HALLOWEEN

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Por fin llegó mi tan esperada noche de Halloween, el día anterior había ido con Susan y con Max a comprar un disfraz, al principio me negué, pero finalmente fui debido a los gritos de mi padre. Decidí disfrazarme de la protagonista de mi película favorita: Risky business. Me pondría un jersey blanco con las mangas de líneas negras y grises, en el cuello llevaría una cinta negra cogida con un lazo, una falda también blanca que termina con una gruesa línea negra y por último, unas bambas simples blancas. Una vez salí de la ducha me vestí y bajé para poder irnos por fin a la fiesta, mi hermano empezó a reírse de mí en cuanto me vio.

—¿De qué te ríes, imbécil? —me crucé de brazos cabreada.

—¿Qué eres, una niña pequeña? —se burló.

—Vete a la mierda.

Siguió riéndose y decidí ignorarlo, no me iba a fastidiar mi primera fiesta en el pueblo. Subimos a su coche, primero llevamos a Max a una de las calles del pueblo para que pidiese caramelos con sus amigos, si es que tenía. Después fuimos directos a la fiesta y una vez dentro de la casa nos acercamos al lugar en el que había más personas y más ruido, al parecer estaban haciendo competiciones con la bebida, quien bebiese lo que le ponían delante más rápido ganaba. Billy y yo nos miramos al mismo tiempo y supimos que ambos pensábamos lo mismo. En cuanto terminaron nos pusimos uno en cada lado de la mesa, primero nos pusieron cinco chupitos, pensé que era algo estúpido, pero después añadieron tres vasos grandes del ponche que habían preparado, el cual nos advirtieron que estaba muy fuerte. Nos miramos fijamente, ambos sonriendo y con las manos en la espalda, esperábamos a que alguien nos diese alguna señal para comenzar, cuando de repente una voz gritó: ¡YA!

Me bebí los chupitos uno tras otro lo más rápido que pude, en cuanto terminé me tomé un par de segundos para ver a mi hermano, él ya iba por el primer vaso, le dediqué una mirada asesina y cogí el ritmo de nuevo. Había hecho más competiciones de las que recordaba contra Billy, pero esta vez iba más rápido de lo normal, sabía que eso no sería bueno porque me emborracharía demasiado rápido, sin embargo, si me ganaba no sería con dos vasos de diferencia. Escuchaba como todos alrededor gritaban y nos animaban a seguir. En cuanto terminé dejé el vaso boca abajo, mi hermano hizo lo mismo y al mismo tiempo, ninguno de los dos había ganado, era un empate. Volvimos a sonreírnos y salimos del centro de la multitud. Fui a por algo de comer en la mesa del centro, beber tanto me había dado hambre. Pasé a bailar con algunas de las chicas de clase con las que había estado hablando estos días, no es que me cayesen muy bien, pero era mejor que bailar sola, además todas estaban muy borrachas y eran menos estúpidas, así que cuando hablaban. En un momento de la noche me entraron ganas de ir al baño, después de haberme pasado la noche bebiendo era normal. Tras diez minutos buscándolo, por fin lo encontré y justamente salía un chico de pelo largo, vestido de la misma película que yo, parecía estar mosqueado. La puerta se cerró tras de él y bajó apresurado las escaleras. Yo entré, allí, se encontraba la chica que iba con el pringado que se chocó conmigo el primer día. Tenía una mancha roja por toda la blusa, me percaté de que iba disfrazada del mismo personaje que yo, menuda coincidencia. Ella me miró, se notaba en su mirada que estaba bastante bebida, me salió del baño sin decirme nada. Cerré la puerta y me dispuse a hacer mis necesidades. Me estaba empezando a agobiar en aquella casa, todo me daba vueltas y solo podía identificar dos olores, el del alcohol y el del sudor, debido a eso quise salir fuera.

Una vez en la parte de adelante de la casa pude respirar el aire puro del exterior. Era luna llena y resplandecía en el cielo, miré alrededor y vi de nuevo al chico de pelo largo. Caminaba a paso rápido, hacia los coches que había por allí, seguramente buscaba el suyo. Me acerqué a él y caminé a su lado.

—¿La chica del baño es tu novia? —pregunté curiosa.

—¿Quién coño eres? ¿Y qué te importa? —soltó molesto.

—Brook Hargrove, un placer —me presenté—. ¿Y tú cómo te llamas?

—Steve Harrington.

—Encantada, pero aún no me has dicho si esa chica es tu novia.

—No, ya no. Al parecer soy un falso, todo es falso y lo de que nos queremos, también es falso —contestó.

—¿Vas a irte solo porque ella te ha dejado? —interrogué sorprendida.

—¿A ti qué te parece?

—Me parece aburrido —dije sincera—, aunque la fiesta tampoco es muy divertida.

—No es aburrido, es lógico. Y este tipo de fiestas siempre son así —comentó—, y si tú te aburres, ¿por qué estás aquí?

—Mi hermano si se lo está pasando bien y es él quien me lleva a casa.

—¿Me estás diciendo indirectamente que quieres que te lleve a tu casa?

—No, solo estaba contestando a tu pregunta, pero ya que te ofreces, estaría muy bien —me reí.

Steve se rio de vuelta mientras se encogía de hombros, después comenzó a caminar, yo le seguí el paso. A los pocos minutos llegamos a su coche, era un BMW 733i de color granate. Me abrió la puerta del copiloto y entré, dentro estaba tapizado de un color grisáceo, rodeó el coche y se sentó en el asiento del piloto para después arrancar.

STRANGER THINGS 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora