Nahoya se había visto separado de su hermano luego de que hubieran sido emboscados por dos lobos de rojizo color. El que era un poco más pequeño, y con unas características patas blancas, correteó a Souya para poder alejarlo de su hermano gemelo.
Los había visto desde un inicio, acechando al grupo de omegas desde que comenzó el ritual. Pero cometió el error de confiarse y pensar que irían por otros lobos.
Ahora tenía al que se había quedado con él, olfateándolo sin descaro alguno. Gruñó como advertencia para que se alejara, mostrándole por un par de segundos los colmillos. No lo atacaría a no ser que hiciera algo que realmente lo incomodara. No era estúpido como para intentar morderlo sin provocación alguna.
El lobo rojizo le gruñó de regreso, a lo que Nahoya movió su cola de un lado a otro con energía, lo que interpretó como una buena señal. Qué equivocado estaba. El lobo gris lo mordió furioso en la piel de sus costillas. Tuvo que devolverle la mordida en la cola para lograr que lo soltara.
Nahoya aprovechó la distracción del tipo para emprender carrera para encontrar a su hermano. Pero cayó estrepitosamente cuando el lobo rozijo lo embistió evitando que llegara más lejos.
"Este hijo de..." se quejó levantándose a duras penas. Al parecer le sería más difícil de lo que esperaba escapar de él.
Se distrajo con el lloriqueo de un lobo desde lo profundo del bosque. Podría reconocer esos quejidos en cualquier parte. Era Souya, y seguramente le estaban haciendo daño.
Intentó otra vez tratar de llegar a su gemelo, pero al igual que antes, el lobo rojizo lo derribó, dificultando el rescate de su hermano.
Los quejidos de Souya lo estaban desesperando.
En el aire comenzaba a circular un aroma familiar para Nahoya. Era el mismo olor de las feromonas que había sentido cuando el guardia abrió unos instantes la puerta para salir del refugio. Y eran las mismas que lo habían desestabilizado.
Sus patas se sacudieron al sentirse débiles. Las malditas feromonas estaban causando el mismo efecto que antes, pues su mente comenzaba a nublarse.
"¿Te gustan?" preguntó el lobo cobrizo paseando a su alrededor, impregnado su olor en la nariz del contrario. Aquella voz. Sentía que la había escuchado antes.
Nahoya trataba quitarse la sensación de adormecimiento sacudiéndose insistente. Pero no lo estaba consiguiendo.
"Dicen que las feromonas del alfa de una pareja destinada puede hacer que el omega entre en celo durante el ritual" comentó con voz grave, riendo al ver a Nahoya caer al suelo luego de que sus patas cedieran.
"¿Qué idioteces dices, imbécil?" preguntó sintiéndose aún más confundido.
Cambió de forma pues el calor que estaba sintiendo era más intenso con tanto pelaje encima. Cerró sus ojos por unos segundos tratando de respirar pausado y lograr algo de autocontrol.
-¿Te han dicho alguna vez que tienes un cuerpo muy apetecible? -preguntó el sujeto acuclillado frente a él.
Nahoya abrió sus ojos y se encontró con Ran. El mismísimo líder de la manada Haitani. Sabía que su voz se le hacía conocida, pues le había escuchado hablar en alguna oportunidad durante las reuniones de líderes. Sin embargo no estaba al tanto de que participaría del ritual.
-Eres el primero que se...atreve a decirlo -dijo con dificultad.
Detestaba lo que las feromonas del líder estaban haciendo con su cuerpo.
-Me pregunto si mi hermanito tendrá la misma imagen en este momento -dijo paseando sus dedos por la desnuda espalda del chico -El líder Kawata estará feliz de saber que sus hijitos serán tomados por nosotros ¿Verdad?
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Salvajes por naturaleza [Tokyo Revengers] [Omegaverse]
Ficção GeralCada 3 años, los líderes de las principales familias que habitan el boscoso territorio de las montañas organizan una celebración bajo la luz de la luna llena, donde tendrán la oportunidad de poder liberar a sus lobos interiores para encontrar a sus...