ME GUSTA LO RARO

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—¿Mike? ¿Mike, qué pasa? —preguntó Lucas alterado.

—¡Tenéis que venir al laboratorio! ¿¡Ya!

—¿Por qué? ¿Qué pasa, Mike? —no hubo respuesta—. ¿Mike? ¡Mike contesta! Mike.

Lucas siguió gritando, Dustin le arrebató el walkie-talkie y le dijo que nadie le hablaría por más que siguiera gritando. Volvimos al Cámaro y lo arranqué para ir al lugar al que el chico al que aún no conocía nos había pedido que fuésemos, aunque más bien nos lo había ordenado. De nuevo con las indicaciones de Steve, llegamos a otro lugar más, me iba a salir caro ese día por la gasolina, pero con todo lo que había visto hasta ese momento, sabía que eso ya no era nada importante. Al llegar a lo que se suponía que era el laboratorio, volvimos a bajar del coche y buscamos a los amigos de Max, en cuanto los encontramos nos explicaron que Will había empezado a convulsionar debido a que sentía que se quemaba por dentro, Mike nos contó que pensaba que el desollador de mentes, es decir, un monstruo más, le controlaba y que Will era un espía, por lo que sabía dónde estábamos en cualquier momento y por eso estaba dormido. Al parecer nos habían llamado para que pudiésemos llevarnos a Mike y siguiéramos haciendo de canguros, que era lo que realmente habíamos hecho hasta ahora. Vimos que Hopper, el policía al que habíamos estado buscando en vano, estaba allí y ahora nos estaba enviando hasta la casa de Will.

Cuando llegamos allí ya empezaba a anochecer, entramos en la casa, todos los niños fueron a la habitación de Will, quien no estaba porque tenían otros planes con él, Steve y yo nos quedamos en el salón. Nos sentamos en el sofá, yo fijé mi mirada en la televisión apagada. Sentí que Steve tenía los ojos cerrados, instintivamente giré mi cabeza hacía él, me quedé observando su rostro durante un tiempo, hasta que él, al parecer, notó mi vista fija en su cara. Abrió los ojos y me miró con el ceño fruncido, yo agaché la mirada, sentí que poco a poco me iba sonrojando.

—¿Pasa algo? —preguntó.

—¿Saldrá todo bien?

—Sí, seguro que sí, esto ya ha pasado antes.

—Cuando te conocí no pensé que acabaría haciendo de niñera contigo para salvar a unos niños de unos monstruos —me reí.

Él se rio de vuelta.

—Al menos no hacen mucho ruido —dijo.

—Es raro para unos niños estar tan callados —Steve se encogió de hombros.

—No son unos niños normales, han pasado por mucho.

—¿Y tú? ¿Tú eres normal?

—Supongo que yo tampoco lo soy.

—Me gusta lo raro.

Giró el rostro para que no se notase que le había provocado una pequeña sonrisa. De pronto, se escuchó el motor de un coche acercándose, ese ruido solo podía provenir de un sitio, el Cámaro de mi hermano. Max vino corriendo con sus amigos detrás, en su rostro pude ver que temía lo que podía pasar si él se enteraba de que estábamos aquí. Golpeó la puerta de la casa y todos nos escondimos, ellos se colocaron tras el sofá y yo me posicioné detrás de la pared de la cocina. Steve abrió la puerta y noté que Billy estaba muy enfadado, más de lo que solía estarlo y eso significaba que había tenido bronca con nuestro padre.

—¿Dónde están mis hermanas, Harrington?

—No tengo ni idea. ¿Por qué debería saberlo?

—Porque mi hermana no ha aparecido por casa desde esta mañana, y eres el último con quien ha estado.

—Pues no sé dónde está.

—¿Y ese coche de ahí? —señalo mi Cámaro rojo—. ¿Qué le has hecho a mi hermana?

—¡No le he hecho nada! —exclamó Steve.

—¡Más te vale que sea verdad! —gritó.

Billy entró dentro de la casa y le plantó un puño en la cara a Steve, este se defendió pegándole también y entonces yo salí de mi escondite rápidamente. Pegué un chillido para que parasen, ellos se quedaron inmóviles, mirándose. Los pequeños se apartaron de ellos dos y se pusieron detrás de mí por si al final seguían con su pelea.

—No nos ha hecho nada, puedes estar tranquilo —le aseguré.

—Deberíais estar en casa, papá está muy cabreado.

—Lo sé, pero ha pasado algo, algo malo.

—¿Qué tan malo tiene que ser para que no te preocupe papá? —preguntó.

Miré a Steve, esperando que me dijese si podía decírselo o no, entendió mi mirada, pero al igual que yo no sabía que hacer, por lo que su respuesta fue un encogimiento de hombros. Decidí explicarle todo lo que sabía, los pequeños me ayudaron a contarlo tal y como lo vivieron. Como era de esperar, Billy se quedó perplejo, después se cabreó muchísimo porque pensaba que le estábamos tomando el pelo y él odiaba eso porque era como si lo tomasen por tonto. Le pedí que confiara en mí, yo nunca le había mentido y no lo iba a hacer ahora, no tenía motivos y no me inventaría nunca algo así. Me dijo que en ese caso también me habían engañado a mí, solo que yo sí les había creído con esa estupidez, le garanticé que lo había visto con mis propios ojos y entonces empezó a dudar.

STRANGER THINGS 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora