Capítulo | 7

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7 años atrás.

-¡¿Taehyung, hiciste la tarea de matemáticas?! Dime por favor que sí, no quiero que el profesor me vuelva a sacar. Si repruebo la materia no podré graduarme. Por favor Taehyung, sálvame.-

-¿Por qué debería pasártela? Siempre es lo mismo Jimin. Siempre prometes que harás los deberes, pero nunca los haces.-

Eran casi las 9 de la mañana, y el profesor de matemáticas no tardaba en aparecer. Era la milésima vez que Jimin le pedía la tarea. Estaba cansándose de la actitud tan irresponsable de su mejor amigo. ¿Cómo iba a actuar en la universidad? No iban a estar para siempre estudiando juntos, y le preocupaba que si seguía siendo tan irresponsable, no podría llegar a tener un buen trabajo en el futuro.

-Te prometo que es la última vez que te la pido. Sólo por esta vez sálvame Tae. Por favor, eres mi única esperanza.- decía Jimin mientras juntaba sus manos y le miraba con la mirada de cachorro a medio morir que siempre utilizaba cuando quería obtener algo de él.

-Tú y yo sabemos que no será la última. Pero bueno, ¿Qué puedo hacer contigo, Park? Toma.- respondió Taehyung mientras le facilitaba la tarea que le había costado más de 3 horas hacer.

-Eres el mejor Tae, en verdad. No sabes cuánto te quiero.- le dijo el entonces pelinegro, mientras le arrebataba la hoja. Tenía que apurarse en copiar los ejercicios matemáticos si es que quería que el profesor le permitiera seguir en la clase.

En ese momento, una de las puertas corredizas del salón se abrió, dejando pasar al presidente de la clase. Nada más y nada menos que Lee Taemin.

Por un momento, un silencio reinó en la clase. Era bien sabido que Taemin era uno de los chicos más populares del instituto, no sólo por ser estar siempre en el top 5 de mejores estudiantes, sino también por ser portador de una belleza un tanto peculiar. 

Casi todas las chicas del instituto eran sus admiradoras y la mayoría de ellas le había confesado sus sentimientos, más ninguna había sido correspondida. También era bien sabido que, aunque no lo dijeran, muchos chicos se sentían particularmente atraídos a Taemin. Había rumores que decían que varios chicos opinaban que la belleza de Taemin superaba inclusive a varias compañeras.

Taemin por su parte, era ajeno de lo que el mundo decía de él. Sabía que le era atractivo a ciertas personas en su escuela. Y cuando era el día de San Valentín era más que evidente. En todos los años que llevaba ahí, siempre había sido la persona que recibía más rosas por parte de la sociedad estudiantil. Sin embargo, pese a todas las muestras de admiración que le rendían a su persona, Taemin seguía con la idea de que era un chico común y corriente.

La mayoría de la parte se la pasaba solo, puesto que le costaba socializar. Tenía pocos amigos, y generalmente en su salón de clase nadie se le acercaba. ¿De qué servía ser popular si la gente nada más se le quedaba viendo, más no se acercaban a él tan siquiera?

Sin embargo, había alguien en particular que siempre había llamado la atención de Taemin. Un chico castaño, de voz grave y sonrisa cuadrada que se sentaba al final de la clase junto con otro joven que parecía ser su mejor amigo, ya que siempre los veía juntos.

Había notado que el castaño se le quedaba viendo en la cafetería en la hora de receso, cuando Taemin se encontraba lo suficientemente lejos como para pretender que no se daba cuenta que lo miraba. O las veces que en clase de deportes, el profesor les pedía correr al rededor de la cancha unas dos vueltas.

A diferencia de las miradas que recibía por algunas compañeras, y uno que otro compañero, la mirada del chico castaño del cual no conocía aún el nombre, siempre la había sentido cálida. Siempre que chocaban miradas, Taemin sentía el impulso de acercarse y hablar con él. Sin embargo, nunca se animaba porque el joven nunca se separaba de su amigo.

El otro lado de la historia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora