Los tres caóticos (Traducción)

Capitulo 18 Maestro y aprendiz (parte 2)

Historia escrita por Darth Malleus y publicada un mes después del estreno de SW: The Force Awakens, disfrútenla

Descargo de responsabilidad: no soy dueño de ningún personaje de Star Wars visto, mencionado o usado en esta historia

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Dooku se recostó en su silla, las manos estiradas para frotarse los ojos cansados ​​antes de volver a centrar su atención en la pantalla del datapad.

El Maestro Jedi había pasado las últimas seis horas poniéndose al día sobre la fuerza que dirigía, desde los números y el poder hasta la lectura de expedientes sobre las tropas y sus oficiales al mando. Leyó y releyó los archivos militares de las Fuerzas de Defensa y los Comandantes Navales, los barcos y los hombres bajo su mando directo y formuló estrategias sobre la mejor manera de utilizarlos.

Tenía una flota compuesta por un solo Mandator Star Dreadnought, doce Carrack Carriers, quince Dreadnought Light Cruisers, veinte Consular Cruisers modificados militarmente, diez transportes de tropas modificados apresuradamente que alguna vez fueron cargueros y transportadores de carga. El doble de ese número total de embarcaciones de apoyo y auxiliares, incluidos los tanques de combustible y los barcos de transporte cargados de provisiones. Luego estaban las numerosas naves de exploración, cazas, bombarderos y cañoneras que se encontraban dentro.

Tenía once batallones compuestos cada uno por mil hombres, cuatro de Corellia, uno de Kuat, dos de Duros, dos de Alderaan y dos de Teta. En su mayoría eran de infantería, pero también tenían elementos de mecanizado y artillería en sus filas. Cada uno tenía un comandante que estaba convencido de que debía ser él quien los condujera a la gloria y el honor a pesar de que ninguno de ellos tenía la experiencia adecuada en el campo.

Y luego estaban los Jedi.

Los Altos Maestros Oppo Rancisis y Even Piell parecían entender la gravedad de la situación, al igual que su antiguo aprendiz y los Maestros mayores. Pero aquellos Caballeros menores de treinta años vieron esto como una gran aventura. Estaban dibujando similitudes con Lord Hoth y su Ejército de la Luz luchando contra los Nuevos Sith en Ruusan, o los Revanchistas derrotando a los Mandalorianos en Malachor V.

Qué cansado se sentía.

El Maestro Jedi se sacudió, se levantó de su posición encorvada y arrojó su cuaderno de datos sobre la cama. Los jóvenes podía fantasear todo lo que quisieran, pero lo último que tenían en mente era una gran batalla por la supremacía. Dooku esperaba que la Federación de Comercio echara un vistazo a esta armada y cediera por los términos, después de todo, eran hombres de negocios, no soldados. Naboo sería retomado sin más derramamiento de sangre y Nute Gunray se deslizaría de regreso a su agujero esperando una llamada de un Tribunal Superior.

Entonces podría renunciar a la Orden Jedi y vivir los últimos años en su planeta natal, lejos de la política y la burocracia que había llegado a conocer y odiar. Tal vez si se acomodaba en su silla en la casa de su familia, las pesadillas desaparecerían, su rostro del aprendiz final dejaría de atormentarlo, enrojecido por la ira y el dolor antes de que ella saliera a lo desconocido y desapareciera.

Con la discusión que tenían de antemano.

Una presencia familiar rozó su mente, obligándolo a salir de sus pensamientos morbosos. La puerta de sus aposentos se abrió. Qui-Gon entró en la habitación y lo miró mientras sacaba una botella de vino y dos copas de los pliegues de su túnica. "Pensé que te vendría bien un poco de compañía".