Capítulo 2

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Después de un turno con mucho cansancio en el hospital, voy a un restaurante sola, en el que preparan la comida más deliciosa que he probado jamás.

Tras hacer mi pedido, que espero disfrutando de mi café, vuelvo a casa.

Antes de que haya soltado las llaves de la puerta en su lugar el teléfono comienza a sonar.

—¡Oh, No, Solar! Si eres tú otra vez te juro que cambio de número de celular y de domicilio —murmuro de camino al salón.

—Lisa, soy Jennie Kim.

—¿Tú otra vez gatita? —pregunto con un suspiro.

—Tranquila, esta vez es en son de paz Lisa. Sé que estarás cansada, pero ¿Te apetece un café? Quiero recompensarte por haberme comportado como una arpía.

—¿En serio gatita? ¿Y me vas a pedir perdón y todo? —bromeo con una sonrisa.

—No te rías, pero esa era mi intención. No voy a ponerme de rodillas, Manoban, eso ni lo sueñes, pero te mereces una buena disculpa.

—Gatita con un “Lo siento” me conformo, tranquila.

—No acepto un no como respuesta así qué, te recojo en diez minutos.

—De acuerdo, como diga la princesa.

Me doy una ducha rápida y me pongo unos vaqueros y una blusa blanca.

No se trata de una cita a fin de cuentas, y no tiene sentido que me arregle más.

Cuando abro la puerta del portal me encuentro con una Jennie muy risueña apoyada en un Mini color rosa chicle.

¿En serio la gatita piensa que me voy a montar en esa cosa?

—Dime que esa chatarra rosa no es tuya —digo antes de acercarme.

—¡Ey! No te metas con Pinky.

—¿Pinky? ¿En serio le has puesto nombre a tu pequeño carrito de juguete?

—Es una maravilla, no puedes negarlo.

—Jennie, me da vergüenza. No pienso montarme en esa cosa de juguete.

—¡No seas dramática! Es solo un carro pequeño rosa, y no podremos llegar a nuestro destino sin Pinky.

—Ni de juego. Vamos en mi auto, que es mucho más grande y da apariencia  de una verdadera adulta.

—Tu auto es muy aburrido, eso es lo que es.

—Un BMW descapotable nunca es aburrido gatita, su velocidad es única.

Al final Jennie accede a que vayamos en mi carro, y nos encaminamos al norte.

Una hora después nos encontramos en un pueblecito de ocho mil habitantes situado al norte de la ciudad.

Paramos frente a un restaurante estrecho, con una fila de asientos y una enorme barra de piedra.

—Voy a revelarte mi secreto Lisa, pero tienes que prometer que no se lo contarás a nadie.

—Prometido gatita. Ninguna palabra saldrá de mi boca. Y ¿Se come bien en este sitio? Estoy hambrienta.

—Ya lo verás.

Jennie pide la especialidad de la casa y dos copas de vino.

He de reconocer que es la mejor hamburguesa y ensalada que he probado en mi vida, además el platillo de la casa es único.

Jennie me mira fijamente apoyada en las manos con una sonrisa traviesa.

—Es la mejor comida del mundo, ¿Verdad Lisa? —pregunta.

Al Límite de la Seducción (Adaptación Jenlisa G!p)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora