Capítulo 13 - Despedida

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Sábado.

Desperté temprano aquella mañana. Salí de la habitación y cuando caminé por el pasillo hacia el baño me di cuenta de cuan helada era aquella mañana de otoño, me sorprendió la sensación contra mis pies descalzos al andar sobre las baldosas. Me apresuré dando pasos rápidos, yendo de puntillas, estremeciéndome ya que lo único que llevaba puesto era una remera y mis bragas.

Sonó el timbre del departamento. ¿Quién podría ser? No esperaba a alguien. Tomé una bata del armario del baño una vez que terminé mis asuntos allí y me cubrí con ella para ir a atender al inesperado visitante.

Escuché que golpeaban suavemente con los nudillos sobre la puerta cuando me acerqué. Giré las llaves dentro de la cerradura y abrí.

-Buen día.- descubrir la sonrisa pretendidamente amistosa de Nox hizo que mi sorpresa inicial se viese incinerada por la rabia que me provocaba verla allí, impune. Apreté con fuerza mi puño para soltarle una buena tunda, pero cuando la diosa levantó sus manos y suavizó su mirada algo de ella que hasta ese entonces no había apreciado me hizo contenerme. Recién en ese momento reparé en que estaba disfrazada como una linda mujer humana y que lo único que me recordaba su divinidad eran sus ojos reales de astros brillando delicadamente detrás de la mirada castaña que su pálido rostro de mujer me mostraba. -Vengo en son de paz, estrella.-

-¿Qué querés?- le solté sin elegancia.

-Vengo a ver a la quimera.-

-Quimera murió. No seas cínica.- le dije de inmediato, furiosa, -¿Te olvidaste? Vos lo mataste.-

Para mi sorpresa, ella me sonrió con suavidad antes de hablarme: -Olés a él, estrellita. Además, puedo sentir que está en alguna parte de tu casa.-

-Debería reventarte la cara acá nomás por lo que le hiciste, por lo que nos hiciste, ¿qué te hace pensar que te voy a dejar verlo? No merecés volver a acercártele.- le dije y sentí cómo me quemaban las puntas de los dedos, no lo pude evitar, mi mano brilló un poco.

-Vengo de día a verlo cuando lo cuida una estrella, ¿qué más necesitás para darte cuenta de que no quiero hacerles daño?- fue la primera vez que la voz de miel de Nox me sonó sincera. ¿Estaba tratando de decirme que estaba más vulnerable que otras veces por el momento y las circunstancias en las que había venido hasta mí? La miré intensamente y para mi sorpresa ya no me pareció amenazante. Sin embargo...

-¡Agh!- Nox voló expulsada contra la pared que tenía detrás, mi mano brillante la había repelido con la fuerza etérea de un empujón violento. El golpe fue tan repentino y duro que retumbó por todo el pasillo. La diosa quedó sentada en el suelo, confundida y adolorida.

Una vecina chusma salió al pasillo al oír el golpe, asomándose por la abertura de su puerta entreabierta.

Nox se estaba levantando con algo de dificultad cuando aquello ocurrió, vio a la mujer con cara de sorpresa y ella fingió una sonrisa avergonzada y le echó la culpa a los tacos que tenía puestos. Ensayó una muy convincente cara de cansancio que la vecina atribuyó a una borrachera de la madrugada anterior y volvió a su hogar rodando los ojos con evidente prejuicio.

-Supongo que me lo merezco.- mencionó la diosa mientras volvía a ocupar el lugar frente a mi puerta. Me di cuenta que podría ponerla en fuga si la atacaba con mayor fuerza, y las ganas francamente no me faltaban, pero ella continuaba sonriendo de esa manera tan extraña que hacía que mi rabia inicial se fuera disipando. ¿Y si le daba una oportunidad?

Dejé que la diosa pasara a mi casa y la conduje por los ambientes hasta que llegamos a mi habitación, atravesamos los ambientes en un silencio que fue más incómodo y extraño para mí, Nox se movía con una entereza envidiable. La quimera yacía recostada en mi cama debajo de las sábanas. Lo que veíamos de él era su disfraz humano, yo me había ocupado de traerlo a casa después de aquel fatídico día en el que creí que lo había perdido para siempre. Había vendado sus heridas y lo había cuidado celosamente lo mejor que pude, pero aún así no despertaba.

QuimeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora