Aidou.

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Hanabusa era el único hijo del matrimonio Aidou, un niño más pequeño de lo que debería ser para su edad, pero encantador como ninguno. Su padre era profesor universitario de literatura y su madre una pianista bastante famosa, por lo que Hana creció siempre rodeado de libros y música. Desde pequeño se mostró interesado en las artes, dibujaba, cantaba, bailaba, tocaba el piano, la guitarra y la flauta. Pero si había algo que le apasionaba era la escultura, le gustaba la sensación de sentir que sus manos tocaran la arcilla o la plastilina en el colegio.

Pero cuando más pudo experimentar con este tema fue a los doce años, cuando su tío, el hermano menor de su madre, se fue a vivir con ellos. El hombre estaba recién divorciado y no tenía un centavo, por lo que el matrimonio Aidou le abrió las puertas de su casa con toda confianza.

El hombre tenía quince años más que el chico, pero para Hana eso no era impedimento para que fueran amigos, el hombre era divertido y un escultor bastante mediocre aunque para el niño el trabajo de su tío era digno de estar en El Louvre.

Hana poco a poco se dejó envolver por las dulces palabras de su tío, el chico tenía plena confianza en él, si su tío le pedía que se pusiera de cabeza él lo haría. Pero el hombre lo que menos quería era ver a su sobrino haciendo acrobacias, lo que el hombre quería era mucho más que eso.

La primera vez que lo besó fue en su cumpleaños número trece, el hombre había entrado en la habitación del chico muy de madrugada, Hana dormía profundamente cuando el hombre se metió bajo las sábanas y comenzó a acariciar sus brazos y cintura, el niño se movió adormilado y algo excitado, ya no era un niño, pero tampoco un adulto, era un pequeño que comenzaba su adolescencia y si bien era muy inocente en muchos temas su cuerpo comenzó a reaccionar ante los estímulos que le daba el hombre mayor. Cuando abrió sus ojos, algo asustado y con sus mejillas enrojecidas, el hombre le susurró al oído "Felicidades por tu cumpleaños, ya no eres un niñito, ahora ya eres un hombre... mi hombre" tras esas palabras el tipo se posicionó sobre Hana y le dio un beso y no uno cualquiera, uno que le robó el alma al jovencito que sintió que el amor de cuento de hada estaba frente a él.

Desde ese día dejaron de ser tío y sobrino, para ser amantes. Se besaban a cada momento, en el taller de esculturas del hombre, en la habitación de Hana, en el auto de los padres del chico cuando él iba a buscarlo a la escuela, incluso en hoteles de amor,  donde el hombre se daba maña de no solo besarlo en los labios, si no que de desnudarlo y besar cada parte de su cuerpo. Al mes los besos no eran suficientes para el hombre, fue cuando comenzó a enseñarle a Hana a masturbarse para él y que el chico lo masturbara a él. La primera vez que se corrió en las manos del niño, este le miró asustado y algo asqueado.

- Es la prueba de mi amor - dijo el hombre

- Pero, es viscoso y caliente - dice el chico mirando sus manos

- Sí, y si tú me amaras de verdad dejarías que todo ese amor quedara dentro de ti - el niño solo lo miró sin entender cómo eso que salía del pene de su tío podría quedar dentro de él  - Acaso no quieres recibir mi amor -

- Sí quiero, tío -

- Entonces acércate a mí -

Hana se acercó, el hombre pasó sus manos por las de Hana, tomando buena parte del semen propio y metiendo sus manos ya lubricada entre las nalgas del chico. Al día siguiente Hana no podía ni moverse, su madre pensó que prontamente su hijo caería enfermo, pero no. Esta vez sus dolores corporales no eran la antesala de una gripe, sino de algo peor.

Al mes de comenzar la actividad con Hana. Una tarde en la escuela el cuerpo del chico no aguantó más y se desvaneció en medio de las clases de música. Cuando despertó en el hospital sus padres estaban con él y su madre lloraba copiosamente.

- Mami - apenas habló el niño - ¿Por qué lloras? - la mujer solamente pudo abrazar a su pequeño y pedirle perdón una y otra vez - Mami, no entiendo. ¿Por qué tengo que perdonarte? -

- Porque no fuimos capaz de protegerte -  le responde su padre. a los pies de la cama - Fuimos tan tontos de no ver lo que ese hombre te hacía -

- ¿De qué hablas? Papá -

- Hijo, nosotros no te culpamos de nada - dice la mujer conteniendo sus sollozos - Eres un niño inocente, fue ese maldito hombre el que te hizo esto, él fue quien abusó de ti, debió ser algo horrendo para ti -

- ¿Qué abuso? -

En ese momento el padre del chico se acercó y le tomó una de las manos.

- Hijo, haremos que tu tío vaya a prisión por lo que te ha hecho -

- ¡Noooo! El tío no me hizo nada - llora aterrado Hana

- Hijito, los médicos han examinado tu cuerpo y encontraron... -

- Pero él no abusó de mí,  mamá, papá.  Él me ama, sé que es mayor que yo, pero el amor rompe cualquier diferencia de edad. Mamá,  tu siempre me has dicho que el amor es lo más importante del mundo - y mirando a su padre ahora - Papá, tú me enseñaste de los grandes amores de la literatura y yo encontré el mío -

Ambos padres se miraron con aún más tristeza, de solo pensar en cómo su pequeño sufriría cuando supiera que ese hombre solamente había jugado con sus sentimientos y que ahora se había escapado del país y vuelto con su ex-esposa.

Los siguientes años fueron muy tristes para Hanabusa, inocentemente esperaba a que su amor volviera, pero eso nunca sucedió. El hombre lejos del país se había vuelto a casar con su ex mujer y ahora tenían dos hijos, dos primos que Hana no conocía, pero si sabía de su existencia.  Para colmo en su adolescencia su cuerpo se desarrolló como un jovencito de esbelta figura, lindas facciones y unos ojos que deslumbraban. Varias chicas habían confesado sus sentimientos y algunos chicos también,  pero su corazón estaba en hibernación, el chico simplemente no podía sentir nada. Al comenzar la universidad, a mediados del primer año, conoció a Takuma, un estudiante de penúltimo año de medicina, al año siguiente ya vivían juntos, sus padres al comienzo tenían mucho miedo de esta relación,  pero Takuma se mostraba muy atento y preocupado por Hana y poco a poco fue conquistando tanto a los padres como al hijo.

Un año y medio de ensueño, Takuma era el novio perfecto, jamás dejaba a Hana solo, le acompañaba a la universidad, lo dejaba en su salón, luego pasaba por él, almorzaban juntos, iban a la biblioteca, a buscar material de trabajo, todo lo hacían juntos. No había momento del día en que Hana no estuviera con él, al comienzo era algo que encantaba al chico, pero con el correr del tiempo las cosas se habían vuelto algo extremas.

Hana invertía al menos dos horas diarias dando cuenta de cada uno de sus pasos, esto sucedió cuando Takuma terminó la universidad, el tiempo que debía demorar Hana de la universidad al departamento estaba cronometrado en diecisiete minutos y medio y si pasaba ese límite de tiempo comenzaban los problemas, su celular no podía tener clave y era revisado a diario por Takuma, incluso los minutos que usaba el baño eran controlados por el médico. Era tal el control que ejercía Takuma sobre su novio que él mismo elegía personalmente la ropa que debía usar a diario, pero lo que terminó rebasando todo los límites fue cuando una tarde Hana se quedó hablando con un profesor en la universidad y llegó cinco minutos tarde al departamento y Takuma lleno de celos lo desnudó y revisó cada parte de su cuerpo buscando pruebas de su infidelidad, infidelidad que solo existía en la mente del médico.

Desde ese acontecimiento Hana perdió todo su entusiasmo, su alegría se había evaporado y ahora solo vivía para cumplir con todas las reglas que su novio le impusiera.

Te amaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora