Capituló: 1 La marca.

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Aquella habitación estaba llena de hermosos dibujos, muchos de ellos eran paisaje de su pueblo donde sobresalen los hermosos árboles de cerezo junto a los puentes que unían un pueblo con otro, cada uno de esos dibujos eran preciados, ya que su pro...

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Aquella habitación estaba llena de hermosos dibujos, muchos de ellos eran paisaje de su pueblo donde sobresalen los hermosos árboles de cerezo junto a los puentes que unían un pueblo con otro, cada uno de esos dibujos eran preciados, ya que su prometido Jue se lo había obsequiado.

—Gulf, ¿puedo hablar contigo?

Gulf enfoca su mirada en la entrada de su puerta, pudo ver a su madre con la cara descompuesta. Él se acerca y le pregunta:

—¿Sucede algo?

—La familia Drimea ha roto el compromiso, ya no te casarás con Jue.

Aquello tomó desprevenido a Gulf.

—No entiendo.

La madre entró por completo y se sentó en la cama Gulf hizo lo mismo, la madre suspira con tristeza mientras sostenía las manos de Gulf.

—Se convertirá en maestro real, es una gran oferta la cual su familia no pudo rechazar, ya que se trata de un rey de imperio, es uno de los aliados de nuestro monarca, sería un insulto rechazarlo y nosotros somos el rostro amable de nuestro rey, recuerda eso siempre.

Gulf no dice nada, su madre a todo le buscaba justificación, su cara era de tal angustia que se olvidó de su propia pena.

—Comprendo madre, ¿pero y mi padre cómo lo tomó?

—Él está enojado, pero sabe que es prudente no reclamar a esa familia cuando sabía que no podía rechazar aquella oferta.

—Madre, ¿podrías dejarme a solas?

Emeri asintió, sabía que su hijo estaba triste.

Gulf ese día tomó todos los dibujo de su prometido y los quemó, no debía guardar aquellos sentimientos por más tiempo, no iba a ponerse triste porque ni siquiera fue capaz de dejarle una carta, pero lo que Gulf no sabía era que Jue si había dejado una carta la cual le decía que lo esperaba al final del puente a media noche para escapar, solo que su madre no se la entregó.

Gulf aún estaba en el despacho, Mew lo examinaba cómo si de un cordero se tratara, listo para el matadero

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Gulf aún estaba en el despacho, Mew lo examinaba cómo si de un cordero se tratara, listo para el matadero.

—No me gusta cómo vistes.

Un Concubino  Para El Rey Donde viven las historias. Descúbrelo ahora