章 - 10.

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Mei pensó en cómo preguntarle a Kija sobre lo que le pasaba, pero al no saber cómo le iba a responder no lo hizo. No quería herirlo al rechazarlo, ni tampoco tenía claro que eso era lo que quisiera hacer. Sin duda necesitaba hablar con alguien, pero al no estar familiarizada con ninguno, excepto Kija, hacía que hablarle a alguno fuera complicado. Si Yona estuviera caminando junto a ellos, sin duda se acercaría a hablarle. Entonces, mientras buscaba alguna posible opción, se fijó en Hak. No es que hubieran cruzado muchas palabras, pero a él si le interesaba conocerlo.

—Hak —se acercó a él en una pequeña correría y en cuanto tuvo su atención, le sonrió — ¿Desde cuándo llevas entrenando?

No se le ocurrió una mejor conversación para comenzar. Aunque en realidad le interesaba más el enterarse de todo lo que él supiera acerca de su procedencia, si tenía algún conocimiento de su familia.

—Desde que tengo memoria —respondió Hak orgulloso, viéndole con simpatía.

—Yo también —Mei se sintió muy emocionada respecto a hablar de aquello con él —Aunque me insistieron en que fuera más femenina y todas esas pamplinas, a mí me fascinaba todo lo que tenga que ver con luchar.

Hak soltó una amplia carcajada, disfrutando también de aquella charla. Mei era diferente a otras chicas, por ella sentía algo especial, como una especie de conexión, y no era por el efecto de ser tan parecidos, sino porque compartían el gusto por aquel arte y hacían las mismas expresiones respecto a algún chiste o fuera lo que fuera.

Jae—ha estaba en el cielo, pero no podía evitar dirigirle la mirada a Mei cada cierto tiempo, y por ello la pilló riéndose junto al guerrero. Sin duda amaba verla de aquel modo, pero lo que le entristecía es que él no fuera capaz de hacerla sentirse así. Últimamente lo único que había conseguido sonsacarle eran expresiones de negación hacia él, y así mismo eran sus palabras.

—Jae—ha, ¿estás bien? —Yona no pudo dejar de preguntarle al notar su semblante triste, y luego miró a Mei allí abajo. Ella quería ayudarle a acercarse a Mei, pero no podía ignorar a Kija. Era evidente que él también estaba interesado en su amiga de la infancia. El no poder apoyar a ninguno de los dos por separado le resultaba un tanto frustrante. Ambos eran sus amigos y quería que fueran felices.

Jae—ha la miró con una sonrisa afectuosa.

—No te preocupes, Yona. No voy a tirar la toalla —dijo lleno de confianza, digiriendo una sonrisa divertida hacia la joven que conversaba con el guerrero. No podía renunciar a ella. Mei era demasiado especial como para rendirse tan fácilmente, aunque era claro que sus tácticas de seducción no eran la opción predilecta.

Mientras se deleitaba con una imagen en la que ella le correspondía, una flecha casi rozó su rostro, haciéndolo despertar de la fantasía.

— ¡Rayos, nos atacan! —exclamó Mei, viendo como Jae—ha huía junto a la princesa. Mei siguió su rastro hasta que los perdió de vista, y eso sirvió para que se distrajera el tiempo suficiente como para que una flecha se clavara en su brazo.

— ¡Mei!

El grito de terror que lanzó Kija se sobrepuso al de dolor que soltó Mei, mientras se llevaba la mano hacia la flecha, la que se arrancó sin ningún miramiento, haciendo que el dolor se intensificara.

Kija quiso acudir a su lado, pero un grupo con aspecto de bandidos apareció de entre los árboles e interceptó su camino, lanzándose hacia ellos con la intención de saquearlos, aunque no tardaron nada en convertirse en sucias alfombras bajo su fuerza, ya que para los dragones y Hak, aquellos tipos no eran nada del otro mundo, incluso Mei, estando herida, se había liberado de tres con facilidad.

Akatsuki no Yona • Periplo del corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora