Sótano

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Katsuki se ha quedado observando con cuidado desde que vive ahí con Shoto.

Una vez a la semana el bicolor llega con una bolsa negra sobre los hombros, lo mira sentado en el sillón de la sala y le sonríe, a veces le guiña el ojo, y él no sabe si reir por la coquetería de su esposo o mostrar abiertamente su intriga ante tanto misterio.

Esa bolsa negra siempre termina en el sótano junto con Shoto y Katsuki se queda con la duda porque el sótano sigue siendo lugar prohibido. No sabe qué fue de la bolsa hasta la siguiente semana en la que Shoto llega con una nueva.

Todo era misterio hasta esa tarde en la que Shoto llegó a él. Iba sonriente, iba hasta cierto punto emocionado.

La sonrisa de ese tipo, a veces confundía a Katsuki. Él no era de sonreir muy seguido, por lo tanto, no era su especialidad. Lograba una sonrisa algo ladeada que era difícil de descifrar. No se sabía si era traviesa, alegre, de ternura o simplemente una falsa para quedar bien.

Este era uno de esos casos en los que el rubio no sabía que pensar al respecto.

—Cariño, hoy bajaremos al sótano —dijo el contrario sujetándole ambas manos entre las suyas

—¿Bajaremos? ¿Tú y yo?

—Así es. ¿Qué opinas? ¿Vienes?

Katsuki no pudo decir que no.

Dejó que Todoroki lo tomara de la mano y lo llevara hacia la misma puerta de madera oscura que tenía atrapada su curiosidad.

—Aquí vamos —sacó las llaves del candado que siempre llevaba en el bolsillo de su pantalón y las intentó meter en el delgado agujero que tenía debajo el candado, aunque la tarea se le dificultó un poco al tener las manos sudadas—. Cierra los ojos. Te diré cuando los abras.

—Está bien —Katsuki cerró los ojos bien fuerte. Mentiría si dijera que no estaba emocionado también.

Sintió la mano de Shoto tomando la suya de nuevo para guiarlo con cuidado escaleras abajo.

Sus pies caminaron por encima de bolsas de plástico que emitían un ligero crujido a cada paso y el aire frío que ahí estaba atrapado lo hizo sentir un escalofrío que aumentaba sus ansias.

Por fin se detuvieron. Shoto movió algunas cosas a su alrededor y Katsuki pudo escuchar un suspiro de su parte.

—Listo, puedes abrir los ojos —le dijo él con tono tranquilo.

Cuando Katsuki lo hizo, pudo notar una mesa al centro del sótano, era una mesa de madera enorme y sobre ella había una maqueta de toda la colonia dónde vivían hecha con cosas recolectadas en el exterior.

Katsuki la miró asombrado. No había sangre, ni muerte, ni monstruos. Todo era como lo veían en El Día.

Los Hombres Oscuros amables y las Damas Blancas siendo felices, con bestias pequeñas y lindas e incluso dos pequeños muñecos iguales a ellos.

—¿Te gusta? —preguntó Shoto mientras pasaba sus brazos alrededor de la cintura ajena—. Lo hice para ti

—Shoto. Gracias —Katsuki no esperó ni un segundo para sujetar aquellos que claramente podrían llamarse juguetes y sostenerlos con cuidado entre sus manos.

—Ahora no tendrás que esperar tanto para El Día. Lo tienes aquí —le susurró Shoto al oído mientras él se sentaba en el banco que estaba frente a la mesa—. No tendrás miedo nunca más

Katsuki estaba encantado con su regalo. Ignoró todo lo demás que se encontraba en aquel sótano y se concentró en su nuevo entretenimiento.

Ignoró el penetrante aroma que llegaba fácilmente a sus fosas nasales convenciéndose a sí mismo de que se trataba de la humedad albergada en el sótano tras tantos años.

Ignoró el otro escritorio en una de las esquinas, lleno de cartas, notas y cosas que nunca había visto.

Ignoró el líquido que escurría de ese mismo escritorio y se expandía lentamente por la madera del suelo hasta mojar los zapatos de Shoto.

La lámpara que le daba luz no alumbraba más que esa mesa, por lo que no veía nada aparte del lindo detalle que había tenido Shoto con él.

Ignoró incluso la mordida de Shoto, esta vez no fue suave ni dulce como otras, pero tampoco le dolió.

—Espero que esto funcione —fue lo último que escuchó Katsuki de parte de su marido en lo que restó del día.

Eso fue lo que creía, realmente perdió la noción del tiempo y dejó de importarle lo demás mientras se concentraba en la peculiar textura de las Damas Blancas en su maqueta.

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Día 292

No mucho que decir sobre el día de hoy, supongo que comenzaré formalmente mañana.

¿Lo que hago es ilegal? no lo sé y hace tiempo dejó de importarme.

Pero... ¿Sabes qué ocurrió? ¡Se cayó! El frasco se rompió y se derramó casi todo. Intenté limpiarlo, pero la madera ya había absorbido la mayor parte.

Lo admito, el error fue mío, debí ser más cuidadoso, pero no podía esperar por ver su reacción.

Maldición, si la policía se pasa por ahí, podría acabar en problemas. No creo estar haciendo nada malo, pero sin duda es extraño. Cualquier idiota lo malinterpretaría. ¿Si les explico me dejarán en paz? No lo creo

Lamentablemente, mi reputación ya se fue al carajo. Los vecinos sospechan de mí. La policía me tiene en la mira por maltrato. ¿No es una estupidez? Me hacen reir.

¿Te imaginas que los niños hagan historias de terror sobre eso? Frankenstein o algo por el estilo.

Mi sueño siempre ha sido convertirme en leyenda. Algo infantil.

Como sea. El daño está hecho, sólo espero no terminar en la cárcel, no sé que ocurriría con él en ese caso.

Pero créeme. Si me arrestan, no será mucho tiempo. Si no lo hacen, estarán haciendo lo correcto. Si muero, morirá él también y no quiero eso.

Lo amo. Jamás le haría daño.

Yo soy inocente.

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10/08/2022 – 16/08/2022

Pesadilla  [Todobaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora