El lobo rojizo se había obsesionado con él al parecer, pues luego de corretearlo y alejarlo de su hermano mayor, obstaculizaba su camino de regreso a Nahoya. Con ladridos y gruñidos mantenía alejado al alfa, sin embargo el lobo era persistente en querer acercarse.
Souya había empezado a lloriquear debido a la desesperación y frustración que le provocaba la insistencia del lobo cobrizo.
"¡Escoge a otro omega!" rogaba con voz quebrada.
El lobo se detuvo en seco, inclinando su cabeza a un lado. Tomó su forma humana para acuclillarse frente al temeroso lobo gris.
-Oye, no llores -dijo acariciando el suave pelaje del animal -Me transformé en humano para decirte que puedo escuchar lo que dices, y no quise asustarte más si te respondía de esa forma.
Souya cerró sus ojos disfrutando las caricias que estaba recibiendo, aunque sus patas no dejaban de temblar.
-No escogeré otro omega, porque tú eres mi destinado -dijo frunciendo el ceño esforzándose en mantener enfocado los ojos azules del cánido gris en cuanto se abrieron por la sorpresa.
El menor de los Kawata estaba frente al que sería su compañero de vida. Sin embargo un pensamiento opacó la emoción del momento.
"Estoy defectuoso..." dijo con voz quebrada otra vez.
-Sé lo de tu problema al transformarte. Y realmente no me importa -comentó rascando su nuca -No creas que soy un acosador o algo parecido, pero llevo casi un año observándote.
Souya golpeó con su hocico la mano del otro chico para que continuara acariciándolo.
-Eres tan adorable como un cachorro... Por cierto, soy Rindou Haitani, y no es necesario que me digas tu nombre porque ya lo sé -dijo rascando detrás de las orejas del lobo, riendo al ver como sacudía su pata velozmente, golpeando el suelo.
El lobo terminó recostado en el suelo, con la panza hacia arriba, disfrutando de las caricias que Rindou le daba. Se sentía tan bien recibir ese tipo de afecto de alguien que no fuera su hermano cuando lo consolaba después de que su padre le hiciera daño.
Rindou sintió la felicidad de su pareja fluir con tanta naturalidad. En todos esos meses en que estuvo infiltrado en el territorio de los Kawata para vigilar a Souya, ésta era la primera vez que podía apreciar el verdadero aroma de sus feromonas.
-Miel -susurró inclinándose para olfatear más de cerca y embraguiarse de su aroma.
Souya movía su cola de felicidad. Después de tanto tiempo alguien le estaba entregando el afecto y cariño que siempre esperó. Tanto su lobo como él estaban contentos.
Rindou preguntó por la posibilidad de poder interactuar con su forma humana. Souya gimoteó un poco, pero terminó aceptando. Se sentó y luego de darse ánimos mentalmente procedió a cambiar. Al mayor se le partía el corazón escucharlo quejarse de dolor a medida que ojiazul retornaba a su apariencia humana.
-Lo hiciste muy bien -dijo conteniéndolo entre sus brazos cuando Souya completó la transformación. El chico sudaba frío y respiraba agitado.
Esperó paciente a que el chico se recuperara para soltarlo.
-Lamento que hayas tenido que ver eso -dijo sonrojado, apartando la mirada del mayor.
Rindou acarició su cabeza poniéndose de pie, caminando hasta unos arbustos para conseguir algo que tenía escondido allí. Pero no contaba con que un lobo se le lanzara encima, agarrándolo de su antebrazo con sus fuertes mandíbulas. Souya vio con terror como Rindou forcejeaba por liberarse.
Otro lobo salió de su escondite, acercándose peligrosamente a Souya. El chico estaba aún débil por su reciente transformación, por lo que regresar a su forma lupina no estaba en sus planos, aunque quisiera hacerlo. Cerró sus ojos con fuerza, cubriendo su nuca, acorralado contra un árbol.
El lobo cobrizo volvió a hacer acto de presencia, tomando del pellejo al que amenazaba a Souya para lanzarlo lejos. El chico temió con Rindou, pero quedó sin palabras cuando su compañero no tuvo problema alguno en derrotar al par de lobos en lo que se consideraría un combate injusto. Pero Rindou no dejaría que escaparan tan fácil. Fue tras uno de ellos, precisamente del que se había atrevido a amenazar a Souya, y lo sujetó de una de sus patas traseras, jalando de ella hasta que la escuchó crujir. El llanto del lobo resonaba con eco en el bosque, y Rindou parecía disfrutar de su dolor, pues siguió mordiéndolo en diferentes zonas, causando el mayor daño posible.
-¡Déjalo ya! -gritó Souya sujetándolo del cuello, tirando hacia atrás para que Rindou dejara ir al alfa lastimado -¡Lo vas a matar!
"¡Esa es la idea!" respondió con voz furiosa, forcejeando con Souya para seguir atacando al ensangrentado animal.
-¡Por favor, detente! -comenzó a llorar. Y Rindou fue levantado del suelo, sujetado aún desde el cuello para darle oportunidad al alfa derrotado de huir del lugar.
Rindou trataba de comprender de donde había sacado la fuerza Souya para poder apartarlo e incluso levantarlo, ya que en sus formas lupina doblaban el tamaño normal de un lobo común y corriente.
"Ya puedes soltarme" dijo el animal cuando sintió que el aire le estaba empezando a faltar.
-Promete que no irás tras de él -dijo el chico, llorando a mares.
"¡Lo prometo, lo prometo!".
Souya soltó a Rindou y se dejó caer al suelo, agobiado por lo ocurrido y limpiando sus interminables lágrimas con manos y antebrazos.
El lobo no daba crédito a la fuerza de Souya. Se repitió varias veces no hacer enfadar o llorar al omega, porque su instinto de supervivencia le gritaba que estaría en serios problemas si lo hacía.
-¡Eres un maldito alfa descerebrado! -Le gritó Souya, golpeándolo fuerte en el costado cuando Rindou se le aproximó para tranquilizarlo.
"Le estaba dando una lección de vida... Jamás te metas con el omega de un Haitani" dijo lamiendo su rostro y riendo al ver cómo unos mechones azules del chico quedaron levantados.
-¡Lo ibas a matar! -se quejó hipando.
"Nah... Lo iba a dejar medio muerto" rodó sus ojos, dando incontables lamidas al rostro del chico.
Souya finalmente dejó de llorar, abrazado al cobrizo animal, respirando las tranquilizantes feromonas del alfa.
-No te dejaré marcarme hoy... Como castigo por tu comportamiento -dijo el chico escondiendo el rostro en el pelaje del otro.
"No seas así conmigo. Te estaba protegiendo" reclamó Rindou, lamentándose por la decisión del chico.
-Punto -dijo frunciendo el ceño, jalándole la oreja al lobo.
Rindou se lamentó aún más. Su hermano le había dicho que el ritual garantizaba sexo salvaje con su compañero. Lo habían engañado.
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Salvajes por naturaleza [Tokyo Revengers] [Omegaverse]
General FictionCada 3 años, los líderes de las principales familias que habitan el boscoso territorio de las montañas organizan una celebración bajo la luz de la luna llena, donde tendrán la oportunidad de poder liberar a sus lobos interiores para encontrar a sus...