Vergüenza

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El aroma de la madera húmeda y el sonido de las aves nocturnas a su alrededor le entregaban la paz que llevaba buscando. Sus garras rasgaron el suelo bajo sus patas al estirarse con pereza. Nada era más agradable que poder dejar salir a su bestia interior a dar un paseo luego de una semana estresante de arduo trabajo físico. Sacudió su hermoso y brillante pelaje para quitarse las hojas sobre él. Elevó sus orejas al sentir un ruido cercano. Sin previo aviso otro lobo se le abalanzó, rodando ambos por el suelo. Gruñó antes de morder la piel del cuello del contrario y dar un par de sacudidas, sin la intención realmente de lastimarlo.

"¡Me rindo, me rindo!" escuchaba la voz en su cabeza mientras aún lo mantenía sometido bajo él. Abrió su hocico y dejó ir al lobo que era su copia exacta.

"Te he dicho muchas veces que no hagas tus emboscadas contra mí" replicó sacudiendo su cabeza para quitar de su hocico los pelos que quedaron en él.

"Sólo son bromas, Souya" respondió aún en el suelo mostrándole la barriga, dejando caer su lengua a un lado y moviendo enérgicamente su cola.

El lobo rodó sus ojos y se puso en posición para comenzar a jugar con su hermano gemelo, correteándose entre los grandes árboles del bosque de su territorio. Sólo se distrajeron cuando percibieron el olor de una liebre y decidieron darle caza.

"Si llegamos con esta liebre a casa, tal vez papá ya no esté tan furioso con nosotros" comentaba mientras se movía con velocidad tratando de esquivar las ramas y raíces levantadas en su camino.

"Ni lo menciones... aún me duele el lomo de la mordida que me dio" respondió antes de dar un gran salto y agarrar entre sus mandíbulas a la liebre que Souya tenía acorralada. Entre ambos estiraron el cuerpo del pequeño animal para darle una muerte rápida. Un crujido y listo.

Nahoya levantó la cabeza para poder apreciar el cielo en un espacio que se había formado entre las frondosas ramas de los árboles. Dejó escapar un suspiro. Sólo faltaban 2 días para que se diera lugar la reunión de las manadas. Eso significaba que la comida escasearía ya que habría montones de lobos cazando por el lugar.
Souya dió un par de saltitos a su alrededor, incitándolo a volver a casa con él. Nahoya retornó a su forma humana, caminando desnudo hasta uno de los árboles donde tenía escondida su ropa.

-Deberías de cambiar... Papá se enfadará más si te ve así -dijo volteando a ver a su gemelo, que sostenía la liebre en sus fauces.

El lobo dejó caer a su presa, y con unos fuertes quejidos de dolor regresó lentamente a su forma humana. Quedó sentado en el suelo, respirando agitado. A diferencia de su hermano y el resto de su manada, el cambiar a su forma lupina era un proceso realmente doloroso. "Un Omega defectuoso" solían decirle en la aldea. Y esa era una de las tantas razones por la que tenía constantes peleas con su padre. El gran líder de la manada Kawata esperaba con ansias tener un par de alfas de los cuales sentirse orgulloso, pero en su lugar había conseguido gemelos omegas, dónde uno de ellos desde su nacimiento había presentado dificultades con su cambio de forma.

-Ya tienes esa expresión triste en el rostro -dijo su hermano entregándole sus prendas.

Souya se disculpó mientras se ponía de pie aún adolorido. Se vistió rápidamente y tomando el animal muerto se dispusieron a regresar a casa.




Los gemelos entraron a su hogar entre bromas. Pero todo se vio empañado cuando su padre los reprendió por haber desaparecido tanto tiempo.

-Son omegas... No pueden estar paseando por ahí como se les de la reverenda gana, y menos de noche -dijo el hombre con el ceño fruncido, sentado ya en su lugar en la mesa, esperando la cena.

-Pues lo siento por ser tan rebeldes -respondió Nahoya yendo hacia su madre para ayudarla con la comida.

Souya agachó la cabeza, al sentirse intimidado por la severa mirada de su padre. Caminó tan rápido como pudo hacia su hermano y madre, dejando la liebre en un recipiente.

-¡Que buen ejemplar! -felicitó la mujer acariciando la cabeza de su hijo menor, mientras le sonreía amable para animarlo un poco.

El líder aclaró su garganta para llamar la atención de su familia. Nahoya rodó los ojos; sabía perfectamente lo que su padre les diría.

-Tuve una reunión con los líderes de las otras manadas. Hay unos cuantos alfas solteros que participarán de la celebración de la noche de luna llena. Por favor, si tienen algo de respeto por el linaje de nuestra manada, encuentren un alfa poderoso -dijo el hombre con voz severa -Aunque en tu caso Souya, me conformaré con alguien que te acepte.

El chico asintió con su cabeza, agachando su mirada con tristeza. Ahí de nuevo iba el hombre recordándole sus "desgracias". Pero su hermano no se quedaría callado, y menos si lastimaba con sus palabras al menor de la familia.

Se produjo una gran discusión entre el cabecilla de la manada con el mayor de los gemelos, donde este último le pedía dejara de fastidiar a Souya. Y como siempre pasaba, el líder terminaba perdiendo los estribos y no se media demasiado en darle un buen escarmiento a su hijo mayor.

La pelea siempre se detenía cuando la madre interfería, liberando sus feromonas para calmar a su pareja y poniéndose delante de su hijo para evitar que lo siguieran golpeando.

-No me defiendas, por favor -lloriqueaba Souya ya en su cuarto, limpiando la herida de mordida en uno de los brazos de su gemelo.

-Lo haré todas las veces que sea necesario hasta que comprenda que no estás dañado... Sólo eres diferente al común de nosotros -respondió Nahoya con una pequeña sonrisa.

-No sólo él piensa así... Todos en la manada creen que soy un Omega defectuoso... Espero que por lo menos tú encuentres a tu pareja destinada y eso calme a papá -murmuró con un puchero.

Nahoya lo abrazó para tratar de consolarlo. Le repitió varias veces que era perfecto a su manera, y que estaba seguro que encontraría también a su compañero de vida en la celebración.

-Tal vez...nuestros cachorros sean alfas y con eso lograremos que nuestro padre nos acepte por fin -dijo Nahoya dándole palmaditas en la espalda a su gemelo.

-Es raro escucharte hablar de cachorros... -rió bajito dejándose mimar.

-Ni lo digas... Siento que se me baja la presión cuando pienso en el tema -respondió antes de empezar a reír.

Salvajes por naturaleza [Tokyo Revengers] [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora