Epílogo: Inocencia

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Una risa se escapó de sus labios con ironía, mirando al hombre uniformado frente a su puerta. Katsuki lo observaba todo desde atrás, de pie en medio de la sala, con el ceño medio fruncido y un tic apoderándose de su pie derecho.

Una situación incómoda para ambos. No lo esperaban después de casi dos semanas viviendo El Día. Incluso habían destapado las ventanas y Katsuki preparaba la cena sin problemas.

—Buenos días, oficiales. Nos han tomado por sorpresa. ¿Qué se les ofrece? —saludó Shoto con un tono que no se sabía si era genuino o si se trataba de algún gesto burlón o sarcástico.

El policía que parecía estar a cargo suspiró, dirigiéndole una fría mirada que, en otra situación, Shoto no habría dudado en devolver. Las miradas frías eran su especialidad.

—Iré al grano, Todoroki Shoto —comenzó a hablar—. Tenemos una orden para revisar su casa. Se cree que está involucrado en algún tipo de trabajo ilícito. Así que le agradecería que se aparte y nos deje pasar.

No esperaron ni siquiera una respuesta, lo quitaron de la puerta de un leve empujón y entraron uno tras otro, cinco policías son los que contó.

—¿Qué está pasando? —se escuchó la voz de Katsuki. Aún de pie, descalzo en la sala, atento a como entraban desconocidos a su casa, arruinando la paz de su mañana—. ¿Qué diablos hacen estos aquí, Shoto?

Los ojos de su esposo se cruzaron con los suyos. Molestos, ansiosos.

No le gustaba para nada lo que estaba pasando.

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Varios días antes. Después de bajar al sótano.

Shoto lo miraba mucho, se dio cuenta de ello. Sus ojos disparejos lo recorrían completo a cada movimiento que daba, con una sonrisa dominando sus labios y una mano cubriéndolos, intentando disimularlo.

Katsuki le devolvió esa sonrisa.

Esta era la segunda vez que despertaban en El Día. El dolor punzante en su cuello no había desaparecido todavía, pero era algo que había dejado de molestarle cuando despertó, se asomó cauteloso por la ventana y una chispa de júbilo se encendió cuando vio un lindo perrito que pasó corriendo frente a su casa. Sin ruidos atemorizantes, sin colmillos enormes ni nada que le diera miedo.

La blancas nubes eran solo eso. Lo saludaban desde el cielo azul, no rojo de sangre; y las sombras se reflejaban divertidas y obvias en las superficies, no se movían por todos lados asustándolo. Incluso pudo ver la suya propia cayendo con gracia sobre el cuerpo cubierto de Todoroki.

Lo despertó con un beso. Lo despertó con mil besos varios días seguidos, porque todos sus días fueron El Día desde que Shoto comenzó con su nuevo tratamiento y le inyectaba con cuidado el cuello. Supo que no eran mordidas, pero le parecía más llamativa la idea de que Shoto lo mordiera a que fuera una punta metálica la que se colaba entre su piel tan descaradamente.

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Shoto no estaba nervioso, no había pánico, miedo o nervios en su semblante. Su rostro permanecía estoico y relajado. Verlo de ese modo tranquilizó a Katsuki.

Lo vio acercarse a él con una sonrisa suave, lo tomó del hombro y le dijo en voz baja:

—Tranquilo. Lo tengo todo bajo control.

Le sonrió de vuelta. Por supuesto que así era. Shoto era un hombre confiable. Siempre, siempre lo tenía todo bajo control. Incluso a él. A Katsuki y a su inestable mente también los tenía controlados. Es por eso que ahora podía disfrutar de días pacíficos.

Pesadilla  [Todobaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora