Pesadilla [Todobaku]

Media Noche

Esa noche, Shoto llegó tarde. No le dijo nada, no avisó que tendría trabajo extra, ni nada por el estilo.

Katsuki no cenó, tenía prohibida la cocina.

Estaba sentado en el sofá de la sala, esperando el sonido de las llaves en la puerta. Quería mirar por la ventana, pero le aterraba cualquier cosa que pudiera ver si movía las cortinas.

Pasaron 30 minutos que para él fueron la eternidad, y por fin, el tan ansiado sonido de las llaves llegó a sus oídos.

—Estoy en casa—dijo Shoto con una sonrisa cansada—. Lo lamento. Unos inconvenientes en el trabajo

—Claro, no hay problema. Sólo me preocupé un poco

—¿Ya comiste?

—... No

—Debes estar hambriento—le mostró la caja que llevaba en una de sus manos—. Te compré un pastel. ¿Quieres probarlo? Se ve delicioso

Katsuki sonrió y se sentó en la mesa esperando a que su esposo le llevara su rebanada de pastel de fresas.

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Se despertó en mitad de la noche cuando buscó el calor de su marido en la cama y no lo encontró.

Se levantó tallando sus ojos y puso sus pies dentro de las que supuso que eran las sandalias de Shoto, ya que las sintió más grandes de lo que eran las suyas.

No le extrañaba, después de todo, a Todoroki no le molesta el frío en sus pies.

Escuchó sonidos provenientes de la cocina, así que se dirigió hacia allá. Casi tropieza un par de veces al estar todo oscuro y recordó la vela que Shoto suele a dejar en el buró de su lado de la cama.

Esta vez, no la había usado, no había luz por ningún lado y eso le aliviaba. La luz dejaba entrar a los Hombres Oscuros.

Vio la silueta de su esposo a mitad de la cocina. Sosteniendo un cuchillo y cortando un pedazo de piel de la bolsa que guardaba en el refrigerador.

La colocó en un sartén y el sonido del aceite friendo fue por unos momentos lo único que se escuchó en el lugar.

—¿Shoto? ¿Qué estás haciendo?

—Oh, Katsuki. Hola—dejó el cuchillo sobre la barra y bajó la intensidad del fuego de la estufa para que no hiciera mucha luz—. ¿Por qué te levantaste?

—No estabas en la cama, así que...—su mirada seguía posada en el sartén que aún era audible

—Ah, eso. No te preocupes, me dio un poco de hambre

—Nunca te da hambre tan tarde, idiota

—Bueno, esta vez sí. Supongo que el día fue agotador—lo sujetó de un hombro y lo giró hacia las escaleras—. Vuelve a dormir, ¿Sí? Iré para allá en un momento

—Está bien. No te tardes mucho—dijo por último para subir las escaleras de nuevo e ir a su cama.

Sólo tenía hambre. Eso lo aliviaba

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Antojito de media noche, sí o no, mi Oscar? 🤑🤙