—Señor Sesshomaru. — Se escuchó al unísono antes de que todos los cuerpos divididos en dos filas, hicieran una reverencia.
Él caminó en medio, ignorando a todos sus empleados leales. Su cabeza hecha un lío de emociones que no mostraría en el exterior, su semblante sereno y serio para aparentar. No debía mostrar vulnerabilidad ante personas inferiores, se negaba a ello.
Sin embargo, sus pequeñas acciones decían lo contrario a lo que pretendía demostrar; sus manos se aferraban con fuerza al cuerpo cubierto por una suave sábana blanca, mientras avanzaba hacía el enorme hueco en la tierra al final de la plantación del jardín. Su mirada vacía, triste, y sus pasos no exhudaban poder, sino incertidumbre.
A comparación de muchas otras veces, los empleados contemplaron como trató un cuerpo con tanta delicadeza. No la arrastró hacía el jardín tras meter su cuerpo en una bolsa negra, ni tiró su cuerpo como basura en el hueco cavado o plantó un girasol ya crecido encima. Esta vez fue gentil, tratando el cuerpo sin vida de la mejor manera mientras la colocaba suavemente en el hueco, enterrando él mismo a la persona tras ordenarle privacidad a los empleados.
Aún así, no fue merecedora de un ataúd o tumba digna, ya que Sesshomaru debía continuar conservando las apariencias para no levantar sospechas.
Y, en lugar de poner un enorme girasol encima, plantó semillas al azar, preguntándose cuál flor sería la más fuerte en crecer.
Su mirada se fijó en la tierra removida, dándole un último vistazo antes de caminar hacía la mansión. Los guardias en la entrada sintieron terror ante el semblante de su jefe. Fue incluso más aterrador que su yo habitual; tan vacío e impenetrable. Temieron que se volviera más sádico de lo que era.
—Activa las cámaras —ordenó al pasar, encerrandose en su oficina.
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Se sintió como un sueño, uno demasiado pacífico.
Estaba sola bajo aquel único árbol en ese campo vacío, refugiada del sol al sentarse bajo la sombra. La brisa corrió suavemente, como un soplo de aire lleno de libertad, moviendo suavemente su cabello. Aunque, también se sintió solitario.
Sus pies descalzos jugaron con el césped mientras contemplaba la simple pero bella vista. Nunca creyó volver a disfrutar algo tan común para muchos.
—Es hermoso, ¿no? — Una voz femenina la asustó al principio, pero al girar la cabeza hacía su dirección, la sonrisa de aquella chica desconocida le transmitió pura paz —. Es lo que más nos dio felicidad al llegar. Con el simple hecho de estar aquí, libres y con este aire tan tranquilo, nos sentimos seguras por primera vez en nuestras vidas —informó alegre, sus ojos marrones casi cerrados por la enorme sonrisa en su rostro, una genuina.
Aunque no la conocía, la hizo sentir feliz al escuchar lo bien que se sentía en aquel lugar.
—¿Nos? —preguntó curiosa al darse cuenta que estaba hablando en plural.
La chica asintió enérgicamente.
—Somos muchas —afirmó —. Queríamos conocerte porque te admiramos profundamente, así que aprovechamos está oportunidad para venir a tu paraíso —informó alegre, indicando con la cabeza hacía el lado contrario donde miraba la azabache —. ¿Quieres saludar?
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She's |Sesshome| |Libro 2#|
Fanfiction|Libro 2# de: "He's"| Su mente funcionaba rápido, pasando mil cosas por su cabeza, pensando en cómo derrotar al diablo mientras era cautiva de él. Sin embargo, lentamente, la azabache va perdiendo la cabeza. ¿Podrá volver a ser quien era?