• Capítulo Diez •

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Nueva Vida



"Mi compañero" dijo Saint.

Mientras hablaba, se frotó contra el cuerpo desnudo de Zee, sin avergonzarse en lo más mínimo de mostrarle a Zee los resultados de su proximidad. Su compañero liberó uno de sus característicos gruñidos, en realidad, Saint debería haber adivinado la naturaleza licántropa del otro hombre únicamente por esos sonidos.

Pero con un tono dolorido, como si físicamente le afectará el negársele a Saint, Zee murmuró "No quiero lastimarte, Saint. Yo—"

"No lo harás" lo interrumpió Saint. "Quiero esto, Zee. Te quiero a ti. Te extrañé demasiado. Esto todavía se siente como un sueño. Han sido... tantas cosas. Muéstrame que es real".

Zee contuvo el aliento mientras sostenía a Saint y sus manos le acariciaban suavemente la espalda, "Si... Si sientes alguna incomodidad, simplemente..."

Saint envolvió sus brazos alrededor del cuello de su amante, acercando sus labios tanto que casi se besaban. "Lo sabrás, ¿verdad?" Saint susurró en contra de sus labios. "Quiero hacer esto, Zee. Nosotros podemos ser cuidadosos".

En lugar de responder, Zee terminó con el espacio que separaba sus bocas, dejando un leve beso sobre los labios de Saint. Saint dejó escapar un pequeño gemido abriendo su boca y la lengua de Zee se deslizó dentro, persuadiendo y seduciendo. No era como ninguno de los besos que habían compartido anteriormente. En el pasado, Zee le había dejado sin aliento a través de una pasión cruda y visceral que seguía a un acercamiento más suave y gentil. De esa forma, Saint se había acostumbrado a ambos lados de Zee. Pero esta vez era diferente, porque aquellos dos lados ya no estaban separados. Zee dejó de tratar de ocultar su naturaleza a Saint, y mientras Saint hacía su propia exploración con su cuerpo, ahora podía sentir la forma en que los dientes de Zee se afilaban y alargaban, eran los caninos de un depredador. No era la primera vez que él entraba en contacto con esos colmillos perversamente afilados, pero ahora era diferente, estos nuevos toques no eran apresurados, quizás un poco inseguros, pero totalmente abiertos y confiados.

Esto era lo que Saint quería, llegar a conocer a Zee de todas las formas posibles. Zee afirmó que sabía que Saint era su otra mitad desde el primer momento en que se conocieron. Tal vez una parte de Saint lo sabía también, pero a través de la belleza romántica de un amor a primera vista y también con la clara química que había entre ellos, en su interior ya sentía que podían construir algo eterno, una verdadera familia.

Saint vertió toda su necesidad por Zee dentro del beso, tratando de decirle al otro hombre cuánto deseaba confiar en lo que ellos tenían y cuán asustado estaba de llegar a perderlo. Zee correspondió sosteniendo la sinceridad de Saint con perezosos, reconfortantes pero aun así sensuales toques. Mientras su lengua seducía sin esfuerzo la boca de Saint, sus manos comenzaban a trabajar desprendiendo su ropa.

A Saint le hubiera gustado ayudar, pero él ya sabía que Zee era mucho mejor en cualquier cosa que en esos momentos requiriera coordinación. Se concentró en tocar a Zee, mapeando sus fuertes hombros con los dedos. Zee fue extremadamente cuidadoso con él, manteniendo su peso fuera del cuerpo de Saint. Aun así progresó constantemente en su búsqueda para llegar a desnudar el cuerpo Saint. De alguna manera, se las arregló para mantener sus bocas unidas incluso mientras desabrochaba la camisa de Saint y alcanzaba la cremallera de su pantalón.

A estas alturas, el miembro de Saint palpitaba dolorosamente dentro de sus vestimentas. Cuando los dedos de su amante —no, los dedos de su compañero— rozaron su miembro sobre su ropa interior, Saint se estremeció por la corriente que recorrió todo su cuerpo. Para su terrible consternación, él se encontró ya cerca del clímax y eso que recién apenas habían comenzado a besarse.

El Bebé de Su Hombre Lobo ~ ZaintSeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora