Desilusión

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Al llegar al aeropuerto Kaname buscó por todas partes a Zero o a los prófugos, el castaño estaba aterrado de que Zero cometiera una locura, pero tras recorrer dos veces el aeropuerto, finalmente lo encontró. Zero estaba casi al final de la sala de embarque 43, mirando como Yuuri y su hermano esperaban abordar su vuelo cogidos de las manos y besándose a cada segundo.

- Zero - dice Kaname al verlo allí con sus ojos amatistas llenos de lágrimas.

- Ella jamás me sonrió así. La odio y la amo ¿Qué hago? ¿Cómo me la quito del corazón? -

Kaname lo abrazó con sentimiento, tenía que apoyarlo a él, tenía que estar con Zero, con ese hombre que amaba en secreto.

- No sé cómo voy a vivir sin ella. Como pudo enamorarse de él, como no me di cuenta antes que no me amaba -

- No lo sé - dice Kaname sin soltarlo

- No fue justo, ellos se burlaron de mí, me dejaron como un idiota ante los demás, sin embargo, no puedo odiarla, quiero que regrese junto a mí - y soltándose de los brazos de su amigo - Se puede amar a un imposible, se puede amar y saber que nunca estará junto a ti y ser feliz -

- Se puede intentar - dice Kaname limpiando las lágrimas de Zero

- ¡Mierda! Por qué naciste siendo hombre. Me hubiese enamorado de ti si fueras mujer -

Kaname no dijo nada, pero su corazón no dejaba de palpitar, pero bueno él era un hombre, por lo que jamás podría ser la pareja de su mejor amigo.

Cuando el avión de Yuuki partió Zero se quedó mirando por los ventanales de la sala de embarque, Kaname jamás lo dejó un solo momento, pero después de tres horas con sumo cuidado se acercó a él y lo llevó hasta su automóvil. Kaname conducía rumbo a la casa del peliplata cuando este le pidió ir hasta su departamento.

- Deberías tomar un baño - Dice Kaname, pero el otro no respondió nada, solamente se dejó guiar por su amigo, quien le ayudó a desnudarse y meterse en la bañera - Esta noche debes descansar, te dejaré mi cama, para que recuperes fuerzas, te prepararé una sopa, ya verás que te sentirás mejor -

Zero dócilmente se dejó bañar, secar y vestir. Kaname le pasó uno de sus boxers y una camiseta tres tallas más grandes de la suya. Esa noche fue eterna para ambos hombres, Zero no probó bocado y Kaname lo entendió, porque él también tenía un nudo en la garganta. Lo arropó y dejó a solas en su habitación, mientras él dormiría en la sala.

Nunca en su vida había visto a Zero tan mal, ni cuando sus padres murieron, claro que, para la muerte del padre de Zero, este era solo un niño de seis años, pero con su madre fue diferente, Zero ya era un hombre de veinte años, pero a pesar de amarla con todo su corazón, el hombre de ojos amatista, no había quedado tan devastado como ahora.

Zero después de bañarse no lloró más, todo se lo estaba tragando, el dolor, la vergüenza, la humillación, todo. Ideas nocivas estaban creciendo en su cabeza, como qué pasaría si saltaba por el ventanal de la habitación de Kaname, estaban en el piso veinte, moriría antes de caer al piso o moriría al impactar su cuerpo contra el asfalto. Pero si lo hacía podría Kaname tener problemas y si era así, no sería justo. Kaname era mil veces más leal y más hombre que su propio hermano, así que no, no le haría algo así. Y si tomaba un maldito avión y se iba a Nueva York, apuntaba con un arma a Ichiru en la cabeza y lo mataba, para luego bañarse en su sangre. No eso sonaba estúpido, porque Yuuki sufriría y la amaba tanto que no quería verla llorar. Como podía ser tan estúpido, ella lo acababa de tirar como un trapo viejo de su vida y él se preocupaba por ella. Dio varias vueltas por la cama hasta que sentía que su cuerpo se relajaba, cuando sintió que alguien llamaba a la puerta.

- Kain, lo siento me olvidé por completo de avisarte – dice Kaname al abrir la puerta

- No hay problema, el conserje ya me conoce y me dejó entrar – dice el hombre tomando de la cintura a Kaname - ¿Cómo estuvo la boda? –

- No hubo –

- Pero acaso no era hoy, me dijiste que tu hermana se casaba hoy –

- Yuuki se fugó con Ichiru –

- Pobre hombre, debe estar destrozado –

- Lo está – dice Kaname con una inmensa tristeza – Está durmiendo en mi habitación –

- Entiendo, ¿le hablaste de mí? – dice al momento que le soltaba para acomodar sus dos maletas

- No pude, entiende que es difícil para mí hablar de esto con él. Zero es mi mejor amigo y no quiero lastimarlo –

- Es solo decirle que vamos a vivir juntos, que somos una pareja. No es algo tan difícil –

- Zero es homofóbico, para él no será fácil aceptar mi orientación sexual –

- ¿Y con tus padres? Supongo que ha ellos si les dijiste – Kaname se quedó callado – Tampoco has hablado con ellos –

- Lo haré, pero hoy no pude, Yuuki se fugó y los ánimos no estaban para confesiones –

- Kaname, sabes que te amo, pero llevamos dos años escondiéndonos, dos años. Ya no eres un niño, en algún momento debes asumir que eres homosexual y que te enamoraste de un hombre, entiendo que para tu familia que es un tanto tradicional, pueda ser difícil de entender, pero no puedes ocultarlo para siempre –

- Lo sé. Hablaré con ellos, pero ahora no. Zero no está bien y mis padres tampoco – y con una mirada asustada – Kain... -

- No es necesario que lo digas. Me iré a un hotel, por esta noche. Pero habla con ellos, si te aman lo van a entender, así como te entiendo yo. Mi amor –

Y tras dejar un beso en los labios de Kaname se fue junto a su abultado equipaje.

Kaname suspiró aliviado, Zero no lo había visto, pero al darse la vuelta vio los ojos de Zero que lo miraban con repulsión.

- ¡Qué asco! ¡Maricón! – grita Zero – Eres un enfermo, degenerado. Así que te gustan los tipos. Y pensar que me dejé desnudar por ti, me tocaste con esas manos inmundas, con las mismas que vaya a saber que hacen con ese tipo – y tapándose lo que más podía con la camiseta – ¡Eres una escoria! –

Zero se metió nuevamente a la habitación de Kaname y la cerró con llave, no iba a arriesgarse a que ese depravado intentara violarlo. Cuando salió el sol, Zero salió del cuarto completamente vestido. Kaname tenía los ojos rojos de tanto llorar, suavemente se acercó a Zero y le ofreció una taza de café, pero cuando sus dedos se rozaron, Zero soltó la taza, la cual de fragmentó en múltiples pedazos. A Kaname nuevamente se le llenaron los ojos de lágrimas.

- Lo siento y gracias por el hospedaje –

Cuando el peliplateado se fue Kaname no apuso sostener su peso y cayó de rodillas junto a los cristales rotos.

Te amaréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora