Capítulo 1

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Al terminar la primera guerra mundial, muchísimas cosas cambiaron en la vida de las personas, el primer año sin los conflictos políticos fue difícil, pero todos sabían que debían continuar con la vida, sobre todo tras perder a tantos soldados quienes pelearon por su patria, era un sacrificio que no podía ser tomado a la ligera.

Takashi Mitsuya, hijo de un soldado voluntario, quien perdió a su padre en la guerra, ahora responsable de una familia de cuatro personas, incluyéndolo, tomaba su futuro muy en serio. Si algo se le daba bien era la sastrería, criado entre telas y costuras por el trabajo que hacía su madre en una vieja fábrica de textiles, era capaz de bordar y confeccionar cualquier prenda.

Incitado por sus hermanas menores, quienes disfrutaban de jugar con los muñecos que creaba a partir de las sobras del material que traía su madre del trabajo a casa, Mitsuya ocupaba su ingenio para hacer de Luna y Mana las niñas más felices.

Y es que no todo tiene que ser malo, eran desafortunados debido a la situación económica en la que se encontraban, su padre había muerto, su madre fue obligada a trabajar para ser el sustento del hogar y él como hermano mayor debía de hacerse cargo de las pequeñas.

Pero no se quejaba, solo quería ser lo suficientemente adulto para poder ganarse el pan del día con su propio esfuerzo. Aun siendo un niño, se escapaba de casa para ir al taller de un sastre conocido en su pueblo, miraba a través de la vitrina a pesar de que en múltiples ocasiones lo corrían de ahí. No era alguien famoso, ni tampoco confeccionaba ropa de alta costura, pero todo lo hacía de una manera impecable y eso atrapaba su atención.

Una tarde, al encontrarse de pie fuera de la puerta del taller, el sastre salió y le vio, el chico un poco abrumado por la presencia del hombre saludó de manera respetuosa, haciendo una pequeña reverencia.

—Siempre te quedas mirando, ¿qué es lo que llama tu atención? – preguntó el sastre al pequeño, tendría unos 10 años, parecía un chico pobre, se notaba que la ropa que usaba estaba remendada en algunas partes, pero parecía bastante limpio.

–Quiero aprender a confeccionar esos trajes. –Contestó Mitsuya mirando al hombre–. Soy bueno aprendiendo, prometo no entorpecer su trabajo.

El Hombre se quedó de pie observándolo, tenía algunas heridas en las manos, dedos finos y largos, ojos con mucha determinación.

—Mi madre es costurera en una fábrica, sé lo básico, pero quiero mejorar.

—No necesito un costurero, ni menos otro sastre. —Contestó de manera tajante el hombre, la expresión de Mitsuya seguía fija, no bajó la mirada al escuchar esa respuesta, por lo que el sastre continuó hablando—. Pero tal vez necesite un barrendero, ¿crees que puedas ganarte un puesto aquí dentro, aprendiz?

Y ahí estaba, la oportunidad dorada que necesitaba para aprender y también para ayudar en su casa, su madre no quería que trabajara siendo tan pequeño, pero dadas las circunstancias en las que se encontraban, no creía que se fuera a negar rotundamente.

Fue así cómo después de 5 años de duro trabajo, siendo el aprendiz, quien se encargaba de la limpieza y los mandados de la tienda, y a su vez intentaba aprender todo lo que su maestro hacía, pudo pasar a convertirse en parte del equipo.

Dentro de la sastrería de la época existían 3 niveles dentro de los talleres, el más bajo es el aprendiz, debido a la edad con la que comenzó, se tomó su tiempo en avanzar hasta el siguiente peldaño. Ahora pasó a formar parte del equipo del taller, realizando trabajos que tienen que ver directamente con la confección de las prendas.

Mitsuya era realmente bueno trabajando las telas y su maestro lo sabía, por lo mismo se tomó su tiempo puliendo al chico, enseñándole no solo lo básico de la sastrería, sino también la importancia de los números, el leer y escribir, los modales que se deben presentar frente a los clientes.

Entre Telas & Coronas [MitsuyaxHakkai]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora