Mientras aguardaba por su recuperación, incapaz de pegar ojo, Mei recapitulaba toda su vida desde que tenía memoria. Sonrió ante las memorias dulces que compartía con Kija, e igual recordó con nostalgia a la abuela y a los demás. La habían alejado de allí utilizando su deseo por explorar, y por ello su corazón estaba resentido, pensó que se había curado de ello, pero no era cierto, todavía estaba muy presente la grande herida que le dejaron en el corazón, y la verdad es que no quería seguir sintiéndose de ese modo.
Sintió sus memorias con mayor intensidad en el instante en que se quedó dormida sin darse cuenta. El abrazo de Kija se sintió muy vivo alrededor de su ser, al igual que la intensidad de los besos de Jae-ha. Siempre que pensaba en ellos se sentía confundida. En su infancia, quiso a Kija y creyó que ya lo había superado, pero quizás no era así. También creía nunca haberse enamorado de Jae-ha, pero en ningún momento había estado cien por cien segura.
—Hey, Mei.
La joven despegó los párpados con pereza, descubriendo a Jae-ha a su lado, con una mezcla de ternura y dolor en su mirada. Mei se quedó en silencio por un instante, perdida en sus ojos, hasta que terminó por despertarse.
—¿Cómo te sientes? —le cuestionó, mirándole la zona herida, descubriendo que los vendajes estaban empapados de sangre —Venga, te cambiaré los vendajes.
—Gracias —Jae-ha apenas afirmó, mirándola con una sonrisa despreocupada.
Mei le retiró las vendas con sumo cuidado y tras limpiarle y aplicarle más crema de hierbas —que ella misma preparó— volvió a tapar la herida con nuevo vendaje. En el tiempo en el que se demoró, no alzó la mirada en ningún instante. Solo le miró cuando terminó y se deparó con que Jae-ha la miraba con tanta intensidad, que su corazón estremeció.
En ese preciso instante, se dio cuenta de que quizás Jae-ha no la había superado tal y como imaginó, o tal vez solo quería creer que era así, porque quizás sentía algo por él.
El sonido que emitió el estómago hambriento de Jae-ha, la espabiló.
—Ah, iré a pescar o a cazar algo —se alzó de inmediato y dio una pequeña correría hasta la puerta —No me tardo.
Ni siquiera volteó a ver qué cara ponía Jae-ha, porque ella no quiso que notara el calor centrado en su rostro. Necesitaba tiempo para controlar los confusos latidos de su corazón, y estaba segura de que caminar un rato la ayudaría a cumplir con su cometido.
En su búsqueda, logró cazar un conejo y también consiguió unas cuantas manzanas, y mientras regresaba a la casa abandonada, Mei comió dos.
—¿Jae-ha, qué haces? —Mei dejó la comida sobre su bolsa y se apresuró en pararse frente a Jae-ha, el que estaba de pie, apoyado en una pared —No tienes que esforzarte.
—No puedo quedarme más tiempo aquí teniendo en cuenta que los demás están en peligro. Tengo que regresar para asegurarme de que todos regresamos a salvo junto a Yona.
En ese preciso instante, Mei sintió una punzada en su pecho que no le alegró en lo absoluto, y es que, aunque quisiera negarlo, lo que le dolió de todo lo que Jae-ha le había dicho, era que hubiera mencionado a Yona.
—Sí, también me preocupan los demás, pero, estando así no vas a lograr nada —Mei le habló con seriedad, ocultando aquellos síntomas de celos.
—Ya estoy bien —aseguró Jae-ha, dándoselas de macho, pero en cuanto Mei le rozó con el índice la zona de la herida, se retorció.
—No voy a dejar que te vayas así —dijo tajante y Jae-ha abrió mucho los ojos cuando ella decidió tomarle en brazos y lo acostó sobre la manta vieja en donde había estado descansando —Mira nada más lo delgado que estás, pareces papel sobre mis brazos —bromeó, y algo más tarde se percató de la cercanía entre sus dos rostros, y al contrario que en la anterior ocasión, no pudo ocultar su rojez.
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Akatsuki no Yona • Periplo del corazón
FanficXiang Mei, es una joven huérfana que se crió en el pueblo del dragón blanco y es la mejor amiga de Kija. Aquel pueblo era para ella su hogar, pero cuando supo que la abuela y los demás la dejaron irse de viaje para evitar que su sangre se mezclara c...