Capítulo 3: Sexo y Muerte.

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—¿Me mandó a llamar?

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—¿Me mandó a llamar?

—Sí, siéntate.

Gulf obedece, no evita tomar una fresa llena de chocolate y comerla.

—Hoy es la recepción, varios reyes vendrán a felicitarnos, así que espero que sonrías un poco. Ruby hizo algo que no estuvo bien y te pedirá disculpas en la noche.

Gulf lo mira a los ojos.

—¿Una disculpa? Intentó matarme.

—Ruby nunca ha tenido que compartirme con nadie desde que llegó a este palacio, es algo impulsiva y explosiva.

—Eso no quita el hecho de que me iba a matar, su majestad, debería recibir un castigo.

Mew ya fastidiado responde:

—Ok, elige el castigo.

—¿Yo?

—Si, te quiso matar, dime, ¿qué le quieres hacer?

—¿Por qué debo elegir el castigo?

—Gulf pídemelo por tu boca y lo haré.

Gulf se levanta furioso y se va, Mew sonríe, no tenía 8 días tratando con ese chico y ya sabía que no le gustaban las confrontaciones.

—¿Cómo demonios, ese chico se atrevió a tanto?, ¿eligirme?, ¿y para qué?

Gulf decidió recorrer los jardines, debía de admitir que eran hermosos y muy extensos, la decoración del palacio no le agradaba ni un poco, ya que su estilo gótico no era lo suyo para nada, él era de colores suaves y agradable a la vista, es por e...

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Gulf decidió recorrer los jardines, debía de admitir que eran hermosos y muy extensos, la decoración del palacio no le agradaba ni un poco, ya que su estilo gótico no era lo suyo para nada, él era de colores suaves y agradable a la vista, es por ello que dio orden a Sirius para que contratara a los mejores decoradores, no quería ver esas espantosas cortinas verdes. Luego de aquel pensamiento Gulf ve a los lejos a un joven hablado solo como si estuviera peleando consigo mismo, pudo deducir aquello porque movía las manos imperativamente mientras se pegaba de una botella, Gulf curioso se acerca mucho más y pudo darse cuenta de que era el hermano de Mew, quien vio hacía unas horas en el salón principal.

Alden dándose cuenta de una presencia detrás de él, se detiene por un momento y luego se voltea sintiendo alivio.

—Hola, que bueno que no eres mi madre.

Un Concubino  Para El Rey Donde viven las historias. Descúbrelo ahora