Capítulo 8: No me culpes

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Washington D. C,  07  de Abril 1945

Querida Amiga:

Lo siento, lamento haberte juzgado antes de tiempo ¿pero qué esperabas? ¡Ignorabas mis cartas, mis llamadas! ¡Ni siquiera eras capaz de recibirme en tu casa! Enloquecí, me sentí culpable. Sentí miedo de que hicieras algo que pudiera lastimarte. Te encontrabas tan mal la última vez que te vi, que pensé lo peor. 

Así que decidí ir a tu casa, y fui… varias veces, y en todas ellas, tú me ignoraste, me echaste, no me permitiste verte. Pensé que te habías molestado por mi confesión. Me sentí tan miserable, tan poco hombre, tan indigno de tu amor. Quería morir. Pero primero necesitaba saber que estabas bien. Por lo que trepé la cerca de tu casa y fue cuando te vi…

Estabas sentada junto a él, sonreías, pero tus ojos seguían apagados, me rompió el alma cuando él tomo tú mano y tú se lo permitiste, así que todas mis seguridades, toda esperanza que existía dentro de mí, se vino abajo. Me rompí en ese instante. Te vi una vez más y decidí bajar y fue cuando tú volteaste y me viste, tus ojos se agrandaron como si te fuera encontrado haciendo algo malo. Nuestras miradas se encontraron y no pude más… me derrumbe por completo. Deje que las lágrimas salieran y de un salto me baje de tu cerca, me di vuelta y me eche a correr. 

Me dolió. Me ardió. Me rompió. 

¿Por qué  no respondías mis cartas? ¿Por qué me ignorabas? Todo en ese momento tuvo sentido para mí. Estabas comprometida… ¿acaso crees que iba a pensar que era tu primo? Pues no. Así que lo siento. Y gracias por aclararlo. 

Con mucha pena y vergüenza, Daniel.

Cartas de un Soldado Caído ✔️ [Completa]- #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora