章 - 14.

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—Bueno, ya está todo listo.

Semanas después, Mei cargó con sus cosas y junto a su amiga, se dispuso a mirar a los pueblerinos que se habían reunido en la puerta a despedirlas.

— ¿De verdad tienes que irte, Mei? —lloriquearon un grupo de jóvenes, entre ellos tipos a los que había rechazado.

— ¡No puedo creer que ninguno de ustedes haya sido capaz de enamorarla! —les reclamó una de sus fans al grupo de chicos y ellos lloriquearon más.

— ¡Ni que fuera fácil conquistar el corazón de mi Mei! —dijo Yang Yang con el pecho hinchado del orgullo — ¡A nosotras solo nos van a conquistar hombres hermosos y con carácter!

— ¡Cállese, narcisista! —le gritó el rubio y Yang Yang se fue corriendo detrás de él para darle un golpe, pero fue en vano porque era muy rápido.

—Yang no te estés cansando antes de partir —le aconsejó Mei riendo.

—Cielos... —su amiga regresó a su lado y ya de una buena vez partieron.

Los residentes no se privaron de decirles que nunca se olvidaran de que podían regresar cuando quisieran porque ese era su hogar y Mei casi estuvo a punto de llorar. Aquello significaba mucho para ella.

—Bueno, ¡ya estamos fuera! —exclamó Yang presa de un grande entusiasmo, abriendo los brazos al experimentar una sensación de libertad — ¿Y ahora a dónde vamos?

—La verdad es que yo nunca decido un destino, solo camino y ya.

— ¡Eso está genial también!

La animación bailaba en el rostro de la joven inexperiente conforme avanzaba por entre la vegetación del bosque, pero nada más pasaron treinta minutos y ya estaba exhausta. No es que en el pueblo no hiciera nada. Trabajaba como todas las muchachas, pero no estaba acostumbrada a aquellas caminatas, pero igual no exigió descanso y solo se sentó cuando Mei dijo que pararan para comer. En ese entonces, Yang se dejó desplomar.

—Tranquila —Mei le tendió un tubo de bambú en donde guardaban el agua —Es normal que al principio te canses, pero luego te acostumbras.

—Gracias —aceptó y tomó toda el agua de una sola vez, sintiéndose en verdad muy sedienta —Me esforzaré para seguirte el ritmo.

Mei fue a cazar dos pájaros con su habilidad de arco y después de cocinarlos y comerlos, ambas siguieron con el viaje. Pese al cansancio que aquel periplo exigía, Yang no dejó de impresionarse con las cosas nuevas que veía, de señalar las flores más bonitas y sus mejillas se colorearon cuando vio una ardilla sumamente adorable. Sin duda el viaje sería más entretenido en su compañía.

Al anochecer, cuando decidieron acampar, Yang en verdad estaba muy entusiasmada con la idea. No le temía ni a los animales ni a algún posible atacante, ya que se sentía muy bien protegida por Mei.

—Nunca me habría atrevido a viajar sola. En verdad eres una bendición para mí, Mei —Yang se cobijó bajo su manta de piel, viendo el cielo estrellado con ojos de admiración —Es la primera vez que acampo y estoy tan emocionada que no sé si voy a poder dormir.

—En verdad me alegra que hayas venido conmigo, porque debo de admitir que a veces me sentía un poco sola —confesó Mei acurrucándose junto a su amiga, la que se mostró en verdad feliz.

—Ahora solo nos falta un hombre guapo para cada una. Tengo que engendrar hijos hermosos —sus ojos brillaron más que el mismísimo cielo. En verdad estaba muy empeñada en eso.

—Cielos, ¿en verdad quieres tanto tener hijos? Yo la verdad es que... Desde que ayudé a una mujer a parir como que me da cosa...

—Sí, bueno, yo también he asistido a algunos partos, y aunque sé que es doloroso, yo quiero ser mamá.

Akatsuki no Yona • Periplo del corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora