༒Capítulo 10: "Avivando las llamas"

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Quizás aparentó una tranquilidad envidiable frente a sus empleados, pero nada de eso estaba siquiera un poco cerca de la realidad. La calma duró menos de lo esperado, cuando, sin esperarlo, se oyeron fuertes ruidos dentro de la oficina de su jefe. La paranoia llegó incluso más rápido de lo imaginable.

Sin ella, él simplemente se desconectó.

—Naomi, Naomi — Su voz se profundizó en el segundo timbre, de manera siniestra —, ¿por qué me haces seguir siendo el malo? Estaba tan cerca de tenerla toda para mí... — Sonó rencoroso, mirando un punto fijo de su oficina al estar pensativo. El vaso de whisky en su mano olvidado hace mucho tiempo.

La mujer frente a su escritorio tarareó en repuesta a su acusación, mirándolo con una sonrisa divertida mientras el ruido de sus uñas raspando la madera era lo único que sonaba entre aquel silencio.

—¿Se supone que es mi culpa? Yo no fui quien perdió el control y ahorcó a la persona que juró amar. — Se encogió de hombros, la falta de empatía llenando cada palabra que salió de su boca.

—No quise lastimarla. — La miró con una expresión de dolor, su alma se quemaba por dentro.

—Te equivocas. En el fondo, siempre deseaste su sufrimiento, resentido por el hecho de que jamás pudiste tenerme. — Su esbelto cuerpo se cernió sobre el escritorio, quedando cara a cara con el hombre —. Es por eso que asesinaste a mi esposo, ¿cierto? Sobredosis provocado por sí mismo, — una risa burlona se le escapó —, la policía lo creyó y mi hija murió creyendo una mentira, sin saber que su verdugo, también fue el de su padre.

—Qué importa ya —respondió sin ánimos, bebiendo de su whisky.

—Tienes razón, ella se convirtió en una mas de tus girasoles. Al fin y al cabo, me amabas mucho mas. — Se alejó, parándose de nuevo frente a él —. Todo esto, toda esta locura, fue a causa mía, — se señaló a sí misma con orgullosa —, porque incluso sus muertes, ahorcadas, son exactamente como me suicidé.

Sin embargo, él se atrevió a negarlo con un movimiento de cabeza.

—Eres la creación del villano, ingenua mujer, pero no su debilidad. — Naomi frunció el ceño, pero permaneció en silencio. — Te amé, me obsesioné con la idea de que fueras mía y cuando moriste, perdí la poca cordura que me quedaba, pero continué mi camino, mi locura tomó impulso y seguí mas fuerte que nunca. En este momento, tras la muerte de Kagome, alucino que estas aquí conmigo, en una fantasía creada por mí, cuando en realidad estoy sangrando por ella y me torturo imaginándote. ¿Puedes entenderlo, Naomi? — Se recostó en su silla, ignorando la presencia de la mujer al mirar hacia otro lado.

—Por supuesto que lo entiendo, tu debilidad es... — con una sonrisa, miró hacia la ventana —, una verdadera maravilla.

El sonido de fuertes golpes, como desesperados, lo sacaron de su imaginación. Sus ojos dilatándose al regresar a su verdadera realidad, donde estaba sentado en el suelo, entre medio de toda la mugre por destruir lo que estaba en su camino, y sus manos temblaban por inercia ante las cortadas sangrantes por los vidrios del vaso que rompió. El color carmesí también decoro sus preciosos ojos ámbar por las lagrimas contenidas.

Los golpes continuaron, siendo ignorados con éxito, sin embargo, tras no obtener reacción de su jefe, los empleados recurrieron a gritar a través de la puerta para llamar su atención.

—"¡El jardín se quema! ¡El jardín se ha prendido fuego, amo, los girasoles se queman!"

Actualmente el jardín poco le importaba, pero allí estaba ella, y su corazón se inquietó por ese conocimiento. Su cuerpo se movió por sí solo cuando se levantó para caminar hacía la ventana, pisando los vidrios con sus pies descalzos, dejando sangre a su paso. El humo interfiriendo con la vista de su gran ventanal, pero aun así, fue capaz de visualizar el jardín en llamas, el fuego cada vez se avivaba mas con la presencia de los girasoles.

Los golpes cesaron cuando la puerta fue abierta, ganándose una simple mirada del albino hacia el intruso, nada nuevo sin embargo, aquella anciana era la única que podía irrumpir sin permiso en caso de emergencia.

—Señor Sesshomaru, su madre esta en el teléfono —informó la mujer en cuanto logró llamar la atención de su melancólico jefe, tratando de ignorar las heridas en este y el desastre a su alrededor, aunque sus ojos se desviaron un par de veces.

—Cuelga la llamada, Kaede. —contestó con simpleza y a su vez, desprecio.

—Dice que es importante. Trata sobre algo que le será de mucho agrado, me hizo saber —insistió, lo cual ella jamás hacia, por lo que, con un suspiro, tomo el teléfono, casi en arrebato, fastidiado.

—Ve, Kaede —ordenó con un gesto hacia la puerta, asegurándose de su inexistencia en la oficina para hablar —. Madre —saludó tan desinteresado como le fue posible, aun mirando como su jardín se prendía en llamas.

Del otro lado se oye una risa burlona, sabiendo que realmente solo lo llamo para irritarlo aun mas.

—"Nunca deseas atender mis llamadas, debes de estar muy desolado si lo hiciste. — Su madre no demostró ni una pizca de culpa, lista para envenenar a su hijo —. Sabes, era cuestión de tiempo antes de que pierdas el control, tu familia perfecta se arruinó y tu bastardo ni siquiera pudo nacer".

Sesshomaru hizo una mueca, cerrando los ojos para respirar. Lo que antes podría generar furia, ahora lo lastimaron de una manera que él se negaba a sentir. Se sintió el niño indefenso que nunca quiso ser; las palabras de su madre quemándolo como fuego sobre su pecho.

—Al parecer sabes mucho, madre. Quizás alguna serpiente suelta espiando en mis dominios —habló con tranquilidad a pesar de su sentir, abriendo los ojos para ver su reflejo moribundo en el vidrio del ventanal.

Patético. Se odió a sí mismo.

—"Estas destrozado pero aun tienes la fuerza para estar en mi contra, lo admiro. Sin embargo no, lo supe de una fuente mas directa, mas segura".

Sesshomaru no esperaba esa respuesta, de hecho, supuso que su madre volvería a cambiar de tema o sería muy vaga al respecto, por lo que ladeó la cabeza, curioso.

—Mmm, ¿y ese quién podría ser?

"Yo"

Si fuera posible, Sesshomaru tuvo un paro cardiaco sin realmente tenerlo. Todo su mundo de detuvo cuando escucho ese cambio de voz a una que no creyó volver a escuchar nunca mas, sonando angelical para sus oídos. Y por unos segundos, no encontró nada que decir al no saber expresar la explosión de emociones que sumergieron al oírla.

Solamente se quedó en silencio, hasta que la llamada se cortó, su mano cayendo inerte hacia su costado, aun mirando por la ventana, pero esta vez sus empleados intentaban apagar el fuego, y entre el humo, pudo ver como en una esquina, donde se suponía que debía de haber otro girasol en llamas, en su lugar se encontró con un pozo vacío.

Ella realmente estaba viva, aceptó.

Él nunca soltó una risa, ese sonido que todos desconocían viniendo de su persona, pero en ese momento, en aquella soledad con todas las emociones que lo atravesaban como cuchillos mientras asimilaba la situación, una profunda y gruesa risa escapó de su interior.

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-Kuikuiry.


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⏰ Última actualización: Oct 22, 2023 ⏰

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