Epílogo

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Era de noche. Por supuesto.

Ella flotaba sobre el cielo del mundo, con la Bruma debajo rondándolo todo. Su larga falda poblada de estrellas, hecha con la tela con la cual se tejen los ensueños, se movía al son del viento helado.

La luna nueva proyectaba su oscuridad sobre el mundo entero, y aún así, entre aquellas hondas sombras, ella lo vio venir.

-Tiene que ser serio para que me vengas a buscar...- dijo sin saludos protocolares.

Él no respondió. Se mantenía en el aire agitando sus alas inmensas de dragón.

-¿Forzaste...? Pusiste a Julieta en mi camino para que abriera los ojos, para que su luz pusiera en evidencia lo que sabías que iba a pasar. Querías que yo lo viera.-

Por toda respuesta, ella sonrió.


***


-¿Hace cuánto no lo ves?-

-Algunos meses.-

-¿Y no te molesta que, después de todo lo que pasó entre ustedes, al final te haya dejado?-

-Él no me dejó, tuvo que viajar de vuelta a su tierra para arreglarla, eso es algo que vos sabés que está haciendo, ¿no?- La otra no le respondió. -Además, podría ir a visitarlo si yo quisiera.-

-¿En serio?-

-Sí, pero los dos estamos en un momento en el que necesitamos poner un poco de orden en nuestras vidas. Él allá y yo acá. ¿Y sabés por qué no me molesta? Porque sé en mi corazón que nuestra amistad no necesita una constante presencia física para que perdure.- Hubo silencio entre ellas, mientras la muchacha trabajaba en la computadora. Revisaba curriculums para decidir los próximos ingresos a la oficina donde trabajaba. -Esta chica me recuerda un poco a él... no se le parece, obviamente, pero tiene un aura muy peculiar que me lo recuerda.-

-¿Cómo se llama?-

-¿La chica? María.-

Soledad sonrió...

QuimeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora