章 - 6.

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Por su parte, Mei encontró en Yona lo adorable y femenino que ella no tenía en lo absoluto. Tenía la gracia propia de una princesa, y tanto sus ojos como sus cabellos eran sumamente hermosos. Además —en su opinión — que fuera bajita le sumaba puntos.

—Yo soy Shin—Ah —como nadie lo había presentado, el dragón azul decidió hacerlo por su cuenta. Él había estado allí todo el rato, pero al ser tan silencioso, Mei ni lo había notado —Y ella es Ao —alzó su mano derecha, en donde estaba sentada la ardilla.

— ¡Y yo soy Zeno, adorable señorita! —canturreó el que lucía como el más joven.

—No te dejes engañar por su apariencia, ese tipo tiene no sé cuántos años —le informó Kija a modo secreto, aunque sin susurrarlo. Nunca se lo habría dicho a alguien, pero Mei era especial y tenía toda su confianza.

—Oh, vaya, eso es sorprendente.

—Y yo soy Yoon —se presentó el chico de cara bonita.

—Más conocido como la mamá Yoon —añadió Hak en tono burlesco.

— ¡Yo nunca he parido hijos tan feos! —exclamó el chico luciendo enfadado, aunque en realidad se sentía dichoso por la estima que todos le tenían. Mei no pudo dejar de sonreír ante aquel grupo tan especial. Kija había conseguido unos compañeros estupendos.

—Y yo soy Hak, tu gemelo —bromeó el guerrero, alzando la mano en un ademán, el que Mei correspondió sin poder evitar reírse.

—Y como mi "gemelo", seguro se te da muy bien luchar, tal y como Jae—ha insistió —los ojos azules de Mei brillaron ante la idea de poder probar sus habilidades, y el guerrero sonrió mostrándose como un narcisista de sus habilidades.

—Este tipo es una bestia salvaje, Mei, así que es mejor que te mantengas alejada de él —advirtió Kija y la envolvió con sus brazos como si fuera su escudo.

Mei miró a su amigo con una sonrisa radiante de emoción. Saber eso de la boca del propio dragón blanco la hizo sentir mayor curiosidad.

— ¡Ahora tengo más ganas de luchar con él! —exclamó la joven alzando los puños hasta la altura del pecho.

—Pueden hacerlo en otro momento —habló Yoon con seriedad —Ya que ahora, lo más importante es averiguar de qué se trata esa sustancia que le dieron a tomar a Jae—ha.

Mei observó al hombre al que un día besó y notó que temblaba. Era evidente que no estaba recuperado del todo.

—Tú te vas a quedar aquí, y nosotros iremos a investigar —le hizo saber Yoon, ya alzándose del suelo.

Jae—ha iba a poner pegas, pero antes de que lo hiciera, Hak le metió un puñetazo en el estómago que hizo que se quedara inconsciente y después lo ató con cuerdas, impidiendo que se pudiera escapar. Los demás no parecieron sorprendidos, pero Mei sí lo estuvo. Menudo modo de ponerle a dormir le habían aplicado. De ese modo, por fin pudo liberarse de su agarre y alzarse. Suspiró ante la idea de que le fuera a molestar más tarde con lo mismo, pero tampoco es que tuviera la intención de huir o algo semejante.

Dejaron a Shin—Ah a cargo de vigilarlo y después se fueron todos juntos al local en donde había sido drogado. Mei los acompañó porque quería estar junto a Kija, aunque fuera en esa situación.

—Kija, en verdad sigo sorprendida de verte fuera de las faldas de la abuela —comentó Mei mientras caminaban por la ciudad. Ellos dos iban detrás del grupo.

—Ya no soy ningún niño, Mei —habló Kija orgulloso, llevándose su mano de dragón al pecho.

En verdad lucía feliz de poder cumplir con su misión y seguro estaba muy agradecido por ello, ya que habían sido muchos los descendientes que no habían probado su suerte. Sin duda era muy afortunado, aunque Mei seguía sin verle verdadero sentido a aquello. Le parecía injusto nacer ya con una misión destinada, y pensó que Jae—ha pensaba igual, sin embargo, era un hecho que él también estaba protegiendo a Yona. Sin duda la sangre era más fuerte que su voluntad y seguro no habría dudado en abandonarla a ella —pese siendo su pareja — con tal de cumplir su papel.

Akatsuki no Yona • Periplo del corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora