dinero ligado a mi estancia aquí o quién había pagado mi matrícula.

-¡No entiendo!

-Sé que no, y no tengo tiempo para explicártelo. Este hechizo de invisibilidad no durará mucho más, y necesito llevarte adentro.

Un millón de preguntas querían salir de mis labios, pero sabía que tenía razón. Simplemente tendría que confiar en que ella estaba haciendo lo mejor para Nueve y para mí en este momento. Revisé el cielo, buscando a los Morelli volando por el aire, o como pudieran viajar. Seguridad primero, respuestas después.

Le dejé que me guiara, y justo cuando pasamos por la puerta de su edificio de oficinas, el hechizo de invisibilidad terminó; éramos completamente visibles de nuevo. La profesora Magnolis giró la cabeza hacia adelante y hacia atrás, buscando a alguien más, pero la costa estaba despejada.

Me dio un empujón y me llevó el resto del camino a su oficina. Inmediatamente después de abrir la puerta, cerró las cortinas para bloquear la luz y se puso a trabajar buscando algo en los cajones de su enorme escritorio. Dejé que mi mirada vagara por la espaciosa oficina. A mi derecha había un sofá de cuero gastado lo suficientemente grande como para tomar una siesta. A lo largo de las paredes había frasco tras frasco de ingredientes de hechizos y libros antiguos y polvorientos.

Un maullido ahogado salió de la bolsa que apretaba con fuerza en mis brazos. ¡Nueve! Dejé la bolsa con cuidado sobre el sofá y abrí la cremallera. La cabecita oscura de Nueve asomó por la abertura. Sus orejas se echaron hacia atrás casi planas en disgusto.

-Es bueno para ti que no sea claustrofóbico. Porque estaría arañando las paredes ahora mismo de otra manera.

-Lo lamento. ¡Fue todo lo que se me ocurrió hacer!

Un gruñido vibró en su garganta.

-Soy un gato, sabes. Hubiera estado bien escondiéndome debajo de la cama de Lauren.

Llevé la mano a mi cadera.

-Como si hubieras sido feliz ahí abajo y sin saber lo que estaba pasando fuera.

Nueve se burló y retorció su cuerpo el resto del camino, pero antes de que pudiera quejarse más, se detuvo y miró a la profesora Magnolis.

-Te conozco.

La profesora se enderezó de su posición encorvada en el escritorio y miró a Nueve.

-¿Lo haces?

-Conocías a Sinuhe y Alejandro. Estabas allí cuando cruzaron al Otro Lado con Camila.

Su atención se dirigió a mí mientras agarraba algo en su mano.

WIX ACADEMYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora