El tercer y último movimiento

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El sonido del segundo movimiento del concierto de Mendelssohn se escuchaba a lo lejos. El sonido provenía de arriba, es decir el segundo piso, ofreciendo a Maverick una pista del lugar dónde se encontraba. Lo único que delataba el tiempo que Maverick pasaba en ese lugar era el hecho de que conocía cuánto tiempo, aproximadamente, duraban cada uno de los movimientos del concierto para violín de Mendelssohn.

Faltando, en aproximación, tres minutos para que el segundo movimiento culminara. Maverick escuchó unos pasos que resonaban desde detrás de la puerta que dividía la habitación en la que se encontraba el oscuro pasillo en el que vio a Fahra por última vez. Lentos y pacientes, sonoros y espeluznantes eran los pasos que se aproximaban. Pero éstos alteraban a una sola persona, a la persona que era capaz de identificar al dueño por sus pasos, Maverick.

La puerta se abrió, dejando ver de quién eran los sonoros pasos que hacían temblar de miedo a Death gracias a que él sabía lo que escuchar esos pasos significaba para sí mismo.

Avanzó hacia él, con sed de venganza e ira reflejada en sus pupilas. Con las ansias de poder acabar con el culpable de que su vida se tornara un infierno, haciendo parecer a Maverick una maldición.

Maverick no daba crédito por ver a quién tenía delante de sí mismo. Daba la pinta de estar más muerto que vivo debido a la palidez que le causaba la presencia de aquella persona.

Primero hubo un duelo de miradas entre ambos, esperando a ver quién sería el ganador, el cuál ganó la persona de las pisadas sonoras.

—Pensé que jamás te volvería a ver—dijo Maverick.

—Pues pensaste mal, pero después de todo, tú eres el culpable de que esto esté pasando.

—¿Por qué? ¿Para qué hiciste todo eso?—preguntó Maverick refiriéndose a los asesinatos.

—Oh, no, no, no, no—dijo a la par que agitaba sus manos negando lo que Maverick acababa de mencionar—. No pienses tan mal de mí, no me gusta ensuciarme las manos, pero he de confesar que mis manos sí están manchadas. Verás, yo sólo aconsejé cuál sería la mejor forma de asesinar a las víctimas. Yo no los maté, sólo elaboré todos los planes, tanto con el suicidio de Westimster Bridge, el del Royal Festival Hall, El del Oxford Oratory Church y el de Queens, pero yo nunca toqué un sólo pelo de las víctimas.

—¿Suicidio de Westimster Bridge?¿Y para qué?—preguntó Maverick.

—Pensé que eso era obvio, Maverick—contestó la persona, decidiendo ignorar la primera pregunta—. Veo que eres más lento de lo que pensaba. Todo esto fue para llegar a ti, y así poder ejecutar mi venganza. Pero debía de exterminar a unos cuantos gusanos antes de llegar a ti. Créeme cuando te digo que ninguno de los asesinados, era un santo, ninguno. Además tenía que ocupar algo como fachada para que no fuera tan notorio que desde un principio tú eras mi objetivo. Claro que primero tuve que atraer a los asesinos de manera psicológica y subconsciente hacia mí, casi como con mentalismo—mencionó lo último con una sonrisa.

—¿Venganza?

—Ahhh—suspiró—. ¿En serio tengo que explicar todo? Tú eres el culpable de que una de mis flores favoritas se marchitara, no la protegiste, ni siquiera pudiste salvarla.

—...Caitlyn.

—Pues claro, ¿de quién más se trataría todo esto sino?

—¿Cómo la conociste?

—Resulta ser que éramos parientes. Ella era mi hermana. A lo largo de mi vida superé muchas muertes, pero la de ella, la de ella jamás la superaré. Obviamente tú no sabías que ella tenía una familia porque ella se encargó de borrar todas las conexiones que pudiesen relacionar a toda su familia con ella, meramente por nuestra protección. Tú trabajo era cuidarla porque ella fue testigo de uno de los asesinatos de Frederick White, pero el amor invadió su relación profesional, provocando que después de protegerla, le pidieras matrimonio. Qué patético—dijo con repulsión—. Oh, ¿escuchas eso?—preguntó— El concierto está en la tercera fase, el último movimiento. Creo que ya sabes dónde nos encontramos. La parte más importante de éstos asesinatos empezó aquí, dónde tu querida Fahra sólo pudo interpretar la primera parte de éste mismo concierto.

Las Notas del CrimenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora