CAPITULO 3 "El mensajero"

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Jack hizo una breve pausa intentando recordar, había muchas partes que no cuadraban en sus recuerdos complicando el poder explicarle.
— Miroslav era mi amigo en su momento me ayudo a escapar de una prisión... me entrego su radio para que pudiera pedir ayuda y encontrar a mi padre. Aunque en el transcurso jamás pude captar una señal, no entendía como debía usarla hasta que llegué a la ciudad fue que pude oír algo... supongo que así los llame a ustedes...— Explicó con algo de tristeza al recordar.

Daniel se rascó la barbilla y apartó la vista como si tratara de resolver un rompecabezas. Jack por otra parte comenzó a caminar tanto como por la habitación principal incluyendo el cuarto de baño siendo precavido, con esa vieja costumbre de verificar si era un lugar seguro. Observó los únicos tres muebles que constaban de un escritorio sobre el que reposaba una lámpara, un ropero pequeño con pocas divisiones y un catre con una manta gruesa casi como una bolsa de dormir. Se sentó en este último mientras una sensación de calma le recorrió el cuerpo, estando en las ruinas de la ciudad era imposible sentirse a salvo y era como si la privacidad y seguridad fueran ahora conceptos nuevos para describir la paz que sentía.

— Es... muy acogedor.—Dijo con tranquilidad.

Daniel levantó la mirada.
— Más acogedor que las ruinas ¿Eh? — Expresó sarcástico.— En fin no sabes lo mucho que me haz facilitado las cosas...

— ¿Qué quieres decir con eso?

— Supongo que será justo intercambiar un poco de información... verás no quiero asustarte pero los jefes tienen una disputa acerca de tu identidad y creme que las preguntas van a cansarte, es mejor que estés listo cuando venga tu padre por ti.

— ¿Qué se supone que voy a decirles? — Levantó Jack un poco la voz por los nervios.

— ¿Quieres un consejo? se cuidadoso con lo que vas a decir, en fin tengo que irme... tengo trabajo que hacer, te veré en la reunión.

Antes de que saliera Jack lo llamó una vez más, Daniel antes de cerrar la puerta se detuvo para escucharlo.
— Solo quiero agradecerte por haberme salvado la vida en las ruinas.

Tras guardar un momento de silencio respondió con tono de voz frío y demasiado sutil.
— La verdad es que no quería hacerlo.— Jack al escuchar su respuesta lo miró con los ojos bien abiertos pero Daniel solo se refractaria con una leve sonrisa en sus labios.— Es broma...

Fue lo último que diría antes de que se retirase, Jack se quedó sentado en el catre antes de recostarse boca arriba poniendo su brazo herido sobre su pecho evitando lastimarse, miró la vieja lámpara de techo por un prolongado tiempo al mismo tiempo que pensaba «¿Cómo fue que terminé así?»

Sin darse cuenta cayó rendido ante el cansancio, su sueño fue tan profundo que jamás se percató del tiempo transcurrido hasta que un extraño rechinido lo hizo despertar de golpe, ese instinto primitivo de supervivencia se mantenía más latente que nunca avisando de un posible peligro. Se incorporó de golpe mirando como por el viento giraban las pequeñas motas de polvo reflejandose sobre el tenue brillo de la luna logrando colarse por la ventana. Talló sus ojos para despabilarse y rápidamente ponerse de pie, había algo que no encajaba en lo mas mínimo en todo el lugar; Estaba oscuro, decadente, mucho más frío y sobre todo los muebles se veían desgastados ocupados únicamente por polvo y telarañas.

Sentía su cuerpo tan normal que al mirar su brazo se daría cuenta de que aquella extraña pieza cubriendole la mano había desaparecido, confundido se acercó precavido a la ventana observando las calles desérticas, efectivamente jamás había salido de las ruinas.
Soltó un bufido ante la frustración de sentir nuevamente el hambre así que para apaciguarla se encaminó en búsqueda de su mochila para tomar sus reservas. Tal vez en un momento de delirio había tenido ese sueño hasta quedarse dormido pues muchas veces habría preferido esperar días sin comer antes de acabarse sus preciadas reservas.

ONE LAST CHANCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora