Capítulo 19

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"InuYasha, podrían pagarnos muy bien" Miroku miraba a su amigo y socio sin comprender.

"Al demonio con la paga, no iré a ese lugar. No pisaré esas malditas tierras"
Kagome se cruzó de brazos molesta.

"Esa gente está pidiendo nuestra ayuda, Inuyasha, no se trata del negocio, no puedes ser tan egoísta"

"¿Yo soy egoísta? Si tienen problemas, que arreglen sus malditos problemas por su cuenta, no tengo por qué ensuciar mis manos por esos bastardos"

"¡Abajo!" Inuyasha golpeó la tierra, hacía tiempo que Kagome no hacía eso, se levantó, mirándola entre el dolor y el enojo y se marchó de ahí.

"¿Qué sucedió?" Sango salió de la cabaña mirando curiosa a su esposo, Miroku le tendió la carta que había llegado esa mañana. "InuYasha no quiere ir, ¿Verdad?"

"No entiendo porque se niega a una paga tan grande"

"No sé porque no quiere ayudar a esas personas, es tan testarudo" Sango negó con la cabeza, con expresión de tristeza.

"Kagome, no es egoísmo. Conozco está aldea, se porque InuYasha no quiere ir"
Miroku y Kagome miraron a la exterminadora con curiosidad, Sango se sentó junto a sus hijas y ambos la siguieron.

"En el sur, en esa aldea y en primavera solían organizar la cacería del Hanyo. Cazaban a los mitad demonios y usaban su sangre como ofrenda en las cosechas"
El corazón de Kagome dolió. Dolió por enojo, por angustia, por culpa.

"A veces pedían la ayuda de los exterminadores para conseguir hanyos de tierras lejanas, en la época de mi padre ya era considerado algo antiguo, pero recuerdo que mi abuelo solía llevar muchos medios demonios"

"Pero no… ¿Ellos no se defendían? Eran mitad demonios debería ser fácil defenderse de los humanos" 

"Kagome" Sango tomó la mano de su amiga "los hanyos no suelen ser como InuYasha, no suelen llegar a su edad. Los mitad demonios que cazaban solían ser…"

"Mataban niños… niños Hanyo… niños como InuYasha"
Miroku miró a sus niñas sin poder evitarlo, los ojos de Kagome se llenaron de lágrimas. Era una estúpida, había juzgado sin preguntar las acciones de InuYasha como si para esa altura no supiera el corazón que él tenía.

*
InuYasha no había aparecido en todo el día. Entró a la cabaña con los ojos hinchados y las mejillas rojas. Tenía razón en sentirse herido.
No tenía ganas de comer ni de iniciar un fuego, el futón se veía vacío sin él.
Se sentó, quieta.
InuYasha por favor, ven.
Era de noche cuando sintió las pisadas fuera de la cabaña, en otro momento habría tomado el arco y se habría puesto en alerta, pero InuYasha no estaba con ella y lo único que vino a su mente fue que quizás sería él.

"Agradece que sea primavera o ya estarías muriendo de frío"
Reprochó, tirando troncos y prendiendo fuego, no la miraba. Podía ver sus músculos tensos.

"¡InuYasha!" Se arrojó sobre él, llorando como una niña "lo siento, lo siento tanto"
Estuvo un momento quieto, antes de rodearla con sus brazos y apretarla contra él.

"No hace falta que llores"

"Lo siento, fui tan idiota, reaccionando así, debí saber que tenías tus razones, debí preguntar, debí…" InuYasha se encogió de hombros.

"Esta bien" Kagome podía ver la tristeza en sus ojos dorados.

"No lo está, mírame, lo que hacían era terrible"

"Kagome, morían híbridos, a nadie le importa, crees que si a sus padres demonios les importara los dejarían a merced de los humanos? O de otros demonios? Qué más da, solo es sangre sucia"
Kagome tomó su rostro, mirándolo fijamente.

"No te atrevas a hablar así, ¿me oyes? Tu sangre, tu vida, tu existencia es lo más valioso que hay en este mundo para mi, InuYasha preferiría morir a estar en un mundo sin ti. Eres valiente, poderoso, noble y entiendes más de honor que todo el maldito ejército. Tu, los que son como tú, valen muchísimo más que esa gente asquerosa que decide hacer esas cosas"
Inuyasha escondió su rostro en ella, incluso con la diferencia de altura, no podía mirarla.

"Te amo InuYasha, te amo tanto que nunca terminaré de explicar lo maravilloso que eres y qué me creas"
Kagome llevó sus manos al collar de cuentas en el cuello de InuYasha.

"Lo quitaré, no es justo que lleves esto"

"No lo quites, me une a ti. Es como tenerte conmigo, era una prueba de que habías existido cuando estabas lejos"
Kagome lo besó, poniéndose de puntitas para llegar a su altura.

"Estoy orgullosa de quién eres, de lo que has logrado, estaré orgullosa de ser tu compañera y tu esposa, estoy orgullosa del Hanyo del que me enamoré y estaré orgullosa de tener tus bebés si algún día los deseamos"
InuYasha tembló, conteniendo todas las emociones que pasaban por su interior. La amaba tanto que solo podía pensar en marcarla, en entregarse a ella en cuerpo y alma, en jurarle su fidelidad y protección hasta el día en que exhalara su último aliento.

"Kagome...puedo… puedo…" podía escuchar el latido de los dos corazones acelerados, el aroma a las lágrimas de Kagome, el crepitar del fuego, la esencia de Kagome que lo inundaba.

"Pídeme lo que quieras" murmuró, acariciándole la mejilla.

"Quiero…" demonios, cómo podía ser que no le faltara valentía para enfrentarse a los demonios más peligrosos pero fuese incapaz de hablarle a la mujer que amaba y tenía frente a él. Se acercó a su oído y con el corazón en el puño dejó salir las palabras junto con su respiración
"Quiero estar dentro de ti"

Se quedó quieto, estático, expectante. Quizás había ido muy lejos, quizás era un error, quizás ella no quería que la deshonre de esa forma y menos antes de una boda propia, quizás…
Sus pensamientos se frenaron al verla sonreír.

"Siempre tendrás un lugar en mi, te pertenezco desde la primera vez que te vi"
InuYasha agachó la cabeza, nunca había sentido tal nivel de agradecimiento, nunca había creído que sería capaz encontrar una mujer que lo aceptará y amara de esa forma.
Kagome se mordió el labio, aún traía el rostro algo sonrojado del llanto, pero sus ojos brillaron, no con lágrimas esta vez, sino con algo que lo hizo temblar de nuevo,  por razones muy diferentes.

Mi pequeña KagomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora