capítulo 4

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No fue un beso como los típicos que se encontrarían en los libros de cuento de hadas o aquellas películas románticas con las cuales su madre y las arpías de sus amigas trataban de soñar ignorando el hecho de la infidelidad de sus maridos o los maltratos y humillaciones, no ese beso no era bonito.

Era rudo con un claro tono de dominio y de repente el sabor del hierro acompañado de un dolor agudo fue casi una acción inmediata ese bastardo hijo de la Hydra le había mordido el labio al punto de hacerlo sangrar para después irrumpir en su boca con su desagradable lengua de manera agresiva.

Soltó un quejido de enojo tratando de empujar a el alfa pero no dio resultado aún así no se iba a dejar amedrentar por una estupidez como esa y en un descuido de el rubio el también le mordió el labio aún que sus caninos no eran nada comparados con los del alfa apenas logrando dejar una pequeña herida en ellos era como comparar una cuchilla muy afilada con un cuchillo de plástico.

Después que su intento de lastimado resulto infortunio miro a los ojos del alfa haciendo que sintiera por primera vez miedo de su presencia, esos ojos alguna vez azules estaban rojos, su estómago se revolvió "cariño es normal que a tu padre le lleguen a cambiar el color en sus ojos es una cosa de alfas, no te preocupes y mejor ve afuera con Arno, mamá los verá más tarde" Ese maldito momento le resonó en su cabeza como un infeliz recuerdo solo logrando que quisiera vomitar al recordar los gritos y la apariencia de mamá el día siguiente una clara idea salio de su mente "no quiero acabar de la misma forma que mamá".

El rubio lo tomó por los hombros haciendo que por fin pudiera mover sus antebrazos y cuando por fin abandono sus labios ya rojizos y maltratados por lo agresivo, descuidado y inexperto del momento aprovecho el momento para volcar su rostro cerca de su cuello solo acertó a mover rápidamente su brazo y sentir un dolor sumamente pulsante.

Su corazón se detuvo, ya no era el, ahora era aquel estúpido conejo blanco que pensó que podría escapar del lobo, aquel que terminó por devorarlo para después cuando el lobo volviera a su guarida con el hambre completamente saciada después de haber destrozado a mordiscos al conejo se durmiera como si nada por que así era la ley de la naturaleza.

Ahora fue consiente de el objetivo de las cosas lo fue cuando sintió la nariz del alfa rozar el lugar, sentir ese mordisco que lo hizo disociar hasta el lugar en el que estaba parado.

Fue en un momento de dolor continuo en su brazo y hombro que lo hizo soltar un quejido de dolor y impotencia justo antes que el alfa se separara aún con su sangre en su boca y lo viera con preocupación y alarma, las pupilas del rubio seguían rojas su iris estaba dilatada había sangre en todo el labio inferior que salía de su boca era como estar enfrente de una bestia a la que no conocía mientras solo tenía una constante sensación de escalofrío.

Por primera vez en mucho tiempo sus ojos se cristalizaron estaba claro el quería llorar, derrepente esa fuerza monstruosa que el rubio había demostrado al sujetarlo se disolvió poco a poco el apretón en sus hombros aún permanecía firme pero ahora al voltear a ver nuevamente el rostro del rubio comprendió que tenían un mismo sentimiento en común el terror de lo que estaba pasando.

Fue entonces que en un segundo toda la fuerza desapareció y el alfa se desplomó de rodillas dejando caer su cabeza hacia delante el desconcertado vio que en la nuca del alfa había un dardo rojo y al volcar su mirada hacia al frente de la escena su cerebro volvió a reaccionar en donde estaba.

Natasha estaba a un lado con una mirada horrorizada no parecía con intenciones de hablar suponía que estaba tan desconcertada como el, por su parte Arno solo estaba viendo la nieve a sus pies parecía asustado aún temblaba y al frente con un arma en la mano, una sonrisa de felicidad y saludado estaba la señora Rogers.

Sintió otra presencia o posiblemente era solo su olfato trabajando tiempo extra y en su defecto de al lado salio el señor Rogers, la rubia no tardo en acercarse a él y a su primogénito agachadose a la altura de Steve y sacando con cuidado el dardo para finalmente dar un paso atrás y que su esposo tomará a el alfa desmayado en brazos.

- lamento todo lo que ocurrió justo ahora Anthony querido. - sus palabras sonaban solemnes pero falsas hasta cierto punto en su cerebro aun confundido, quizo caminar unos pasos pero era como tener la sensación de una laguna mental.

- no te preocupes cariño quizás te sientes algo desorbitado pero para comenzar este altercado te voy a acompañar en lo que queda de caza. - comentaba Sara mientras el señor hydra hacia una señal con la mano de despedida.

Solo quería desplomarse en el suelo de rodillas y dejar que la fría nieve le bajara la temperatura por primera vez agradecería tomar bocanadas y bocanadas de aire helado mientras estaba enterrado en nieve pero sus sentidos se sentían en una prueba... en peligro.

Se negaba a darle la satisfacción a alguien de verlo de rodillas luchando por respirar.

Miro la mano extendida de Sara mientras sus pensamientos aún divagaban un dardo tranquilizador eso fue lo que disparo a su propio hijo pensó Tony mientras una sonrisa vacía se sernia en su expresión en blanco y tomaba la mano de Sara para no seguir recostado en ese árbol.

Esa simple acción se sintió como mucho más pero un escozor al momento de tener su mano de vuelta lo arrastro como un ancla devuelta a sus tres sentidos.

En su mano se cernía media mordida que aún sangraba y se presentaba como un recordatorio de que quizás aún no todo estaba perdido.

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