Epílogo

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Habían pasado exactamente cinco años desde la primera vez que besó a Takashi, lo sabía porque fue el día de la fiesta que había dado paso a su aventura con el sastre, después de todo ese tiempo, hoy ya había perdido la cuenta de cuantos besos le había dado.

Perdió la cuenta de cuantas cartas le había enviado en ese entonces, a pesar de que ambos las tenían guardadas en una caja sobre el gran armario que ahora compartían, también de las veces que le había dicho cuanto le quería, aunque la primera jamás la olvidaría.

Paró de contar cuantas noches dormía a su lado a partir del número cien, y se hizo la costumbre de no dormir hasta que arreglaran sus problemas, porque a pesar de lo perfecto que parecía ir todo, había veces donde discutían por no estar de acuerdo. 

Las personas a su alrededor dejaron de preguntar cuando sería el día en que compartieran su vida con otra persona, creían que el trabajo de ambos era la razón por la cual no tenían tiempo para formar una familia, aunque ellos pensaban que ya la tenían. 

Cuando Mitsuya consiguió un sitio para montar su propia tienda con su marca en un barrio acomodado en la capital, Hakkai no podía creer que tuviera la suerte de encontrarse junto a un hombre que tuviera la capacidad de alcanzar sus sueños a base de su duro trabajo, no cabía en él del orgullo que sentía cada vez que lo miraba. 

Y emprendiendo juntos una nueva aventura, es que habían llegado hasta donde se encontraban ahora, viviendo en la ciudad capital. El sastre no se conformaría con lo que tenía, por lo que siguió trabajando hasta lograr su objetivo, y aunque ahora tenía una tienda especializada en vestidos y trajes de bodas, también manejaba desde un poco lejos, la tienda del pueblo. 

Pero, ¿qué hacía Hakkai junto a él?, fácil, dado a su increíble talento de quedarse sin ninguna expresión durante horas, talento descubierto por Mitsuya cada vez que había una chica cerca, era el maniquí perfecto para lucir los trajes que diseñaba el sastre. 

En el pueblo se había corrido el terrible rumor sobre una maldición que traían las prendas de novios de Takashi, si lo usabas sin la intención de casarte, jamás podrías hacerlo, por eso sus hermanas nunca quisieron ayudarle a modelar ningún vestido de novia y sus conocidos atribuyeron la eterna soltería de Hakkai a esto. 

Era mejor que fuera así, Mitsuya nunca se dio el tiempo de aclarar el rumor tampoco, era gracioso para ambos que todos creyeran que el sastre por culpa de su trabajo no encontrara una compañera y por eso sus trajes atraparan esa maldición. 

Aun así, cuando Hakkai apareció en la puerta de su nuevo taller, con un traje de novio diseñado por Takashi y una pequeña caja misteriosa en la mano, no pudo evitar emocionarse. Caminando con mucha seguridad, el menor llegó frente a él y se arrodilló en una pierna para pedirle al sastre que simbólicamente lo dejará compartir su vida con él hasta que la muerte los separase.

Dentro de la cajita, dos anillos gemelos, grabados con el nombre de ambos y la fecha de su primer beso. Sin saber cómo reaccionar, Takashi le sujetó del hombro y se arrodilló para abrazarlo, lo miró a los ojos mientras reía y lloraba a la vez, asintiendo con la cabeza, sujetó su cabeza y le besó.

Cada uno llevaba el suyo siempre que podía, aunque estaban acostumbrados a ser discretos con todo lo que tenía que ver con su relación, no querían generar espacios ni siquiera para los malos entendidos.

Aunque, el día en que el menor de los Shiba volvió a su casa para demostrarle a su padre que había conseguido el éxito exponiendo las prendas que diseñaba Mitsuya, decidió ir con el anillo puesto. Era obvio que todos en casa lo habían visto, pero nadie fue capaz de preguntar algo al respecto, sobre todo porque con él también estaba Yuzuha, lista para encarar a cualquiera que se atreviera a decir algo sobre su hermano. 

Entre Telas & Coronas [MitsuyaxHakkai]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora