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"Labios manchados"

Narra Atenea

— ¡Paso que voy ardiendo! — Luka se escuchó a través de la fuerte música que retumbaba en el local mientras venía con un par de copas para todos.

Al final, al cabo de unos minutos, logramos encontrarlo junto a un grupo de personas que se apegaron a bailar con él. Por lo que me dijeron, el italiano era una persona muy sociable y enganchaba a la gente con facilidad gracias a su atractivo y carisma; había veces que no podían dejarlo solo ya que tenían miedo de si se perdía por la discoteca.

Nos encontrábamos encima de una plataforma que eran zonas VIP gracias a los contactos que tenían Lorena y Hathor en aquel lugar, conocían al dueño porque llevaban tiempo viniendo la mayor parte de las semanas y no le vio problema en dejarnos pasar con una pulsera que nos dieron en la entrada.

Aquí no había tanta gente puesto a que era mucho más caro pero eso no restaba al hecho de que la música sonaba incluso más fuerte debido a que el DJ estaba a unos cuantos metros de nosotros.

Las luces que cambiaban a toda velocidad y los movimientos de las demás personas impedían mantener una charla estable, por ello tenías que acercarte descaradamente a la oreja de la persona si querías hablarle. Sin duda, no era el mejor sitio para comunicarse.

— A la próxima que queráis venir me avisáis. — gritó Lorena con todas sus fuerzas logrando así que su voz se escuchara como un breve murmuro.

— Todo ha surgido como plan de última hora. — comunicó su amiga que se encontraba sentada a su lado.

— El plan ha sido de ella. — Kilian la señaló mientras daba el primer trago a su bebida.

— ¿Pero no ibais a ir a tomar algo? — cuestionó dándome a entender de que estaba totalmente informada sobre lo nuestro.

— Y lo hemos hecho, — asintió Alex bebiendo. — Pero hemos acabado aquí.

— Tú no te hagas que sé que te va una buena fiesta. — le picó el Ruso en el brazo ante las palabras desentendidas de él.

El profesor Pérez viró sus ojos.

— Yo no puedo estar aquí parado cuando hay temazos que piden mi cuerpo. — quejó el rubio con una rabieta de niño pequeño.

— Eso, hay que aprovechar el tiempo. — se sumó Hathor dándole la completa razón. — Vamos a bailar, Atenea.

Me ofreció la mano una vez se levantó mientras con su otra mano bajaba su corto vestido marrón que, a decir verdad, le quedaba de muerte.

Titubeé un poco mientras viajaba mi vista a su mano llena de anillos y a su perfecto rostro.

Al final, como si hubiera estado impelida por una fuerza, cogí lo que me tendía y me levantó con rapidez por si me arrepentía de aquella decisión.

Temí por mi vestido que tenía la misma longitud que el de Hathor.

Detrás mío, tomó lugar Lorena que se abría paso con una sonrisa astuta.

Acabó al lado de la chica y le susurró algo que no logré escuchar pero estaba segura de que trataba de mí ya que me miró y luego carcajeó brevemente mientras la rubia se dirigía a la salida.

— Espero que no seas tímida porque mi manera de bailar no es discreta.

Sin perder tiempo sus manos agarraron mi cintura, apegándome a ella en un choque de pechos por el movimiento tan inesperado. Jadeé por el acercamiento, tan solo tenía su rostro a escasos centímetros y eso me estaba poniendo nerviosa.

El fuego acaba con seisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora