7.

532 36 0
                                    


"Pareja especial"

— ¿Entonces crees que debería cambiar varias cosas? — alzó la voz algo sorprendida.

— Así es, — seguí ayudándola en la cocina. — Hay algunas cosas que son flojas y que no te dejan con la intriga de seguir leyéndolo. Métele más exageración, da más rodeos y deja más dudas entre frases.

Hablé mientras cortaba un par de hortalizas.

Llevábamos ya un rato hablando sobre su documento que tenía que publicar antes del 16 de abril, tan solo le quedaban 4 días, así que por ello ya tuve tiempo libre para poder comunicarle todo.

— Serás una periodista genial si tienes estos pensamientos. — me ofreció una sonrisa sincera.

— Bueno... — era la oportunidad perfecta para sacarle el tema de mi trabajo. — No creo, en la universidad nos han dicho de hacer un trabajo de expresión oral y no sé qué tema tratar. Debe estar relacionado con el periodismo.

Torció su boca en un gesto pensativo.

Eché las hortalizas en un bol para después condimentarlas.

— ¿De verdad que no se te ocurre nada? — me ofreció dos vasos para que pusiera la mesa.

— Nada de nada.

— No te creo, — me siguió con varios cubiertos en mano. — ¿Has pensado en ello acaso?

— No.

Alzó sus cejas dando una expresión obvia.

— ¿Entonces cómo esperas que te salga? — negó con su cabeza echando un leve suspiro. — Si querías que te diera yo un tema no va a ser así, jovencita. — picó en mi nariz con su dedo índice. — Ponte a pensar, pero no te agobies.

— Imposible, debo tenerlo pensado para pasado mañana, sino podría suspender. Hasta el profesor me dio una oportunidad más.

— Entonces no la desaproveches, — trajo los platos que se encontraban en la cocina. Tomé lugar en la mesa. — Eres una chica capacitada para estas cosas, no recurras a mí.

Agh.

— Está bien... — susurré con algo de pesadez. Decidí cambiar de tema. — ¿Has hablado con Cadi?

Asintió algo seria.
Le incité con la mirada para que hablara.

— Entrarás dos horas antes. — habló metiendo algo de comida en su boca.

Palidecí, ¿todo eran problemas o qué?

— P-pero, ¿qué le has dicho?

Encogió sus hombros observándome con desinterés, como si no le importara lo sucedido.

— Un poco de todo, tampoco voy a entrar en detalles.

— ¿Un poco de todo malo o muy malo? — indagué ya que si fuera por ella ni me lo hubiera contado hasta que llegara la hora.

— Lo que pasa es que tu jefe se lo toma todo personal. — pinchó un trozo de lechuga en su tenedor. — Solo le dije un par de cosas en medio de varios clientes, pero nada del otro mundo.

Pasé mi manos por mi cabello, algo exasperada y nerviosa. No sé ni cómo no me despidió después de eso.

— Cómo se te ocurre, mamá. — maldecí. — ¿No fuiste capaz de alejarlo un poco?

— No hacía caso por las buenas pues las haría por las malas. — respondió como si nada prestando atención a su teléfono.

— Me podría haber despedido. — recordé. — Y a saber como me trata a partir de ahora. — resoplé. — ¿No ves la gravedad de todo esto?

El fuego acaba con seisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora