Capítulo 4

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-¡Hey, pelirrojo! -le llamé llegando a su lado mientras caminábamos, ya que me había parado atarme los cordones de los zapatos y me había quedado algo atrás del resto- ¿Qué te pasa? -le pregunté al notar que ni si quiera me miró.

-¿No te molesta que pasen tanto tiempo juntos? -me preguntó mirando a Harry y Herms, quienes estaban unos metros más adelante.

-No -dije extrañada por su actitud.

Pasé el resto del viaje con él y al final conseguí que me hablara.

Después de que los cuatro termináramos de montar la tienda en el siguiente lugar en el que nos quedaríamos, Harry se alejó de nosotros.

-No tiene ni idea de qué hacer, ¿me equivoco? -me preguntó Ron mirando a Harry.

-Igual que nosotros -le confirmé.

Cuando empezó a anochecer entramos en la tienda, Ron fue el primero en quedarse dormido y Herms no tardó en hacerlo también, pero yo decidí salir a buscar a Harry al ver que seguía sin volver.

-Deberías venir adentro -le dije abrazándole por la espalda.

-Enseguida voy. No hace falta que te quedes -esto último lo añadió girándose hacia mí al notar que no me había movido.

-Tienes dos opciones: o entras ahora, aunque te quedes despierto en la cama, o te quedas aquí y me quedo contigo hasta que entres -le dije-.  Puedes elegir la que quieras, pero no te voy a dejar solo más tiempo, llevas horas aquí -vi que se le formó una sonrisa y luego me besó.

-Está bien, vamos dentro -dijo entrelazando nuestros dedos antes de empezar a caminar.

···

-¡___*! -el grito de Herms casi consigue que le cortase demasiado el pelo a Harry del susto que me dio- Lo siento -se disculpó sonriéndome inocentemente al darse cuenta.

-¿Qué pasa? -le pregunté.

-¿La espada de Gryffindor no la forjaron unos duendes?

-Correcto -le confirmé confusa al no comprender a qué venía eso en ese momento.

-¿Y qué característica tiene su hoja?

-Que nada más acepta aquello que la fortalece, la suciedad o el óxido no le afect-Un momento... -me interrumpí a mí misma al ocurrírseme a donde podía hacerme querer llegar y sonrió al notarlo.

-No entiendo nada -dijo mi novio confuso.

-___* sí, ¿a que sí? -me preguntó ella.

-Eso creo -le contesté-. Harry ya destruyó un horrocrux, el diario de Tom Riddle cuando me salvó en la Cámara de los Secretos.

-¡Sí! -exclamó emocionada al comprobar que había llegado a su misma conclusión.

-¿No me diréis que tenéis algún colmillo de basilisco en ese bolsito de cuentas vuestro, no? -nos preguntó Harry.

-No, pero mataste al basilisco con esa espada, la hoja se impregnó con su veneno entonces -le expliqué.

-Solo acepta lo que la fortalece -dijo él dándose cuenta.

-Por eso-

-puede destruir horrocruxes -completó lo que estaba diciendo.

-Esa es la razón por la que Dumbledore te la dejó en su testamento -añadió Herms.

-¡Sois brillantes! -nos dijo- Pero hay un problema, para variar- -dejó de hablar cuando la luz se fue de repente.

-la espada fue robada -dijo Ron cuando devolvió la luz con el desiluminador-. Sí, sigo aquí, pero podéis seguir.

Un nuevo lugar al que llamar hogar VII (7) (Harry Potter y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora