24 de Septiembre
Me acerqué a la lápida que estaba justo enfrente de mi. El amanecer iluminaba mi camino ayudándome a saber donde tenía que posar mis pies.
Eran tan solo las 6 de la madrugada por lo cual no había ningún visitante en ese inmenso cementerio. Dejé unas cuantas flores tanto en la lápida de Eros como en la de Jayden. Intentaba pensar en algo positivo como el hecho de que ahora los hermanos estaban juntos, pero la culpa me carcomía por dentro haciendo que deseara con todas mis fuerzas que ojalá fuera yo quien estuviera bajo tierra y no mis seres queridos.
—No podemos ir a casa de Luke y quedarnos ahí?—pregunté a Alec, el cual estaba apoyado en un árbol detrás de mi.
—Henderson, ya te he dicho que no. Nos vamos a la cabaña.—espetó harto de mi insistencia
—Tienes suerte que te deba una por haberte despertado tan pronto, porque si no te quedabas aquí por llamarme así—advertí acercándome hacia él
Sonrió angelicalmente para segundos después dar media vuelta y dirigirse en dirección a su coche. Seguí sus pasos ya que nos quedaba un largo viaje por delante.
Una vez con el coche en marcha, Alec condujo por el camino más corto adentrándonos así en la calle que me destrozó la vida. Cerré los ojos con fuerza intentando calmar el pánico que estaba creciendo dentro de mi. Pensé en miles de cosas para olvidarme de donde estaba y lo que había sucedido en esta misma carretera.
"Eres fuerte" me dije a mi misma una y otra vez, pero lo único que conseguía era apretar con más fuerzas mis ojos a conjunto con mis manos las cuales estaban reposadas en mis piernas.
Algo dentro de mi me obligaba abrir los ojos y poder al fin enfrentar todos mis miedos. Mi respiración se volvía cada vez más agitada. Estaba tan metida en mí paranoia que ni siquiera me acordé de Alec, el cual me preguntaba que me pasaba.
Tras luchar contra mi ser, abrí los ojos repentinamente creyendo que había vencidos mis temores pero en cuanto mi mirada se centró en la carretera que tenía justo enfrente de mi, miles de recuerdos aparecieron atormentándome.
Grité.
Grité como nunca lo había hecho.
—No puedo! Para el maldito coche!
Mi guardaespaldas tardó unos segundos en reaccionar pero cuando vio mi completo estado de pánico frenó haciendo un ruido irritante con el coche. Antes de que pudiera decir algo salí rápidamente alejándome todo lo que pudiera.
Necesitaba tranquilizarme. Tenía que aprender a sobrellevar todo este tema si no quería acabar conmigo misma.
Tenía que hacerme responsable de mis actos y saber convivir con ellos.
Aunque muy en el fondo sabía que mi estado mental no me lo pondría nada fácil.
Dejé de caminar al encontrarme con un muro delante de mi. Mi vía de escape se había terminado, indicándome que ya era hora de calmarme y dejar mi pánico atrás.
Inhalé e exhalé varias veces antes de poder hablar con Alec quien había guardado silencio a pocos metros de mi, dejándome mi espacio y tiempo.
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Adicción
Teen FictionMi vida no volvió a ser la misma desde que intenté procesar todo lo que había pasado. Solo sentía un gran nudo dentro de mi. Me enfoqué en mi dolor, para alimentar a mis propios demonios. Era mi castigo por ser la culpable de todo. Porque así er...