Pedro Calle

CAPÍTULO 16: El Mensaje.

La montaña, al iniciar el alba, obsequió todo un espectáculo, fue un caleidoscopio; como si el cielo y la tierra comenzarán a separarse, dejando de lado toda la oscuridad y penumbra que cubría el panorama y durante esos minutos que brindó la naturaleza se produjo magia, fue el nacimiento de un nuevo día lleno de esperanzas y puso de manifiesto la convicción de continuar adelante a pesar de todas las adversidades.

Pedro, después de haber dejado a Valentina en su casa, se fue a refugiar en ese bosque, trato de descansar un poco y dormir, pero fueron pocos los lapsos de tiempo en que pudo hacerlo, él trató de poner en práctica el consejo que le ofreció su tío Juancito, pero fue en vano, infelizmente no pudo dejar de pensar en el minero baleado. Se levantó antes del alba, se sentó en una loma con su fal y una enorme taza de café y pudo admirar el espectáculo que le regaló Dios en ese instante. Entonces recordó a su madre Aminda y no pudo continuar conteniendo las lágrimas, se sintió vacío, miserable y poco hombre por todo lo acontecido.

Pero bueno, no todo era tan malo en su vida, pues ya tenía oportunidad de comenzar una bonita relación sentimental con Valentina, quien para él era completamente distinta, con ideas firmes y lo hacía sentir vivo, con esperanzas e ilusiones dentro de un pueblo y una montaña que lo arrastraban a tocar fondo como individuo y lo inducían a ser un criminal, sin principios o valores.

Renegó él porque tenía que estar en ese pueblo viviendo ese tipo de situaciones, cuando podría fácilmente estar con su madre trabajando dignamente, con muy poco, pero, aunque sea eso, le daría para vivir honradamente. Tomó un tabaco de marihuana, lo encendió, fuma y comenzó a hurgar en su teléfono celular, a pesar de no tener buena cobertura, revisó por si le llego por casualidad algún mensaje y en efecto tenía dos; uno de su mamá y otro de Valentina. Abrió inmediatamente el de Valentina.

—Me encantó haber pasado la tarde contigo, perdóname por besarte, pero tenía ya desde que te conocí muchas ganas de hacerlo. —finalizó la joven.

Pedro se emocionó, sonrío, su corazón latió rápidamente y lo respondió, pero el mensaje simplemente se quedó en enviando, porque la señal en ese sitio era nula. Ahora continúo revisando el que le envió su mamá y lo leyó con mucho detenimiento.

—Hola hijo bello, mami, te ama. Besos para ti y Luisito. Papi, cuando puedas por favor envíame un poco de dinero que necesito ir al médico a hacerme un chequeo de rutina. —enfatizó la dulce Aminda.

Este mensaje dejó a Pedro pensativo y algo consternado, su mamá nunca le pidió dinero extra, ya que él todas las semanas le hacía una transferencia a su cuenta bancaria para comida y sus cosas personales, pero recordó que ya en varias oportunidades ella le había solicitado un dinero adicional para visitas al doctor.

Se puso a analizar por un momento y se enfureció, dio vueltas en su propio eje producto de la desesperación y notó que ya Aminda había asistido al médico en varias oportunidades y de hecho hasta dos veces en un mismo mes. Su mamá parecía estar enferma y se lo había estado ocultando todo este tiempo.

Pedro se desesperó un poco y bajó rápidamente corriendo por la montaña con el teléfono celular en la mano intentando encontrar señal para llamarla o enviarle un mensaje, él tenía muchas dudas y necesitaba respuestas cuanto antes. Comenzó a sudar por la carrera y sintió un nudo en la garganta, cuando de repente notó que su teléfono ya tenía señal, inmediatamente comenzó llamar a Aminda, y sonó el teléfono una y otra vez hasta que ella respondió.

—Mami, mami, me escuchas —Preguntó Pedro con suma agitación, desesperación y cansancio.

—Papi si, te escucho, ¿cómo estás? —Respondió Aminda con una voz celestial, dulce y placentera. Escuchar su voz trajo calma a Pedro, lo relajó y tranquilizó por un instante. Pero él con exaltación comienza a interrogarla, para que ella le diera todas las respuestas que necesitaba, pero Aminda con su tierna voz solo lo evadió y trató de hacerle creer que no sucede nada malo.