Capítulo 9

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"No te irás de aquí hasta que me digas que te sucede" podía oler el enojo en Kagome, mezclado con tristeza.

"Nada sucede, sigue con tus cosas"

Maldijo mentalmente cuando notó como sus ojos comenzaban a aguarse. Odiaba ver a las mujeres llorar, pero ver a Kagome llorar le rompía el corazón.

"Dímelo, necesito saber qué sucede"

"Todo volverá a estar normal en unos días" la abrazo contra él, se sentía agobiado. ¿Cómo podía explicarle? ¿Cómo podía decirle que su cuerpo le pedía cosas que no merecía tomar de ella?

"Estás aquí y sé que tu cabeza está en otra parte. Es... ¿Es alguien más?"

Podría haberle dicho que era una demente por pensar en eso, que ella era la única persona suficientemente pura de corazón como para no notar su mestizaje, pero también sabía que él era el culpable de esa inseguridad. Él y su incapacidad para poner sus emociones en orden, para explicarle su responsabilidad con Kykyo, su dolor.

"Kagome, tu eres la única persona en la que pienso y ese es el problema, pienso en ti más de lo que debería"

Aquello pareció confundirla aún más, tomó su cara entre sus pequeñas manos y lo acarició.

"Dime qué sucede, juntos lo solucionaremos, se honesto conmigo"

"Tu aroma me está volviendo loco porque mi instinto me pide que te marque"

Lo soltó, con brusquedad. Esperó que lo enviara al suelo, pero Kagome parecía estar intentando comprender.

"Los demonios marcan a su esposa, ¿No es así? Por eso te ponías celoso cuando Koga hablaba de marcarme"

"Lobo sarnoso, no estaba celoso de él"

"InuYasha..."

"De acuerdo, estaba celoso" reconoció de mala gana "La marca te une, solo puedes marcar a una persona, tu alma se liga, no importa si esa persona muere, tu alma siempre seguirá ligada"

"No entiendo porque eso sería algo malo, creí que tú y yo estaríamos juntos para siempre"

La calidez lo invadió, aún si una parte de él lo supiera, escucharla hablar de una vida entera juntos hacía que todo en su interior se revolucionará.

"Kagome, la marca tiene una... una parte física"

Pasaron unos segundos antes de que el sonrojo invadiera sus mejillas y su voz se volvió un murmullo, pero su mirada se mantuvo firme en la suya.

"¿No lo entiendes verdad? Soy tuya desde la primera vez que te vi. Con o sin marca, yo te pertenezco"

Tomó la mano de InuYasha, besó la palma antes de colocarla sobre su pecho donde el corazón latía errático.

"Kagome, no puedo hacerte eso, te deshonraría, tu eres una miko sagrada, ¿crees que la gente te respetará si dejaras que un Hanyo te posea? "

"Lo harán, porque me ganaré su respeto, porque seré una gran sacerdotisa y mi amor por ti no tiene nada que ver con mi trabajo en esta aldea"

"Kagome, eres muy ingenua, tu no puedes querer la marca de un Hanyo"

"InuYasha, yo te amo"

Y el mundo dejó de girar.

No había más argumento. No había nada en el mundo que pudiese borrar o contradecir aquello.

La besó.

Con determinación, con ansia, con angustia, con amor. Deseó que de alguna manera ella entendiera que él sentía lo mismo, que la amaba con la piel y hasta los huesos, que la protegería de todo, que moriría por ella sin pensarlo ni un momento.

"Te amo" repitió ella, agradeció estarla besando, para que no viera que ahora eran sus ojos los que se habían humedecido. 

Mi pequeña KagomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora