• Capítulo Ocho •

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Revelaciones



Había algo mal con su compañero. Zee podía sentirlo, en sus huesos, en sus colmillos, en cada uno de los centímetro de su cuerpo y especialmente en su desesperado corazón. Trató de alcanzar a Saint, pero la oscuridad lo mantuvo atrapado. Un collar de plata parecía estar revistiendo su garganta, impidiéndole respirar bien. Todo su cuerpo parecía estar dentro de una jaula de plata, irrompible, imposible de esquivar, apresando todos sus movimientos.

Y entonces, las palabras flotaron en su mente. Por favor, Zee, ayúdame.

El hecho de que su compañero hubiera logrado comunicarse con él incluso si ellos no habían aún completado su vínculo decía mucho de la urgencia de la situación de Saint. Era algo sumamente inusual incluso para los lazos de pareja completos, y mucho menos pasaba para los lazos inacabados. Zee aulló en angustia, saltando hacia adelante, sacudiendo la cabeza de un lado para otro lado. El collar de plata le mordía en su cuello, amenazando con cortarle la respiración. Cuanto más golpeaba, más dura era la plata sobre él, el veneno de la sustancia se filtraba en el cuerpo de Zee a través de las heridas abiertas causadas por sí mismo al sacudirse, pero él lo ignoro ahora solo podía pensar en Saint.

La voz de su compañero regresó, inquietante, pero aun así tan hermosa, llena de un tan fuerte anhelo que casi dolía.

Por favor, Zee. Regresa a mí.

Justo así, la jaula de plata se rompió y Zee abrió los ojos. Tomó una profunda respiración y se encontró a sí mismo mirando el techo de lo que parecía ser una de las habitaciones de enfermos que mantenían dentro de la mansión.

"¿Zee?" a su lado preguntó una voz familiar. "Mierda, ¿puedes oírme?"

Zee parpadeó un par de veces y cuando al fin pudo enfocarse, vio a su hermano que había estado sentado a su lado y lo miraba con preocupación. Un recuerdo atravesó la mente de Zee, aquel de su traicionero hermano separándolo de su compañero. Gruñendo, Zee extendió sus garras, su ira se ocupó de los rastros persistentes del envenenamiento de plata en su sangre y su cuerpo rápidamente volvió a la vida.

Fight saltó hacia atrás y se alejó, evitando el ataque de Zee. Corrió hacia la puerta y gritó, "¡Él está despierto!".

Zee salió de la cama y acechó a su hermano, ya planeando cómo quitar de mejor manera a Fight de su camino. Todavía podía sentir cuánto lo necesitaba Saint, y cualquier tipo de retraso era inaceptable.

Fight levantó las manos, como si intentara decir que él era inofensivo y no deseaba pelear. "Detén esto, hermano. Vuelve a la cama. Todavía estás débil".

"Soy lo suficientemente fuerte para encargarme de ti" Zee lo ignoró y respondió gruñendo.

Fight hizo una mueca y respondió, "Sé que te decepcioné, Zee. Realmente lo lamento. Yo no quería continuar con todo esto en primer lugar. Pero tu siempre dejas la manada y realmente no te importa sobre las políticas que hay que mantener, por lo que no sabes el tipo de presión bajo la que estamos y las amenazas por parte de otras manadas".

Zee escuchó más atentamente ahora, preguntándose si podría usar algo de la información que su hermano le proporcionó. Esperó, luchando por controlar sus instintos incluso si, en este punto, a él ya no le importaba lo que le pasara a su manada.

"No entiendo nada de esto, Fighter" admitió. Frunciendo el ceño, trató de recordar lo qué había sucedido y que lo había llevado a estar aquí en esta habitación. "Todo parece tan intrincado y mi memoria todavía está borrosa".

El Bebé de Su Hombre Lobo ~ ZaintSeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora